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El doble homicida de Zaragoza podría haber matado a Mariana por ser testigo del primer crimen

La Policía sitúa a la mujer en el lugar del crimen en las mismas horas en las que el sospechoso asegura que El francés se “cayó” por las escaleras.

Los crímenes se cometieron en el interior del número 152 de Boggiero, ahora precintado por la Policía.
Los crímenes se cometieron en el interior del número 152 de Boggiero, ahora precintado por la Policía.
FRANCISCO JIMENEZ

José Miguel O. C., de 50 años, podría haber acabado con la vida de Mariana V. N., de 40, para eliminar un testigo de la muerte violenta de Abdelmalek E. M., de 39, ocurrida mes y medio antes en el edificio abandonado que el presunto homicida ocupaba en exclusiva en el número 152 de la calle de Boggiero de Zaragoza. Aún es una hipótesis, pero los indicios y las circunstancias que concurren en ambos casos llevan a pensar que podría ser así.

Según se desprende de las diligencias, en la noche del pasado 11 de marzo, el detenido, conocido como ‘Josemi’, invitó al inmigrante marroquí y a una mujer que la Policía cree que podría tratarse de Mariana V. N. a tomar cervezas y porros en el inmueble. El convite lo hizo extensivo a dos vecinos de Tudela que habían llegado ese día a Zaragoza para buscarse la vida y que había conocido mientras pedían limosna en la puerta de un supermercado de la avenida de César Augusto. Los cinco se juntaron en ese espacio sobre las diez de la noche, pero los dos recién llegados solo estuvieron una media hora porque no les gustaron ni las condiciones del lugar ni la compañía.

Así lo declaró uno de ellos a los agentes del Grupo de Homicidios cuando fue interrogado. El hombre les contó que al día siguiente, sobre las 11.00, se encontró con Josemi en la puerta del mismo supermercado y le comentó que ‘El francés’, como llamaban en el Gancho a Abdelmalek E., se había caído por las escaleras del edificio poco después de que ellos hubieran marchado, pero que “estaba bien”.

En ese momento no le dio más importancia, porque recordaba que habían dejado Abdelmalek E. M., muy bebido y drogado. Pero el día 13 se lo volvieron a encontrar en el mismo sitio y les comunicó que El francés estaba “muy mal”, seguía “allí tirado” y “no respondía”. Acto seguido, los dos lo acompañaron al edificio, comprobaron que realmente era así y lo sacaron a la calle, no sin antes llamar a gritos a Josemi para que bajase y les abriese el portón. Luego, avisaron al 112 y los sanitarios certificaron su fallecimiento. 

Aunque José Miguel O. C. dijo que El francés se había caído por las escaleras, los forenses concluyeron que las lesiones que presentaba no eran compatibles con semejante hecho, sino que correspondían con una luxación cervical propia de una maniobra en la que se hace palanca con los dos brazos en el cuello de la víctima, método conocido como mataleón.

Los dos vecinos de Tudela, aunque oriundos de Valladolid, no supieron identificar ante la Policía al tal Josemi más allá del mote ni a la mujer que esa noche había estado con ellos, pero los describieron con precisión. A ella como una joven de 1,65 metros de altura de 35 a 40 años, morena y con una cicatriz de un corte pronunciado en el labio inferior derecho. Del hombre dijeron que era de entre 45 y 50, de 1,78 de altura y rubio de pelo y barba.

El 4 de mayo, Mariana V. N., de las mismas características físicas descritas por los testigos, fue encontrada muerta con evidentes signos de violencia junto al portal del 152 de Boggiero. Tenía graves traumatismos por todo el cuerpo y, cuando los agentes interceptaron en el lugar a José Miguel O. C. y le preguntaron por las manchas de sangre que presentaba, dio distintas versiones e incurrió en falsedades que luego fueron desmontadas por la Policía. 

Entre otras cosas, dijo que a la víctima la habían dejado allí tirada “unos moros”, cuando dentro del edificio en el que habita hallaron múltiples restos de sangre y huellas de arrastre de un cuerpo. También contó que había estado con ella hasta hacía “un rato”, cuando la autopsia reveló que había muerto entre diez y doce horas antes tras haber sido golpeada cuando estaba en la segunda planta del inmueble y luego arrojada por las escaleras al patio interior.

Entre un homicidio y otro transcurrieron 54 días en los que José Miguel O. C. vio de manera frecuente a Mariana V. N. con la que coincidía en el centro de la fundación San Blas, de la que los dos eran usuarios.  Ahora está en prisión provisional y sus abogados, Carmen Sánchez y Luis Ángel Marcén, se plantean pedir su libertad porque creen que no está relacionado con las muertes. 

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