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Tiro de barra aragonesa: un deporte de gladiadores en peligro de extinción

Actualmente en Aragón contamos con una decena de clubes y en torno a 70 personas federadas en esta disciplina deportiva única en el mundo.

Entrenamientos para el lanzamiento de barra.
Entrenamientos para el lanzamiento de barra.
C.I.

Aunque no sea tan conocido, lo cierto es que el tiro de barra aragonesa nada tiene que envidiar a otros deportes de su familia como la jabalina, el disco o el martillo. A pesar de ser declarado en 2003 como Patrimonio Intangible de la Humanidad por la UNESCO -junto al resto de deportes tradicionales del mundo- la realidad es que esta disciplina está en riesgo de desaparición.

Y, ¿en qué consiste? Básicamente, y como su nombre indica, en tirar una barra troncocónica biselada en su punta -o “fendo esclato” como dicen en el Alto Aragón- para el “strike”; y no de “coda” o cola, que hace referencia al final de la barra; ni dar volteretas en el aire. Detalles que la convierten en una disciplina de fuerza muy técnica y distinta al resto. “Desde los años 30 la barra pesa 7 kilos y cuarto, equiparándolo al que se utiliza en la modalidad de lanzamiento de peso olímpico”, relata Carlos Cubero, presidente del club Barraires Zaragoza que, precisamente este fin de semana, celebraba su primer aniversario en el marco de la festividad de San Valero.

Actualmente en Aragón contamos con una decena de clubes y en torno a 70 personas federadas en esta disciplina deportiva única en el mundo.

“Fue Manuel Bazán, vecino de Miralbueno, campeón de lanzamiento de barra y miembro de la Sociedad deportiva de Amigos de la Barra -predecesora a la actual Federación Aragonesa-, quien optó por esta adecuación para deportivizarlo”, explica el lanzador.

¿Otras peculiaridades? La modalidad aragonesa es la única en la que no puedes despegar los pies del suelo ni de la tabla que limita el espacio del tirador. “Es el único deporte de lanzamiento de estas características completamente estático. No se permite carrerilla, ni echar un pie atrás. Es algo antinatural, pero los aragoneses somos así. Muy estrictos con las normas”, bromea el zaragozano.

Enrique Pellicer, de 60 años, llegó a la barra de casualidad.
Enrique Pellicer, de 60 años, llegó a la barra de casualidad.
C.I.

En cifras, en la Comunidad Autónoma contamos con una decena de clubes – en La Almunia, Calatorao, Épila, María de Huerva, Teruel, Zaragoza (2), Casetas y Daroca- y en torno a 70 personas federadas. “Aunque no podemos saber el origen de este deporte, Aragón es donde tiene mayor raigambre y donde se estandariza. Contamos con textos que hablan de lanzadores de barra en la tierra desde finales del siglo XIX”, asegura Cubero.

Algunos autores del sur de Francia alertan en 1866 de la existencia de un deporte ancestral en Aragón que se asemeja al entrenamiento de los gladiadores”, asevera el experto. Sin embargo, con el paso de tiempo el deporte va relegándose al medio rural donde la fuerza se hace más necesaria en trabajos como la agricultura. “En un principio se utilizaba lo que se tenía a mano. Una palanca de barrón de arado, el eje de un vehículo, la barra que se utilizaba para mover piedras de molino. Hasta su unificación, podían pesar de 6 a 15 kilos. Una barbaridad”, reconoce.

Lanzadores ilustres

¿Otra curiosidad? La gran cantidad de lanzadores ilustres que han existido. Como Felipe el Hermoso, el oscense José de Calasanz -declarado patrono universal de las escuelas cristianas en el mundo por el papa Pío XII- o el mismísimo Ramón y Cajal. “Un premio Nobel que utilizó este deporte para demostrar en cada pueblo al que se mudaba con su familiar que no era un ‘pijaito’”; relata Cubero.

Carlos Cubero, Paco Lázaro y Gabriel Pardos.
Carlos Cubero, Paco Lázaro y Gabriel Pardos.
C.I.

También podemos encontrar rastros de este deporte aragonés en obras de arte como en la novela Don Quijote de La Mancha -donde se decía del contrincante en la conquista de su amada que era “el más ágil mancebo que conocemos: gran tirador de barra, luchador extremado y gran jugador de pelota”. También en un grabado de Valeriano Bécquer, hermano del escritor que, tras su paso por el Monasterio de Veruela realizó una obra en la que aparecen unos baturros lanzando la barra. “Existe un lienzo de Luis Taberner y Montalvo en el hotel Reino de Aragón de Zaragoza que recoge una escena de tiro de barra”, añade el lanzador.

Hoy, quien pase cada sábado por el parque de Juegos Tradicionales Jesús Gracia Mallén del Actur, de 11.00 a 13.00, puede encontrarse a estos barraires practicando este deporte tradicional y evitando así que caiga en el olvido: "Luchamos por sobrevivir". Y, entre ellos, seguramente se encuentren con el que se ha convertido en el ganador del Primer Concurso San Valero de Tiro de Barra Aragonesa, el jovencísimo Gabriel Pardos (21) que, con un lanzamiento de casi 16 metros de distancia, lleva más de media vida fascinado por este deporte que “no es para personas mayores”, reivindica.

El futuro de la barra

“Hay categoría alevín, infantil, cadete, juvenil y adultos, cada una con un peso adaptado. Y también hay varias mujeres que lo practican”, especifica. En su caso, el zaragozano se enamoró de este deporte tradicional cuando era solo un niño, en Zuera, donde asistió a uno de los cursos que impartía Pascual Banzo, actual récord de lanzamiento de disco en Aragón que a sus 75 años todavía no ha sido superado. “Mi padre y mi tío iban a ver las clases, luego se apuntaron y me contagiaron a mí esta pasión”, asegura, entusiasmado.

Y aunque reconoce que poca gente entiende qué hace un estudiante de Ciencia y Tecnología de los Alimentos de 2,02 metros de altura -sí, también juega a baloncesto- practicando un deporte minoritario, este vecino de La Puebla de Alfinden defiende, a capa y espada, el lanzamiento de barra aragonesa. “Esto no es solo un deporte. Es cultura y parte de nuestra historia. Mucha gente de mi entorno piensa que solo lo practico yo. Espero que un día vuelva a ocupar el lugar que le corresponde”, admite.

El zaragozano Enrique Pellicer (60) llegó a la barra hace año y medio porque “pasaba por aquí”, rememora, desde el parque de Juegos Tradicionales zaragozano -único espacio destinado a este fin en la ciudad-. “Nunca lo había visto en persona, solo en algún reportaje. Al verlos me acerqué y decidí apuntarme”, explica. La curiosidad que le despertó, y la complejidad del mismo, acabaron por engancharle: “Es muy técnico y lleva mucho tiempo, pero es un deporte muy completo y que, desde luego, te pone en forma”. 

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