día del pilar

Las flores, la esencia de una jornada masiva

Siempre han estado y siempre estarán, las flores dan el color y acompañan a la Virgen no solo el día de la Ofrenda, sino también durante los siguientes, convirtiéndose en coprotagonista de la imagen más deseada por los zaragozanos y los turistas.

Ofrenda de Flores de 2022.
Ofrenda de Flores de 2022.
José Miguel Marco

Las flores son la esencia del Día del Pilar, tanto desde que en 1958 se llevara a cabo la primera Ofrenda de Flores a la Virgen, como desde antes. Siempre se han utilizado como signo de devoción personal y colectiva, al igual que se hacía con las velas o incluso, quien podía, con mantos, joyas o dinero. También, incluso antes de instaurarse esta tradición que ya acumula 65 años de historia, la flor como elemento iconográfico ya tenía un relevante papel en las representaciones marianas y no era extraño verla en representaciones asociadas a las Fiestas del Pilar de Zaragoza. Y, una vez ya instaurada, su presencia no ha dejado de crecer, favorecida por la cada vez más masiva afluencia a la capital aragonesa durante su semana grande. El año pasado se entregaron ocho millones de flores en la Ofrenda más multitudinaria de la historia, un hito que este jueves incluso podría superarse.

El origen de esta tradición se remonta a finales de los años cincuenta, aunque alrededor de una década antes ya existía la costumbre de adornar con flores el camarín de la Virgen, en el interior de la basílica del Pilar. Era un acto un tanto íntimo y elitista. Sin embargo, no fue hasta 1958 cuando el concejal de festejos, Manuel Rodeles, con la voluntad de popularizar esta tradición y recuperar el uso del traje regional, viajó por Valencia para conocer de primera mano los ritos florales en honor a la Virgen de los Desamparados. Así, bajo el mando del alcalde Luis Gómez Laguna, ideó "unos proyectos ambiciosos, por cierto, para años sucesivos", según recogía la prensa entonces.

Durante los primeros 28 años se decidió repartir ramos de manera gratuita. Estos se elaboraban el día previo y se entregaban, por los jardineros municipales, la mañana del 12, en el centro de la ciudad. Se empezó con 2.000 unidades, como oferentes participaron aquel primer año en la Ofrenda. Posteriormente, se tuvo que incrementando: 12.000 ramilletes en 1965, 20.000 en 1968 y unos 30.000 en 1978. Así, hasta que la cifra comenzó a resultar insostenible para las arcas municipales. En 1978 se comenzó a recomendar a los oferentes que cada uno adquiriera sus propios ramos, pero no fue hasta 1986, año en que falleció el que fuera alcalde de la ciudad Ramón Sáinz de Varanda, cuando finalmente se cortó esta costumbre. Este cambio no provocó el desánimo entre los participantes. La tradición siguió creciendo de manera exponencial y ahora la entrega de flores es cada año millonaria.

En aquellos primeros compases, los jardineros municipales trabajaban hasta tres días en la elaboración de los ramos gratuitos, también llamados prendidos, de tres claveles cada uno. Una vez terminaban, los colocaban en cubos de agua fresca y a la mañana siguiente, antes de las 7.00, los trasladaban hasta la plaza de los Sitios, donde los repartían. Estas flores llegaban desde Barcelona, ya que por aquel entonces, en Zaragoza apenas existían floristerías que pudieran cubrir esta demanda, que además cada año que pasaba iba en aumento. A la falta de establecimientos dedicados a estas ventas, había que añadir otro problema: en Zaragoza no se cultivaba flor, una actividad que se empezó a desarrollar a partir de los años 80. Para esa primera Ofrenda, la del 12 de octubre de 1958, las flores se compraron en Tortosa y costaron 50 pesetas la docena, lo que serían 30 céntimos de euro en la actualidad, aunque el valor del dinero de ambas épocas no es comparable.

Cada año, la Ofrenda fue cogiendo mayor impulso y, además de recibir las flores por el recorrido habitual, incluyó nuevas formas de entrega. Solo un año después de instaurar este práctica, varias avionetas lanzaron a la plaza abundantes pétalos, una labor que al año siguiente fue llevada a cabo por dos helicópteros. Desde 1995 este acto está institucionalizado, siendo el responsable de la ofrenda aérea el Real Aeroclub de Zaragoza. Es el particular homenaje que los pilotos españoles, civiles y militares, hacen a Santa María del Pilar para agradecer su protección. A ellos se suma la participación de varios aviones F-18 del Ejército del Aire, que, tras concluir el desfile de la Fiesta Nacional celebrado esa misma mañana en Madrid, se desplazan hasta Zaragoza para rendir homenaje a la Reina de la Hispanidad, sobrevolando su plaza.

También hay una ofrenda fluvial. La primera multitudinaria tuvo lugar en 2008, aprovechando la navegabilidad del Ebro gracias a la construcción del azud para la Expo. Tres ebrobuses de 24 plazas cada uno salieron desde Vadorrey y, a una velocidad de crucero de 6 nudos, tardaron 20 minutos en completar el trayecto hasta el embarcadero situado detrás de la Basílica. Este año, debido al reducido caudal, la falúa no hará el trayecto. Y, desde 2013, todos los 11 de octubre, tiene lugar, en el Acuario de Zaragoza, una ofrenda subacuática. La de este miércoles tuvo un carácter intergeneracional, con la participación de personas mayores, junto a padres e hijos.

