Garbiñe Muguruza: "La presión es un privilegio"

La campeona de Roland Garros 2016 y Wimbledon 2017 afronta con ilusión un 2021 olímpico y hace balance de un año atípico, marcado por un parón competitivo que le ha servido para madurar y explorar nuevas cosas.

Madrid, 22 dic. (COLPISA, José Manuel Andrés)
Garbiñe Muguruza, en acción en Roland Garros
Garbiñe Muguruza, en acción en Roland Garros
CHARLES PLATIAU

El año 2020 toca a su fin. El más extraño, también para una estrella del tenis mundial como Garbiñe Muguruza. Tan talentosa como a veces lastrada por una cierta irregularidad, a sus 27 años puede presumir de haber llegado al número 1 del mundo y de disponer de un palmarés que justificaría por sí solo toda una carrera, pero sigue teniendo por delante muchos años del mejor tenis y además los afronta con un espíritu renovado. No es fácil jugar con la presión de ser toda una ganadora de Roland Garros y Wimbledon, los dos torneos por todo tenista soñados, pero casi una década al máximo nivel forja un carácter especial. "La presión es un privilegio. Cuando sales a jugar y sientes que tienes que hacerlo bien y que es un torneo importante es mejor. Esa responsabilidad de haber entrenado fuerte y estar lista... Yo prefiero verme como un posible campeona en cada torneo que juego", responde con determinación cuando se le pregunta por el peso de su propia trayectoria.

Después de un 2020 atípico, su balance es positivo a pesar de que la sensación es que el parón provocado por la pandemia frenó una progresión excelente después de unir su camino al de otra leyenda del tenis femenino español, Conchita Martínez, como entrenadora. A principios de año llegó a la final del primer Grand Slam de la temporada, el Abierto de Australia, antes de que la covid-19 hiciese su aparición. "Ha sido un año raro, con mucha incertidumbre. Está claro que empezó muy bien y luego hubo una especie de parón, una especie de nueva vida para nosotros. Siempre estoy viajando mucho. Ahora buscando más tranquilidad, entretenerme de alguna manera y mantenerme activa haciendo otras cosas. Saco siempre el lado positivo de todo lo malo y he aprovechado para explorar nuevas cosas", rememora, poniendo en valor aquello de parar para poder seguir con más fuerza, más en un deporte tan global como el tenis,

La idea de explorar nuevos horizontes lo demuestra el hecho de aceptar el reto de compartir fogones con el chef Paco Roncero, uno de los máximos exponentes de la cocina de vanguardia española. Junto al madrileño y en un evento organizado por Caser, uno de sus patrocinadores, la tenista española de origen venezolano ahonda en sus intereses culinarios y prepara un menú navideño basado en un primer plato de cardo con castañas, seguido de un capón relleno de frutos secos y setas, todo ello culminado con un tiramisú especial bautizado Muguruza por el cocinero. "Siempre me he interesado por la cocina porque a mi madre le gustaba y su sueño era tener un restaurante. La alimentación sana forma una gran parte de mi vida porque vivo de mi cuerpo y siempre digo que es mi fórmula 1, por eso tengo que darle calidad y alimentos saludables. Ha sido una súper experiencia cocinar un plato navideño porque además siempre viajo en estas fechas y nunca sé cuál es el plato navideño tradicional. Por fin lo he visto y además saludable", explica, entusiasmada con la oportunidad y orgullosa del resultado del esfuerzo empleado en un menú a todas luces apetecible.

Acostumbrada a jugar en los escenarios más importantes del mundo, antes miles de espectadores, la sensación desangelada de dos grandes como el US Open y Roland Garros, que esta temporada se disputaron a puerta cerrada o con apenas presencia de público y en fechas muy diferentes a las habituales en Nueva York y París, Muguruza describe gráficamente lo que supuso jugar en estas condiciones: "Fue realmente difícil porque estamos acostumbrados a jugar con público, que nos da la chispa, la vida y el nerviosismo. Entrar a un estadio vacío es un reto porque echas de menos esa energía de la gente que viene a verte y que es parte del show".

Atrás queda ya 2020, un año que debía ser olímpico y no lo fue. Salvo sorpresa los Juegos de Tokio sí que llegaran en el verano de 2021 y ese es precisamente el gran objetivo para cualquier deportista, también para Muguruza, ilusionada por la que sería su segunda experiencia olímpica tras los octavos de final en el torneo individual femenino de Río 2016, pero que tampoco renuncia a nada en todos los grandes torneos. "Un año olímpico siempre es muy especial. Era el año pasado pero se tuvo que aplazar así que espero que este año se pueda organizar. Es difícil poner un objetivo cuando hay tanta incertidumbre. Únicamente jugar los torneos importantes y levantar los trofeos importantes. Levantar un trofeo es la máxima sensación posible y siempre lo tengo como objetivo", describe, con la emoción propia de quien sabe lo que es levantar los más importantes títulos.

"Fuerza y ánimo porque esto es algo que nos está afectando a todos, no es un mal de solo una persona. Es un reto y cambiarán las cosas porque lo malo no dura para siempre", transmite finalmente a modo de mensaje navideño y de ilusión para un 2020 que se presenta cargado de retos. Para empezar, en Abu Dabi en los primeros días del año, antes de viajar a Australia para afrontar los torneos de la WTA previos a la primera gran cita de la temporada, ese Abierto de Australia del que solo Sofia Kenin la separó el año pasado.

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