Lola Índigo: la diva de Besson halla su quinto elemento en Valdespartera
Las Fiestas del Pilar ya tienen a su Madonna: la madrileña entusiasmó a los miles de seguidores que acudieron a verla al Espacio Zity
"El día que más se ha llenado, te lo digo yo". Un camarero en la carpa grande del Espacio Zity zanjaba así el incipiente debate en Valdespartera por las comparativas de impacto entre los artistas que ya han actuado allá en estas Fiestas del Pilar. Scherezade, Sonia y Carlos, menores de edad (acompañados de la madre de Sonia) y fans mayores de la gran protagonista de la noche, lo tenían claro. "Es que no hay nadie como Lola", decía Carlos, claramente el gran experto en la materia en ese terceto. Desde luego, para los miles de asistentes que la jalearon, cualquier otra valoración no tenía sentido enn lo tocante a Lola Índigo.
Tras una buena dosis de electrolatino en el calentamiento, y el sorprendente hecho de que sonase el ‘Jump around’ de House of Pain con nula reacción de la gente –se entiende más viendo la media de edad– comenzó el concierto con 20 minutos de retraso. Una nube de móviles al cielo enfocaban a un gigantesco huevo de avestruz en el escenario, rodeado por una especie de pantalla ‘stargate’ de bordes luminosos:del huevo nació la estrella, regia en su presencia, con larga melena aguamarina y conjunto blanco, rodeada enseguida de un cuerpo de ocho bailarines de ambos sexos que se movían tan bien como ella.
‘Animal’, el tema de apertura, encendió al personal como un dominó flamígero. Entre el público destacaba un colectivo clásico de estos conciertos henchidos de adolescentes:el papá y la mamá en los laterales. Pepe explicaba su caso tras la primera canción. "La chica está al otro lado, ya sabe donde tenemos que juntarnos al final. Tiene 13 años, está con tres amigas, llevo luego a las chicas a sus casas. Nos organizamos los padres en estas primeras salidas".
Lola abordaba ‘Para olvidarme de ti’ como segundo aldabonazo, con hechuras muy similares al corte inicial. Música pregrabada, por supuesto, no se esperaba otra cosa; el espectáculo, eso sí, es de muchos kilates. Lola Índigo es una diva rocera, cariñosa y cercana con sus fans, que luce intocable en mitad de su ‘performance’ pero habla con la gente entre canción y canción como una cantante de orquesta en las fiestas de un pueblo pequeño; eso sí, bebe agua o isotónico de una botella revestida de espejitos. Madonna se queda corta ahí con Lola.
Sonó ‘Discoteka’, grabada con María Becerra en su último disco, ‘El dragón’ (2023). No faltó, y que no falte, el juego de voces con el público para corear una canción inminente, un pequeño ‘medley’ con ‘Turismo’ y ‘La tirita’, canciones coreadas por todas las gargantas como ‘Toy story’ y mucha actitud. Sin duda, seguirá arriba un buen tiempo.
