¿A qué suenan los logotipos de las plataformas?

Millones de personas suscritas a contenidos de ‘streaming’ escuchan estos sellos sonoros.

Alfred Hitchock, maestro en todo, también cuidó la música integral de sus películas.
Alfred Hitchock, maestro en todo, también cuidó la música integral de sus películas.
Heraldo

Hay millones de personas que ven la cortinilla de Netflix cada día, aunque no podamos calcular cuántas exactamente. La nueva Ley del Cine, anunciada recientemente, contempla la posibilidad de reclamar tanto a esta como a otras plataformas el número de visualizaciones de cada contenido, mientras que ahora solo comparten sus discutibles rankings de lo más visto. 

Sí sabemos que cuando los 221 millones de suscriptores de Netflix comienzan a ver una obra de su catálogo se encuentran con ese inconfundible sonido que se ha transcrito como ta-dum. Por su parte, los 130 millones de abonados a Disney + escuchan la clásica estrella fugaz cruzando el cielo. 

Justo después de darle al play, los espectadores de Amazon Prime Video, más de 150 millones el año pasado, saben que sonará la característica flecha de la marca. Y la suma de suscriptores de HBO y HBO Max, unos 73 millones, sienten una mezcla de excitación y expectativas al escuchar el ruido blanco de un televisor analógico. Se denominan logotipos sonoros y se han convertido en auténticas cortinillas de la ficción, una señal inequívoca de que estamos a punto de entrar en otra realidad, un marco para lo imaginario. 

Tanto es así que a veces la experiencia entre ese breve sonido y la historia posterior van de la mano. Marina Hervás, profesora en el Departamento de Historia y Ciencias de la Música de la Universidad de Granada, se dio cuenta mientras veía ‘Narcos’. «Escuchar el sonido de Netflix para mí ya marcaba el inicio de la serie, no hacía falta ni que sonase la cabecera», recuerda. 

Esta filósofa y musicóloga acaba de publicar ‘La escucha del ojo. Un recorrido por el sonido y el cine’ (Editorial Exit), un libro en el que repasa cuál ha sido el papel de lo sonoro en la evolución del medio cinematográfico, desde los primeros ruidos que se escuchaban en la sala (conversaciones, crujidos de sillas, abucheos) hasta los actuales e inmersivos sistemas Dolby Surround, pasando por la función anticipatoria de los títulos de crédito o el carácter épico y orquestado de los logotipos sonoros, como el de la 20th Century Fox. 

Varios de ellos fueron creados hace décadas pero nos siguen acompañando hoy en día, como el legendario rugido del león de la MGM, que lleva sonando desde 1928 y que precede a clásicos como ‘Lo que el viento se llevó’, pero también a películas tan recientes como la última obra de Paul Thomas Anderson, ‘Licorice Pizza’. Para Hervás, con la introducción de estas melodías o sonidos ir al cine se anuncia «como una aventura, una salida potencial de la vida cotidiana».

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