¿Se podría cerrar la plaza del Pilar de Zaragoza como se plantea con la de España en Sevilla?

La idea del consistorio hispalense abre el debate con respecto a otros recintos con gran presión turística.

La plaza del Pilar a lo largo de los años.
La plaza del Pilar a lo largo de los años.
Archivo HA

La idea del Ayuntamiento de Sevilla de cerrar la popular y muy turística Plaza de España al libre acceso y cobrar una entrada ha causado revuelo a nivel nacional. La fuerte presión turística que experimenta esa zona está detrás de esta propuesta que busca, según el propio consistorio, emplear el dinero que se recaudase en mejorar la conservación, la seguridad y en la creación de una escuela taller de cerámica particularmente orientada al mantenimiento de este recinto monumental construido para la Exposición Iberoamericana de 1929 por Aníbal González.

El plan ha generado un encendido debate, en el que instituciones como la FEMP o el Gobierno de España se han pronunciado en contra. A la vez, surgen las voces que se preguntan si medidas así podrían trasladarse a otros espacios.

En Zaragoza, sería la plaza del Pilar la que más claramente se podría asimilar a la de España de Sevilla, aunque solo en cuanto al hecho de que ambas son dos paradas obligadas de cualquier ruta turística. Sin embargo, las diferencias entre ambas son muchas. Empezando por su tamaño y por la propia naturaleza del conjunto monumental. 

Filosofía de la ciudad de Zaragoza

Además, la plaza del Pilar responde a cuestiones más intangibles, que conectan la propia filosofía de la capital aragonesa. Desde el Ayuntamiento de Zaragoza recuerdan en este sentido el sobrenombre popular del recinto, el de "salón de la ciudad". Un concepto que iría en principio contra la propia idea de cerrarla. La plaza del Pilar es un espacio enorme que tanto urbanísticamente como en espíritu representa la idea de acoger. Y no solo a los de fuera: a lo largo del año se celebran en ella infinidad de actividades, desde lúdicas a reivindicativas o solidarias.

La plaza del Pilar, por tanto, como se demuestra muy a menudo, es de vocación abierta y... masiva.  Y es en este aspecto en el único en que, "puntualmente", se plantea algún tipo de restricción relacionada con la seguridad. Es el caso de las Fiestas del Pilar, cuando se preparan planes específicos y temporales que incluyen el cierre ocasional de los accesos de la plaza, siempre y cuando se supere el aforo.

El máximo está marcado en 42.000 personas, si bien puede variar y reducirse en función de las circunstancias. Corresponde a los agentes de la Policía Local y a otros cuerpos de seguridad tomar la decisión de cerrarla en caso de que se alcance esta cifra. Algo que ha ocurrido en alguna ocasión. Para medirlo, se utilizan 32 arcos de conteo dispuestos en los accesos y cuatro cámaras de videovigilancia. En las pasadas fiestas se dispusieron además 19 entradas controladas por cámaras de conteo.

Saliéndonos del espacio público, la plaza del Pilar y la contigua de la Seo albergan, no obstante, varios monumentos de pago. Es el caso de los museos romanos y de la catedral de La Seo, si bien el Cabildo ha decidido recientemente abrir ciertas ventanas de gratuidad para los empadronados en la ciudad.

Otro caso cercano en el tiempo de restricción de un acceso público, en este caso para uso privado, es el Festival Vive Latino, cuya celebración obligó a perimetrar durante los días de su celebración parte del recinto de la antigua Expo. Se trata de nuevo, no obstante, de una medida puntual.

Desde el Ayuntamiento explican que su política es, en realidad, la contraria de la que plantea el Ayutamiento de Sevilla para su plaza de España. La tendencia del consistorio zaragozano es la de proponer en general actos gratuitos. muchos de vocación masiva. Y ponen de ejemplo Zaragoza Florece que, al contrario de otras iniciativas similares en otras ciudades, es completamente gratis.

Italia, el debate continuo

Fuera de España es Italia el país más obligado a lidiar y a buscar soluciones para la difícil tarea de hacer convivir los intereses de los nativos con los de los turistas. De entre todos, el más sonado es el de Venecia que, después de muchos intentos fallidos, finalmente cobrará una entrada para quienes visitan la ciudad sin pernoctar en ella.

Será a partir del 25 de abril -en días concretos que han de consultarse- y hasta finales de julio, cuando las personas mayores de 14 años (no residentes, estudiantes o trabajadores) que entren a la ciudad antigua de Venecia deberán pagar 5 euros, una cantidad que se impone bajo el término de "tasa turística".

La tasa -que se decidió después de que la ciudad se librara por los pelos de ser incluida en la lista de lugares en peligro de la UNESCO- estará en vigor durante las horas punta, de 8.30 a 16.00, lo que significa que los visitantes que acudan a Venecia para cenar o asistir a un concierto no tendrán que pagar.

Sin salir de Italia, y no sin polémica, se impuso también un pago para llegar a los a menudo atestados pueblos de las Cinque Terre, en Liguria. La petición de una de las alcaldesas de las, por otro lado minúsculas localidades que componen esta pintoresca ruta, era la de controlar los accesos en tren, después de hacerlo con los coches y autocares. La idea era poder cerrar estaciones por motivos de seguridad o, incluso, imponer un máximo de pasajeros, lo cual contó con la firme oposición de la compañía ferroviaria, que negaba tener competencia en esa materia. El asunto se dirimió finalmente en los tribunales y a favor de la alcaldesa, en una sentencia que abogaba por reservar billetes y fijar cupos máximos y que la primera edil calificó de "histórica".

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