ciclismo

La Vuelta a España descubre Vió y Fanlo

Por primera vez, una carrera ciclista incluye en el recorrido de una etapa este encadenado de subidas, un clásico del cicloturismo del Pirineo aragonés ubicado en el borde sur del Cañón de Añisclo. 

El acceso a la carretera del cañón de Añisclo permanece cortado desde abril de 2017.
El acceso a la carretera del cañón de Añisclo permanece cortado desde abril de 2017.
Mario Pallaruelo

La etapa de este sábado en La Vuelta entre Huesca y Sabiñánigo, la primera con recorrido íntegro en Aragón, descubre uno de los tesoros mejor escondidos del ciclismo aragonés: la pintoresca y emblemática carretera del Cañón de Añisclo, en la frontera sur del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido. Por primera vez, la competición cruzará esa vía excavada en piedra y roca, retorcida y sinuosa, escénica y bella. Lo hará en dirección este-oeste, accediendo por Escalona, cerquita de Ainsa, y desembocando, casi 25 kilómetros después, en el paso de Fanlo después de un largo ascenso por el ramal del valle de Vio (no por la carretera tradicional colgada sobre el Cañón, paralela, habitualmente de dirección única debido a su angostura).

Esta vertiente, más que un puerto de montaña, es una subida con dos collados de paso. Por un lado, Vió, clasificado de segunda categoría, con 13 kilómetros de ascensión al 5,4% de pendiente media y un violento inicio con casi un 8% medio en el tramo que une Puyarruego y Buerba, siguiendo el curso agreste del río Aso. Después, una vertiginosa y corta bajada, para afrontar la subida, de tercera categoría, al pueblo de Fanlo, a 1.374 metros de altitud, con otros 8 kilómetros para arriba, estos más llevaderos.

Este encadenado nunca se había incluido en una carrera ciclista profesional, está inédito, pese a tratarse de una de las carreteras más reconocidas del cicloturismo aragonés por sus vistas panorámicas, sus paisajes, su tranquilidad y los kilómetros de ascensión ininterrumpida. Puede decirse, si se entiende la unión de ambos collados como una única subida, que estamos ante uno de los puertos asfaltados más largos del Pirineo aragonés.

La Vuelta a España, de la que Fernando Escartín es uno de sus comisarios técnicos, decidió incluirla en su trazado de 2020 tras reformar su asfalto y adecuarlo a los mínimos necesarios para la competición. Este tramo se afrontará este sábado entre los kilómetros 110 y 136 de la etapa, después de alcanzar Ainsa y girar a la izquierda en Escalona. No es excesivamente duro ni exigente, pero por su características y su ubicación dentro de la etapa es ideal para aquellos ciclistas ambiciosos que busquen un movimiento rompedor porque, luego, la carrera se introduce en un tobogán final (bajada a Sarvisé y Fiscal, subida por los túneles de Petralba, y descenso rápido hacia Sabiñánigo, como en la Treparriscos de la QH) que dificultará las persecuciones.

Hace unos días, los corredores aragoneses Jorge Arcas y algunos de sus compañeros de Movistar, y Fernando Barceló (Cofidis) reconocieron la zona una vez más. Para Arcas, será una jornada especial: natural de Sabiñánigo conoce esos kilómetros finales como la palma de su mano. Quizá, como gregario incansable, no tenga la libertad de movimientos que sí puede tener Barceló. Para las condiciones del ciclista de Huesca, las subidas a Vió y Fanlo, sin ser muy exigentes, le van muy bien y le habilitan a un posible movimiento lejano. Quizá, sea el punto del mapa de esta Vuelta en el que Barceló tiene la chincheta puesta.

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