El árbitro, Figueroa Vázquez, provoca el empate del Real Zaragoza ante el Nástic

El andaluz dejó a los aragoneses en inferioridad por una injustificada expulsión de Borja Iglesias antes del descanso. Toquero hizo el 1-0 y los catalanes empataron a falta de 3 minutos.

Toquero adelanta al Zaragoza
Toquero adelanta al Zaragoza
Toni Galán

Más o menos, media hora duró el partido. Hasta que el singular Figueroa Vázquez, uno de los mayores peligros para el fútbol con el silbato de juez en la boca, decidió que él era el protagonista. Totalmente dentro de su estilo. Ni Real Zaragoza, ni Nástic de Tarragona. Él. El árbitro. Un pistolero con las tarjetas. Un crack cuando el ambiente se le pone caliente. Se viene arriba como los bailarines de academia en las discotecas. Menos mal que, para entonces, el equipo aragonés iba ganando 1-0. El sevillano decidió expulsar a Borja Iglesias, el delantero blanquillo, por una acción en la que no hubo nada de nada con el portero Dimitrevski, un macedonio merecedor del Premio María Guerrero de teatro. Se tiró largo al suelo, a la espera de un córner sobre la portería catalana mientras Benito, lesionado, iba a ser sustituido por Delmás. Y se acabó la paridad.

Antes, el ínclito Figueroa (advertido estaba todo el mundo de su arbitrariedad subjetiva y broncas) ya se había calentado cartulina amarilla en mano. Fijando la atención en los locales: el citado Borja Iglesias, Febas… los buenos, los peloteros que dan espectáculo, las estrellas del equipo local, que es lo que menea el ambiente de la grada y le pone la adrenalina a cien al andaluz. Se vio venir el escándalo un cuarto de hora antes.

En la primera media hora, el Real Zaragoza jugó bien, con combinaciones largas, a veces profundas. Interesante partido. Toquero abrió el marcador de cabeza, por fin, a la salida de un córner de Buff lanzado al primer palo en el minuto 18. Antes, el suizo había lanzado una falta al borde del área por encima del larguero. Esta vez el Zaragoza llegaba bien arriba pero le faltaba rematar. En frente, el Nástic no le hacía ascos a atacar. Delgado, por dos ocasiones, y Mesa remataron sendos ataques fuera. Y el tanque Barreiro, cabeceando un buen centro del exzaragocista Abraham, provocó un paradón del brillante Cristian Álvarez cuando la pelota se colaba junto al palo, abajo. Mucha igualdad, un duelo bueno para observar.

Rodri, entrenador grana, había puesto como titular al lateral Abraham como extremo zurdo para taponar -sin éxito- las penetraciones de Benito. El lateral diestro zaragocista ya da miedo. Por el otro lado, la novedad zaragocista fue el vuelco de Febas a la banda izquierda en la línea de tres mediapuntas, con Buff incrustado esta vez en el centro y Toquero por la derecha. Así, el otro carrilero, Ángel Martínez tenía toda la banda para incorporarse. Gustó el método, aunque faltase culminación. Atrás, el buen hacer por momentos de los tarraconenses hizo sufrir a la zaga local.

Y, en ese escenario, Figueroa Vázquez, a eso del minuto 30, dijo que se acabó. Que aquí mandaba él y que los focos de los tramoyistas debían enfocar únicamente a su persona. El final del primer tiempo fue un caos. Un esperpento de esos que el andaluz monta cada año por los campos de España. La Romareda estalló. No podía ser menos ante tanta decisión ridícula que fue alterando los nervios de los futbolistas. Un árbitro está para señalar lo que ocurre en el juego, no para discutir con los actores, ni para provocarlos con miraditas retadoras, ni para tocar la fibra de los deportistas para que salten como ranas. Eso exaspera al más pintado. Y los del Real Zaragoza no son de madera. Tienen sangre.

Así que, además de la lesión de Benito, que desembocó en la entrada de Delmás, el segundo tiempo comenzó en una caldera. Con el Real Zaragoza en inferioridad numérica y con la necesidad de salvaguardar su mínima ventaja de 1-0. Un reto nuevo. Jugar medio partido en tales condiciones. El Nástic no hizo sustituciones de entrada, en espera de ver cómo evolucionaban los acontecimientos.

El Nástic dominó el juego de cabo a rabo desde el inicio. El Real Zaragoza se atrincheró atrás, con el problema de que los dos laterales catalanes, Kakabazde y Javi Jiménez, estaban siempre solos para recibir y generar centros venenosos una y otra vez. Barreiro amagó el empate enseguida, en el 48. Su remate a bocajarro lo sacó a córner Cristian Álvarez en otra grandísima parada de reflejos. El aroma no era bueno para el equipo aragonés, que no tenía el balón nada.

