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Las bombas atacan el Pilar

La basílica recibió dos artefactos en la Guerra Civil y sufrió un atentado anarquista en octubre de 2013   

Restos tras el atentado en la Basílica. Un grupo anarquista autodenominado Comando Insurrecionalista Mateo Morral coloca un artefacto explosivo en el interior, sin que hubiera que la mentar daños personales
Restos tras el atentado en la Basílica. Un grupo anarquista autodenominado Comando Insurrecionalista Mateo Morral coloca un artefacto explosivo en el interior, sin que hubiera que la mentar daños personales
Archivo Heraldo

La basílica del Pilar ha sufrido dos ataques con bombas: uno fue durante la Guerra Civil, poco después de empezar en 1936, y otro lo cometió un grupo anarquista el 2 de octubre de 2013, poco antes de las Fiestas del Pilar. En el primero, cayeron dos artefactos y no explotaron, mientras que el más reciente provocó heridas a Marta García, una mujer que estaba cerca del altar mayor, donde sucedió el atentado.

El ataque del 3 de agosto de 1936 fue realizado por un avión republicano que arrojó cuatro bombas sobre las 3.00, de las cuales una cayó al río Ebro, otra en la plaza del Pilar y dos en el interior de la basílica. Se trataba de un caza Nieuport 52, pilotado por Jesús García Herguido, a quien seapodó como Diablo Rojo. Juan José Maluquer explica en su libro ‘La aviación de Cataluña en los primeros meses de la guerra civil’ (1978) que se cargó del armamento en el aeropuerto de El Prat, en Barcelona, de un almacén militar donde estaban depositadas desde la Primera Guerra Mundial (1914-18). La singularidad del ataque fue que esos artefactos no explotaron porque «el tiempo de caída era insuficiente para activar la espoleta», explicó Juan José Maluquer. Dos de las bombas cayeron en el templo y las colgaron en la pilastra próxima a la Santa Capilla, debajo de un grupo de banderas hispanoamericanas. La del río nunca se recuperó y la de la plaza del Pilar se recogió a escasos metros de la fachada principal.

El 2 de octubre de 2013, los anarquistas chilenos Francisco Solar, de 35 años, y Mónica Andrea Caballero, de 25, miembros del grupo terrorista Mateo Morral, colocaron un artefacto casero activado con una bombona en los bancos del altar mayor. Los efectos directos de la onda expansiva se dejaron ver a 27 metros de distancia, como declararon los policías expertos en explosivos, además de reventar varios bancos. La víctima del atentado, Marta García, sufrió daños en un oído y un estrés postraumático cuando sufrió la explosión desde la capilla de San Judas Tadeo, donde estaba rezando para conseguir un trabajo en una entrevista a la que iba a asistir. Necesitó muchos meses de atención psicológica y no volver a entrar en la basílica. Un grupo de 30 turistas norteamericanos acompañados por una guía se libraron casualmente de la bomba porque estaban en el altar mayor, detrás de una columna próxima al retablo, que los protegió de la onda expansiva.

Los anarquistas fueron reconocidos después de revisar más de 1.500 horas de grabaciones en la plaza del Pilar. Acabaron condenados a cuatro años y medio de prisión, se casaron en una cárcel de Asturias y fueron expulsados a Chile en enero de 2017 tras haber cumplido dos tercios de la pena. El Cabildo invirtió en seguridad e instaló más de cien cámaras en la basílica del Pilar y la Seo.

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