La paliza de una veintena de jóvenes a otro en Villanueva de Gállego se salda con 720 € de multa

Una jueza de Zaragoza condena al único adulto identificado por acorralar y agredir a un joven en una fiesta de Halloween.

Una jueza de Zaragoza condena al único adulto identificado por acorralar y agredir a un joven en una fiesta de Halloween.

La última noche de Halloween resultó especialmente violenta en la localidad de Villanueva de Gállego (Zaragoza), donde la fiesta con discomóvil que se celebraba en una carpa y a la que asistían cientos de personas acabó con el linchamiento de un joven por parte de otros 15 o 20 chavales, varios de ellos menores de edad. Y todo por un empujón accidental y sin consecuencias por el que la propia víctima pidió disculpas. Pero no le pareció suficiente a la cuadrilla, que sacó al joven del recinto, lo rodeó y empezó a darle patadas y puñetazos. En un momento dado, logró zafarse de sus agresores y escapar, pero corrieron tras él y volvieron a acorralarlo hasta dos veces. Una de ellas, en un callejón sin salida.

La denuncia de la víctima, el testimonio de un amigo que medió para poner fin a la paliza y algunas grabaciones de vídeo permitieron identificar a algunos de los autores, pero solo uno era mayor de edad. Por ello, se han instruido dos causas judiciales paralelas, una en la jurisdicción de menores y otra en la ordinaria. El juicio por esta última se celebró hace solo unos días en la Ciudad de la Justicia de Zaragoza y ahora acaba de conocerse la sentencia. Y pese a la violencia que la propia magistrada describe, la condena a Adrián M. Z. se ha quedado en una multa y una indemnización que en conjunto no suman mil euros: 720 por la primera y 210 por la segunda.

La titular del Juzgado de Instrucción número 3 de Zaragoza destaca en el fallo la gravedad de los hechos, que llega a calificar como “un ataque inopinado de violencia colectiva e irracional a una persona indefensa que no había hecho nada”. Recuerda que fue “una agresión prolongada en el tiempo”, puesto que los atacantes “persiguen a la víctima y continúan dándole golpes” cuando lo rodean y acorralan. Tampoco pasa por el alto que, además de los pies y los puños, los agresores utilizaron objetos metálicos como la hebilla de un cinturón “susceptibles de producir un daño mayor”. Porque algunos de los golpes o correazos fueron dirigidos a la cabeza, “de tal modo -dice la sentencia- que el resultado podría haber sido mucho más relevante e irreparable”.

Como consecuencia del ataque, la víctima sufrió un traumatismo craneal con hematoma perio-orbitario, equimosis conjuntival, así como contusiones y erosiones diseminadas. Pese a la violencia desplegada por sus agresores, afortunadamente, el paciente solo requirió de una única asistencia sanitaria y tardó únicamente seis días en recuperarse. Por ello, aunque la propia jueza reconozca que las consecuencias pudieron ser mucho más graves, con el Código Penal en la mano, la Fiscalía y la acusación particular solo pudieron imputar al encausado un delito leve de lesiones.

Sin arrepentimiento

A la hora de dictar sentencia e imponer a Adrián M. Z la pena máxima prevista para el tipo delictivo por el que fue juzgado -una multa de tres meses a razón de ocho euros diarios, a la que suma una indemnización de 210 euros por las lesiones sin secuelas-, la magistrada recuerda que el acusado reconoció en el juicio que formaba parte del grupo que acorraló a la víctima pero negó que le pegara.

El joven aseguró que no hizo nada porque “no quería tener problemas”. Una “actitud de omisión” que resulta reprochable para la jueza, quien destaca el hecho de que el encausado se limitara “a presenciar una agresión como la que se ve en las imágenes pasivamente, como si no pasara nada, sin hacer algo para contener el ataque, como dar aviso a la Policía o la Guardia Civil, o tratar de calmar a los agresores”. Recuerda también que el condenado no solo no ha reconocido ningún tipo de responsabilidad ante unos hechos tan graves, sino que tampoco ha mostrado arrepentimiento alguno.  

Durante el juicio se procedió al visionado de un pequeño vídeo de la agresión. Las imágenes fueron grabadas por alguien que presenció la paliza, pero estas solo duran unos segundos. En cualquier caso, la jueza recuerda que esta fue mucho más larga. La víctima, el testigo principal y el propio acusado llegaron a hablar de unos hechos que se prolongaron entre cinco y diez minutos. 

La resolución no es firme, por lo que todavía cabe recurso ante la Audiencia Provincial de Zaragoza.

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