Blog La voz de mi amo

por Matías Uribe

la voz de mi amo

Con la finura de Melody Gardot

La artista de New Jersey publica un quinto álbum, ‘Sunset In The Blue’, en el que regresa al jazz orquestal más puro y clásico, todo un bálsamo anti ruidista y reparador.

Melody Gardot es una de las grandes voces femeninas del jazz de este siglo.
Melody Gardot es una de las grandes voces femeninas del jazz de este siglo.
M. G.

Una voz de una pureza extraordinaria, de un timbre limpio y aclimatación perfecta -pese a su juventud- al exigente clima del jazz. Desde los inicios de la década pasada Melody Gardot es una de las grandes figuras femeninas del género de este siglo. Entró en la música más por terapia que por devoción: un fatal accidente de tráfico -la atropelló un coche mientras iba en bicicleta- la dejó en una cama inmóvil, con un difícil pronóstico de levantarse de ella. Tenía 19 años. Un médico no le recomendó, sino que la obligó a sentirse activa, moviendo los músculos que pudiera y ocupando su cerebro en aquello que más le agradase. Como la música le atraía, comenzó a tocar la guitarra y hasta compuso varias piezas como terapia para llenar las largas horas de encamamiento forzoso.

Y de allí, con la fortuna de una recuperación completa, a los discos y las actuaciones. Y con el jazz más clásico por bandera. Sus discos hablan por ella. Una macedonia de estilos dentro del género que lo mismo expanden vahos del baladismo crooner, bossa, soul, gospel, africanismo, scat…, siempre amasados con una delicadeza y una suavidad de terciopelo, y claro, con esa voz templada e intimista que evoca a otras grandes figuras, tanto veteranas como recientes. Melody es algo de Ella Fitzgerald, Astrud Gilberto, Audrey Hepburn, Nora Jones o Diana Krall, no una copia sino un compendio de algunas de las mejores virtudes de las citadas, siempre pasadas por el tamiz de la fragilidad y el ensueño. Una música y unos discos perfectos como antídoto contra el ruido y la vulgaridad.

La descubrí en 2009, a raíz de la publicación de su segundo álbum, My One And Only Thrill. Entonces escribí en el Heraldo una breve tarjeta de presentación: “Otra jazzista tras los pasos de Diana Krall y Norah Jones, o sea, otro bello disco de jazz actual. Es el segundo de esta completa artista norteamericana que no solo canta suave y confesional, sino que en todas las pistas, acompañada de una gran orquesta, se hace cargo de la guitarra y del piano. Un grave accidente de carretera y una larga recuperación la llevaron de pleno a la música como terapia. Y bien que aprovechó esa terapia intensiva. Los resultados están patentes en las once piezas que componen este segundo álbum en el que Gardot evoca a Sinatra, Ellington y a los grandes compositores brasileños. Exquisitez a granel”.

Tarjeta que, apenas unos días después de octubre de aquel año 2009, amplié con la crítica del disco en el inolvidable suplemento del periódico, Muévete: “Diana Krall, Norah Jones…, quienes disfrutan con estas nuevas damas del jazz tienen en Melody Gardot otra oportunidad para subirse a la exquisitez. Esta cantante, guitarrista y pianista norteamericana acude a Frank Sinatra, a Duke Ellington, a Stan Getz, a Caetano Veloso y a los grandes compositores brasileños para ensartar un segundo álbum de reminiscencias completamente clasicistas, bien exploradas previamente en el jazz, pero no por ello menos deslumbrantes. Melody canta suavecito y confesional, casi a lo Astrud Gilberto, con gran orquesta detrás y mostrando soltura para moverse por ese mundo de antaño pero nunca periclitado. Fino”. Y cuatro estrellas.

Perdón por tanta autocita y por su extensión. No es autobombo sino la forma más directa, a mi entender, para explicar el ecosistema musical en el que se desenvuelve esta cantante y compositora y para saludar con gran agrado su vuelta más pura a aquel ecosistema tan oxigenado y diáfano con su nuevo y más reciente álbum, Sunset In The Blue, atardecer azul o atardecer triste, que define a la perfección el clima, la nostalgia y la suavidad que desprenden las doce canciones del álbum, con versión incluida de la eterna Moon River, de Desayuno con diamantes. Una delicia de disco para aplicarse en el interior del cerebro como bálsamo purificador y tranquilizante. En medio de aquel segundo álbum y este quinto, dejó The Absence (2012), con apertura al africanismo vía una larga pieza de 18 minutos y sobre todo a las resonancias portuguesas y brasileñas, y el extraordinario Currency Of Man (2015), tomado exquisitamente por el soul, el funk, el blues y el gospel.

Y también un álbum doble en directo, Live In Europe (2018), con la portada más atrevida y sensual de la historia: ella sola en el escenario, con la guitarra y completamente desnuda. Si bien era un desnudo trasero, jamás se ha realizado portada discográfica de semejante tesitura y atrevimiento fotográfico, al menos que yo recuerde. “Para mí, la portada de un álbum es como un póster de película. Quería una imagen que fuera pura feminidad, que pudiera agradar a un escultor. Sufrí mucho, por lo que estar de pie y desnuda en el escenario con una guitarra es una victoria ", comentó en la revista francesa Numéro cuando salió el disco. Dentro había una variadísima selección de 17 piezas grabadas durante los conciertos que dio en diversas capitales europeas entre 2012 y 2016.

Por cierto, New Jersey es la patria pequeña de Sinatra, Springsteen, Bon Jovi, Dione Warwick, Paul Simon, Whitney Houston, Nancy Sinatra… y esta melodiosa Melody Gardot. ¿Será por ello que New Jersey se le conoce como el Garden State?

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