fútbol

Manu Molina, el motor de la superación

El Real Zaragoza incorpora un jugador diferencial que ha alcanzado su cénit tras curar un cáncer.

Manu Molina trota en la Ciudad Deportiva. Detrás, Mollejo y Pep Chavarría.
Manu Molina trota en la Ciudad Deportiva. Detrás, Mollejo y Pep Chavarría.
Javier Belver

Camino de los 31 años, Manu Molina ha alcanzado su plenitud futbolística, el cénit de un jugador educado en el sufrimiento de los arrabales del fútbol, en la antigua Segunda B. Paradójicamente, su explosión como futbolista ha llegado alcanzada la treintena e inmediatamente después de superar un cáncer testicular detectado en abril de 2021. Apenas unos meses después, regresó al césped, completando la mejor temporada de su vida. Artículo de lujo en Segunda División, el Real Zaragoza se ha hecho con un fichaje tildado "de alto nivel estratégico" para Raúl Sanllehí, director general, y para Miguel Torrecilla, director deportivo.

El prospecto de Manu Molina, desde luego, ilusiona. Ilusiona, ante todo, porque destila ambición, ganas de vivir, ganas de jugar, esa hambre imprescindible para rendir en el deporte de alta competición. "Estoy en mi mejor momento", proclamó nada más ponerse la camiseta del equipo del león rampante. La frase llegó 15 meses después de haber redactado en las redes un maldito 30 de abril la frase que nos conmovió. "Queridos amigos y compañeros. En el día de ayer me detectaron un tumor testicular. Quiero agradecer desde aquí todas las muestras de afecto que me habéis mostrado. Estoy convencido de que todo irá bien. Es una batalla más que se presenta en mi camino. Este será mi ‘play off’ personal", escribió en la red del pajarito. Y Manu Molina ganó el ‘play off’ de la vida igual que el Ibiza ganó el ‘play off’ de ascenso a Segunda A con Juan Carlos Carcedo en el banquillo. Quédense con ese nombre también, Carcedo. Es importante en esta historia.

Quirófanos, goteros, hospitales. Mal tema. Pero, además de enfermedades, hay enfermos. Y Manu Molina, en unas semanas, ya estaba entrenando a las órdenes del técnico con quien tan identificado se siente, Carcedo. Y un 13 de agosto (sí, si, apenas 100 días después de detectarle el cáncer), saltó a La Romareda en el partido inicial del curso 21-22 con el Ibiza. Ya saben, empate a cero después de que Manu Molina le comiera bien comida la tostada a Eguaras e Igbekeme. Y tras salirse en Zaragoza, unas estadísticas de flipar en la liga: 38 partidos sobre 42 posibles y 2.956 minutos en el campo. Y con Carcedo y sin Carcedo. También con Paco Jémez, que igualmente le entregó el timón. En enero ya se oían cantos de sirena en todas las calas de Ibiza. El pulmón del sorprendente Ibiza, el valiente que acababa de superar un cáncer, se instalaba en un lugar preferente del mercado de la categoría de plata. Incluso el Huesca, después de una prosaica temporada tras una considerable inversión, pensó en Manu Molina como motor de juego e ilusiones en tiempos de Rubén García como director deportivo. Al final, acabó en Zaragoza. Entre otras razones, porque se encuentra muy a gusto con Carcedo.

El Real Zaragoza ha incorporado un futbolista eléctrico, dinámico, con muy buena capacidad para la presión tras pérdida, notable acierto en la toma de decisiones en corto y muy alto nivel de ejecución. También puede jugar en largo. Además, posee muchísima personalidad como demostró siendo un chavalito cuando Mauricio Pochettino le hizo debutar con el Espanyol frente al Real Madrid. Tan joven para comparecer en el Bernabéu, Manu Molina no se cortó ni un pelo y bajó a recoger la pelota entre los centrales. Además, mostró despliegue para llegar hasta el área contraria. Reitero, en el Santiago Bernabéu...

En esencia, Manu Molina es un mediocentro. En una estructura táctica 4-2-3-1, uno de los dos mediocentros, y en un sistema 4-3-3, por delante del pivote defensivo. Sería un error encorsetarlo. Una de sus virtudes es los kilómetros que hace. Pese a no ser muy alto, tiene mucha presencia en el juego a través de su recorrido físico, de su despliegue. Siempre da una solución en la zona cercana al balón. Necesita libertad.

Si mezcla bien con Grau, otro futbolista que acaba de superar un trance duro, el Zaragoza pisará fuerte en Segunda. Además, necesitará dominar el partido, tener el balón. Incluso defender con balón. Al fin y al cabo, el que mejor conoce a los futbolistas es el balón. Sabe quien lo acaricia, quien lo aporrea... Por eso a Manu Molina, el motor de la superación, le gusta tanto el balón. Y viceversa...

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