Además de las flores que llegan por tierra, río y aire, también es posible hacer una entrega virtual, una iniciativa que surgió tras la cancelación de este popular acto en 2020 a consecuencia de la pandemia del coronavirus. El año pasado, el primero sin restricciones, se llevaron a cabo, solo hasta el Día del Pilar, alrededor de 18.000 ofrendas virtuales y este espacio contó con 45.000 visitas de 34 países diferentes.

Sea como fuere, el objetivo es el mismo: honrar a la Virgen del Pilar. Y para ello, los claveles blancos y rojos han sido siempre los protagonistas, aunque se han ido produciendo algunas variaciones dentro del manto de la Virgen, y también fuera. Al principio, el manto propiamente dicho, el de la peana, estaba formado por claveles de todos los colores, rojos, rosas y blancos. Y no fue hasta 1982 cuando el Ayuntamiento decidió que solo se utilizaran claveles blancos, por lo que desde entonces se pidió a los grupos que desfilaban a primeras horas que llevaran solo flor blanca, con el objetivo de facilitar el trabajo. La intención era que así resaltara, todavía más, la Cruz de Lorena, que se integra en medio del manto, a las 12.00, momento en el que tiene lugar el encuentro procesional entre la Iglesia, encabezada por el arzobispo, y la Corporación Municipal. En 2012, el planteamiento volvió a cambiar y, desde entonces, el color del manto varía según el año. Los pares debe ser rojo, mientras que los impares, como este, será blanco.

Durante estos años también ha evolucionado la entrega. Desde hace un tiempo, está prohibido llevar los ramos con envoltorios de plástico. De hecho, en las inmediaciones de la plaza del Pilar y en los accesos de los oferentes, el Ayuntamiento cuenta con voluntarios para recogerlos. "Siempre se intenta no poner ni el lazo de Aragón ni nada, porque luego hay que retirarlo por una cuestión ecológica", recuerda el presidente de la Asociación de floristas de Aragón, Rubén Cebollero, quien reconoce que hay gente que lo pide. El objetivo, en la actualidad, es usar rafias naturales para que "no contaminen" y "se pueda depositar el ramo directamente". Independientemente de si llevan lazo o no y el color escogido, la realidad es que las flores son, después de 65 años, las coprotagonistas, junto a la Virgen, de la fotografía más deseada.

Del clavel suelto a la innovación del concurso

En Zaragoza se venden estos días millones de flores, alrededor de un 10% de la facturación anual de las floristerías. Son unas jornadas intensas, pero también "alegres" en estos comercios en los que desde unos 20 días antes ya se reciben encargos. "Este año hemos notado más afluencia antes de tiempo. Creo que se puede marcar un nuevo récord", puntualiza Rubén Cebollero, presidente de la Asociación de Floristas de Aragón. Alrededor de una semana antes del Pilar, ya empiezan a recibir las flores, con el objetivo de que el día 12 estén "en el punto de maduración exacto". "Este tipo de trabajos no consisten en que la flor esté demasiado cerrada, tiene que estar abierta ya", recalca. Es la del 11 la jornada de mayor ajetreo, tanto por la preparación de los ramos –que comienza unos dos días antes– como para las entregas, ya que son pocos los que apuran al mismo Día del Pilar.

Fermina Asensio, de Gálvez Floristas, prepara un ramo para una de las jornadas más importantes y alegres del año.
Fermina Asensio, de Gálvez Floristas, prepara un ramo para una de las jornadas más importantes y alegres del año.
Rubén Losada

Lo más demandado son los claveles blancos. También abundan los rojos, especialmente los años pares cuando el manto de la Virgen es de este color. Aunque en antaño se llevaba mucho la flor suelta, con un papel de plata abajo, ahora lo más común son los ramos tipo bouquet. Y la demanda de gladiolos se ha reducido prácticamente a las "personas de mayor edad". "Ahora también se llevan ramos más elaborados y el concurso está impulsando mejores trabajos", recuerda Cebollero, que lleva desde que se puso en marcha trabajando en él. En estos años ha visto paraguas florales, bastones de tipo pastor decorados y algún bolso. "Lo importante es que sea acorde, ya que a veces hay cosas demasiado modernas para lo que es una ofrenda", puntualiza. En este sentido, detalla que lo fundamental es que "esté bien hecho", en relación a la técnica, el color, acompañando al traje... "Todo influye, incluso la altura del oferente", ejemplifica. Y lo compara con una "obra de arte efímera".

El precio medio de una docena de claveles oscila entre 18 y 22 euros, sin embargo, también hay personas que prefieren llevarse media docena o flores sueltas. Cebollero recomienda que, una vez se recojan, se mantengan en un espacio fresco, que no esté cerca ni de un radiador ni del aire acondicionado y ponerlo en agua. También hay quien, especialmente empresas, instituciones o grupos relevantes, apuesta por los escudos o trabajos de gran tamaño. Estos encargos –que son los primeros que llegan a los establecimientos– se entregan el 12 a las 5.00 en los puntos de recogida, como es el de la puerta de Correos, del paseo de la Independencia.

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