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Samuel Porcel: la colosal aventura de un ciclista aragonés

Natural de Larués (Huesca), es el único español participando en la Ultimate Pyrenees Pursuit: 2.750 kilómetros y 66.000 metros de desnivel acumulados en bici en la cordillera pirenaica a completar en 11 días.

Samuel Porcel afronta la épica Ultimate Pyrenees Pursuit.
Samuel Porcel afronta la épica Ultimate Pyrenees Pursuit.
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Es dureza. Es sacrificio. Es desafío. Es motivación. Y, como todo buen amor, también es locura. Palabras y adjetivos que empequeñecen al ponerlos al lado de los números a los que se enfrenta desde el pasado domingo el cicloturista aragonés Samuel Porcel Dieste: 2.700 kilómetros, 66.000 metros de desnivel positivo, 50 puertos de alta montaña y 11 días y 12 horas de margen para completar por las arterias de los Pirineos uno de los desafíos ciclistas más épicos, colosales y admirables jamás diseñados.

La aventura, el reto, tiene el nombre de Ultimate Pyrenees Pursuit y recoge las esencias de las ‘brevets’ y ‘randonnees’ tan arraigadas en la cultura ciclista francesa. Pruebas de ultrafondo y larga distancia, a menudo superiores a los 500 kilómetros y definidas por su carácter aventurero: hay un límite de tiempo, un recorrido, unos puntos de control y poco más. El resto es autosuficiencia. El ciclista se organiza, descansa y duerme cuando y donde puede, se alimenta en ruta en cafeterías, gasolineras o máquinas de ‘vending’, y resuelve sus problemas técnicos, no tiene asistencia de ningún tipo. Una modalidad de ciclismo que va más allá, que pone a prueba las condiciones atléticas, pero, sobre todo, los secretos de la mente: soledad, sueño, mal tiempo, imprevistos… 

Acostumbrado a todo ello está Samuel Porcel, de 40 años. Su blog ‘Paisajes Ciclistas’ es una referencia dentro del cicloturismo aragonés. Ahí recopila todas sus experiencias: brevets como la histórica París-Brest-París de 1.200 kilómetros o la Race Across France, 2.560 kilómetros y 37.000 metros de desnivel completados en algo más de 7 días en 2019. Pero también sus salidas dominicales, que para él no son como las de un cicloturista corriente, no. Samuel acostumbra a etapas de 400, 500 o 600 kilómetros recorridos en un mismo día uniendo carreteras de Aragón, enlazando, si es preciso, dos días sin parar a dormir. Solo pedales y la mirada al frente. Un ejemplo de 450 kilómetros de tirón: Villanueva-Bujaraloz-Escatrón-Albalate-Muniesa-Fonfría-Mainar-Morata-Tabuenca-Borja-Mallén-Tauste-Villanueva.

Samuel Porcel afronta la épica Ultimate Pyrenees Pursuit.
Samuel Porcel afronta la épica Ultimate Pyrenees Pursuit. En la foto, con casco blanco y gafas oscuras, en la salida de Bagneres de Bigorre.
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Sin embargo, ninguna de estas proezas cotidianas alcanza el tamaño y el peso, ni tampoco el filo de sus dientes, de la Ultimate Pyrenees Pursuit, una idea maquinada en la cabeza de Jean Philippe Soulé, un antiguo empleado de Microsoft en Seattle que decidió fundar una agencia de viajes dedicada al cicloturismo y que acostumbraba a participar en pruebas de larga distancia. Así germinó la idea, cuenta Soulé: “Quería algo único, algo extremadamente hermoso y duro. Una vez trazada, me di cuenta de que era la carrera más dura del mundo. Anuncié que nadie sería capaz de terminarla, para que nadie pensara que sería fácil y así hacer un pequeño recorte en marketing”.

La edición de 2021 arrancó el pasado domingo a las 8 en Bagneres de Bigorre con Samuel Porcel en la salida. Tiene hasta el próximo día 30 a las 20.00 para completar el desafío. Es el único español porque, en realidad, pocos ciclistas se atreven a algo semejante: “La prueba tiene tres variantes en longitud y dificultad, pero en la larga, larga, la de 2.700 kilómetros, 66.000 metros, solo empezamos tres. Ahora solo quedamos dos después de que otro participante se haya tenido que retirar por una lesión en el tendón de Aquiles”, relata desde las faldas del puerto de Envalira, frontera entre Andorra y Francia que cruzó en la mañana de este miércoles.

El recorrido lo dibujan varios bucles que unen los grandes colosos de los Pirineos. Samuel partió en dirección al cabo de Creus, en Cataluña, donde subió, por ejemplo, el puerto de Pal, para regresar, ahora, al centro de la cordillera por Andorra, entrar en los próximos días en Aragón por el Portalet y salir por el Somport, y emprender camino hasta Hendaya, a orillas del Atlántico. Y, desde allí, media vuelta, por las carreteras del País Vasco francés, para volver en dirección a Bagneres de Bigorre cruzando los principales valles pirenaicos. No falta ninguno de los gigantes del Pirineo: el Tourmalet se asciende dos veces, y le acompañan, entre otros: Pailheres, Envalira, Bales, Aubisque, Marie Blanque, Pierre de Saint Martín, Larrau, Tente, Gavarnie, Luz Ardiden, Hautacam… Todo ello en otoño: lluvias, nieblas, temperaturas en descenso… “De momento, estoy muy entero. Empecé fuerte. El primer día hice más de 700 kilómetros sin parar a dormir. Arranqué a las 8.00 de la mañana del domingo, hasta las 19.00 del lunes. Llevaba idea de alargar otra hora pero me pilló una tormenta en el col de Ares que me descompuso y me dejó tiritando. Me metí en un albergue, pero no pude cenar nada, al menos pude ducharme y dormir”.

La prueba se basa en el ’bikepacking’: una bicicleta con alforjas ligeras. Hay que llevar lo mínimo para subsistir: abrigo, ropa, vituallas, repuestos, saco de dormir, iluminación para pedalear de noche… Además de un rastreador por satélite. “Aquí la clave es el desnivel más que la distancia. Hay que guardar fuerzas siempre. Si revientas en algún puerto de montaña, te tienes que retirar. Por eso, se trata de avanzar, pero tranquilo y dosificando todo lo posible”, explica. “La estrategia en ruta está muy condicionada por los puertos. Suelo empezar entre las 5-6 de la mañana y acabar sobre las 8 de la tarde. Pero, a veces, hay que parar antes de hora o empezar antes en función de donde estés, como me pasó el martes tras subir Puigmorens. Eran las 8 y tocaba Envalira y no me atreví a subir para coronar a las 22, y tener que bajar a Andorra de noche y con frío. Puede ser peligroso. Ese tipo de cosas condiciona”, narra Samuel.

En los próximos días, su bici apuntará al oeste. Tiene hasta el día 30 para cerrar el círculo de la gesta de su vida, nada fuera del alcance para quien, de niño, se iniciara en la bici con sus primeras rutas, como la ida y vuelta desde Larués, su pueblo, en la Jacetania, hasta Jaca. "Eran 60 kilómetros, pero con nueve años creo que ya está bien", remata.

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