Por supuesto, antes del cuarto de hora, Figueroa ya había amonestado al portero zaragocista por retardar el saque. También muy de su repertorio. Ratón lo sabe bien, por lo que le pasó en mayo en Oviedo. El guión del árbitro andaluz se puede ir narrando con bastantes minutos de antelación. Es un veterano que lo da todo año tras año con sus criterios que, desde arriba, le consienten temporada tras temporada. Entre tanto, Natxo refrescó al apurado equipo con un doble cambio. Metió en el campo a Raúl Guti y Papunashvili por el tocado Febas (de nuevo abrasado a faltas) y Toquero, que se dejó en alma intentando sacar algún balón desde atrás como desahogo. Quedaban 25 minutos largos y el técnico blanquillo gastaba todas sus balas. Dejó arriba solo a Buff y se la jugó a enganchar algún balón largo o parado con el que sacar provecho en el escaso ataque que se preveía.

Rodri, en el Nástic, también apostaba todo al abordaje. Con Uche y Omar saliendo del banquillo para poner un ataque de casi cinco puntas en busca de los constantes centros laterales. El asedio fue insistente, un suplicio para el zaragocismo. Los minutos fueron pasando, con los de Tarragona volcados, cada vez más acelerados en sus decisiones, y con el Zaragoza despejando una y otra vez cada pelota que caía por el área de Cristian Álvarez, que de nuevo salvó un gol en el 72 cuando el recién salido Omar remató con todo a favor y el argentino sacó una mano milagrosa abajo para evitar el 1-1.

El técnico catalán introdujo en juego a Muñiz, su especialista en golpes francos, por si había alguna opción en el último cuarto de hora de buscar el gol mediante esa fórmula. En el minuto 82 el Real Zaragoza logró armar su primera contra con posibilidades de gol. La protagonizó Papunashvili, que rozó el 2-0. Encaró al central, se le fue en el área con un golpe de cadera, pero su remate lo paró Dimitrevski en el centro del marco. Una pena. Ahí estuvo la sentencia contra todos los elementos.

Los últimos 5 minutos, con La Romareda llevando en volandas a los suyos, alcanzaron el valor de histéricos. Bajo los cánticos al unísono del himno zaragocista, pareció posible sujetar la victoria. Pero la insistencia del Nástic obtuvo premio en el 87. Maikel Mesa cabeceó a placer un rechace del larguero en otro testarazo previo de Omar. Se había agotado la resistencia aragonesa. Se le hizo largo el partido a los de Natxo. El público mezcló al final la enorme bronca a Figueroa, héroe del Nástic en este empate en La Romareda, con una ovación de gala para los futbolistas blanquillos por su esfuerzo.

En definitiva, que por unas u otras causas el Real Zaragoza prosigue sin ganar en casa. Y, como consecuencia, continúa atascado en la zona baja de la clasificación. Camino de octubre, este es el asunto mollar ahora mismo. Algo que urge solucionar para evitar nerviosismo en breve tiempo. La liga no para. Los rivales tampoco. Y la tabla clasificatoria es el único baremo que rige, por encima del juego, de las hechuras, de las intenciones y de los gestos. Así viene la mano en esta temporada 2017-18

Ficha Técnica

Real Zaragoza: Cristian Álvarez; Benito (Delmás, 45), Mikel González, Verdasca, Ángel Martínez; Zapater, Eguaras; Toquero (Papunashvili, 64), Buff, Febas (Raúl Guti, 64); y Borja Iglesias.

Gimnástic de Tarragona: Dimitrevski; Kakabadze, Molina, Blanco (Omar, 67), Javi Jiménez; Gaztañaga, Tejera; Delgado (Uche, 57), Maikel Mesa, Abraham (Muñiz, 74); y Barreiro.

Árbitro: Figueroa Vázquez (Comité Andaluz). Expulsó a Borja Iglesias por doble amarilla (32 y 44). Amonestó a Molina (8), Abraham (25), Eguaras (25), Febas (36), Gaztañaga (55), Cristian Álvarez (59), Kakabadze (70), Javi Jiménez (75), Maikel Mesa (87) y Muñiz (93).

Goles: 1-0, min.18: Toquero. 1-1, min. 87: Maikel Mesa.

Incidencias: Noche veraniega en Zaragoza, con 28 grados al inicio del choque. El césped, se apreció algo mejorado respecto de las últimas dos semanas. En las tribunas de La Romareda, alrededor de 17.000 espectadores.

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