fútbol regional

Chechu Dorado: de la Europa League a debutar con 40 años en un campo de tierra de Regional Preferente

El incombustible central, canterano del Real Zaragoza, se estrenó este fin de semana en las filas del Santa Anastasia en las humildes instalaciones del CD Morés, una de las pocas de tierra que continúan activas en Aragón.

Chechu Dorado, el segundo por la derecha de fucsia, justo detrás del portero, este domingo en el campo del CD Morés.
Chechu Dorado, el segundo por la derecha de fucsia, justo detrás del portero, este domingo en el campo del CD Morés.
Heraldo

Si usted quiere conocer el significado del término pasión tiene dos opciones: recurrir al diccionario de la Real Academia Española o, sencillamente, charlar unos minutos con Chechu Dorado. Después de toda una vida jugando al fútbol por los campos de España, el incombustible defensa, de 40 años, ha cambiado los estadios majestuosos y el lujo que envuelven a la élite por el humilde fútbol regional. En 2014, jugaba en el estadio Tsirion de Chipre con el Villareal la fase de grupos de la Europa League. El pasado domingo, ocho años después, el central debutó con su nuevo equipo, el Santa Anastasia, un modesto y sencillo conjunto de Regional Preferente que representa a una pequeña localidad de apenas 300 habitantes. El encuentro se disputó en las humildes instalaciones del CD Morés, uno de los pocos campos de tierra que continúan activos en Aragón.

Hechas las presentaciones, sobran las palabras. Basta con leer al inconfundible protagonista de esta singular historia. “Fue un partido diferente por el estadio. Cuando me dijeron que era de tierra, pensé que el campo era de césped y había perdido poco a poco la hierba. Pero no, era tierra, tierra. El balón botaba como si fuera una pista de asfalto”, relata con una sonrisa Chechu Dorado.

Cuestionado sobre cuándo fue su última experiencia sobre esta superficie, el futbolista viaja en el tiempo y evoca su etapa formativa en su Andalucía natal. “Yo me crié futbolísticamente en Córdoba. En cadetes y juveniles, allí era albero, la tierra era más suave, como la que vemos en las plazas de toros. El domingo pasado, el pie de apoyo costaba que se quedara bien para meter el pie del golpeo por debajo del balón. Hubo mucho juego directo porque era imposible enlazar más de dos o tres pases, pero el fútbol es fútbol en cualquier lado”, asegura.

Es evidente que el central, vinculado a Aragón desde que aterrizó en la Ciudad Deportiva en 1998, ya no posee la condición física que le permitió labrarse una intachable trayectoria en el fútbol español: 290 partidos entre Primera, Segunda y Europa League, tres ascensos a Primera… El canterano del Real Zaragoza, incluso, llegó a debutar con el primer equipo aragonés en 2019, con 36 años. Lo que no ha perdido son las ganas y, sobre todo, la ilusión por un deporte que le ha regalado una vida repleta de felicidad.

“Si sigo jugando es porque tengo la ilusión que tenía años atrás. El físico acompaña dentro de lo que cabe, porque ya no le puedes pedir mucho más. Cuando surgió la posibilidad hablé con la gente que gestiona el club y fui muy sincero. Si veo que puedo sumar, adelante; pero si voy a ser un lastre, daré un paso a un lado. Lo que no quiero es restar, estar por estar, no”, afirma Dorado, que también formó parte del histórico ascenso del Huesca a Segunda.

Chechu Dorado, durante su etapa en el Real Zaragoza en 2019.
Chechu Dorado, durante su etapa en el Real Zaragoza en 2019.
Real Zaragoza

"Quería seguir, pero no a cualquier precio"

El central se convirtió en el flamante fichaje del Santa Anastasia después de terminar la última temporada en el Ejea, con el que “desgraciadamente” descendió a Tercera RFEF. “Me apetecía jugar, pero lo que no quería era ir a entrenar a ningún otro sitio que no fuera Ejea. Estaba cansado de tanto kilometraje, quería seguir pero no a cualquier precio”, explica el veterano futbolista, que reside en la localidad cincovillesa.

Apenas 9 kilómetros separan Ejea de los Caballeros de Santa Anastasia, un pueblo donde Chechu Dorado ha sido recibido “con los brazos abiertos” y en el que ha coincidido, junto a David Mainz, con “muchos jugadores jóvenes que tienen potencial para categorías superiores”. “Les voy a ayudar en todo lo que pueda. Me he encontrado un club que, dentro de sus limitaciones, pone todo su empeño para que el jugador esté lo mejor atendido posible. No deja de ser un equipo de un pueblo humilde, con un presupuesto para cubrir desplazamientos y poco más…”, señala.

Al echar la vista atrás, el central se siente un “afortunado” por vivir las innumerables experiencias que le ha dado el fútbol. Pero, ¿qué queda de aquel chaval cordobés que llegó por primera vez a Zaragoza con apenas 16 años? “Lo único que queda es la ilusión que mantengo por este deporte tan bonito. Cuando pierdo, me sigo enfadando como el primer día. Siempre le digo a mi mujer que el día que eso desaparezca, dejaré de jugar. No miro a largo plazo, solo pienso en el día a día, en que llegue el entrenamiento de mañana y disfrutarlo. Ojalá podamos devolver al equipo a Tercera División”, concluye Dorado con la ilusión de un juvenil.

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