Veredicto del jurado del crimen de Calatayud: el asesino no actuó condicionado por las drogas

Andrés Gilgado ha sido declarado este lunes culpable de los delitos de asesinato y estafa por matar a un amigo en el Pub Blue Lion de 30 golpes con un extintor para quitarle la tarjeta de crédito.

Andrés Gilgado, el asesino del crimen de Calatayud, tras conocer el veredicto del jurado.
Andrés Gilgado, el asesino del crimen de Calatayud, tras conocer el veredicto del jurado.
Guillermo Mestre

El jurado declaró este lunes culpable de asesinato y estafa a Andrés Gilgado León, el hombre de 39 años que en la madrugada del 13 de agosto de 2022 en el Pub Blue Lion de Calatayud mató a su amigo José Carlos Pascual Valtueña, de 52. El tribunal popular considera probadas las agravantes de alevosía, ensañamiento y de valerse del crimen para cometer la estafa, y ha descartado que actuase movido por la influencia de las drogas.

Tras la proyección de la secuencia captada por las cámaras de seguridad del local el miércoles pasado en las que se le veía golpeándole a la víctima en la cabeza hasta en 30 ocasiones con un extintor de unos 14 kilos y otras cinco con una botella para adueñarse de una tarjeta de crédito de la que extrajo 1.310 euros, pocas dudas quedaban sobre lo sucedido. El interés en lo que era la última jornada de un juicio que arrastraba cuatro sesiones previas estaba en conocer la posible aplicación de una atenuante de drogadicción y, por tanto, la horquilla de la pena en la que se va a mover el juez presidente José Ruiz Ramo para establecer la condena.

Al respecto, la Fiscalía solicita 25 años por el delito de asesinato y cinco por el de estafa si se considera que es del tipo agravada y de tres, si se entiende normal, y la acusación particular, a cargo del abogado Juan Manuel Martín Calvente, eleva el global hasta los 30 años. Por su parte, el letrado de defensa, José Luis Melguizo, que nunca ha negado el crimen, pide 20 años y un día por el asesinato y 22 meses por la estafa.

En el cuestionario que tuvo que contestar el jurado, la mayoría de las preguntas fueron respondidas por unanimidad. A la vista del resultado -7 contra 2- en lo que hubo cierto grado de debate fue en lo referente al consumo de sustancias estupefacientes y el grado de responsabilidad de éstas en la conducta del asesino.

Si hubiesen considerado que estaba gravemente afectado, habría supuesto la aplicación de una eximente incompleta y una rebaja en el castigo sustanciosa. La afección leve habría implicado una atenuante, y por tanto también cierto beneficio. O valorar que en ningún caso estaba influenciado por las drogas y el alcohol, que finalmente fue la opción que se impuso.

Otra circunstancia que tenía que valorar el jurado era la confesión y en qué grado esta influyó para la resolución del asesinato. Al respecto, el jurado valoró positivamente que Gilgado acudiese dos días después a la Policía Nacional para comunicar que había cometido el crimen –“me he cargado a un tío con un extintor”, contó- y también que lo expuesto en su declaración hubiese ayudado a esclarecer lo ocurrido. Sin embargo, entendió que durante el juicio oral modificó sus declaraciones. 

Durante todo el proceso, el acusado ha mantenido que sufrió una amnesia de seis días producto precisamente del consumo de sustancias estupefacientes. El olvido le duró desde el 9 de agosto hasta el momento en el que dijo que se dio cuenta de que en el bar había un cadáver.

En cuanto a la estafa, el jurado no cree que se haya probado que los 1.310 euros que Gilgado extrajo con la tarjeta de Valtueña, al que torturó para conseguir el PIN, haya afectado de manera grave a la economía de su familia -vivía con su madre y sus tres hermanos-, aspecto que hubiese sido clave para considerar el delito grave. Lo que sí ha estimado el jurado es que el acusado se aprovechó de la relación de confianza que tenía con su amigo, lo que también agrava el delito.

El asesinato ocurrió en plenas fiestas de San Roque. Gilgado y Valtueña quedaron el día 12 para tomar unas copas. A las 3.25 del 13 de agosto, como ya habían hecho una vez más previamente aquella noche, acudieron a esnifar cocaína al Blue Lion, local entonces cerrado que Gilgado había regentado y del que aún conservaba las llaves a pesar de haber sido desahuciado. Cuando su amigo estaba inclinado sobre un botellero para inhalar una raya, el asesino le golpeó por detrás en la cabeza con un extintor de 14 kilos en la cabeza que lo tumbó.

Después continuaría atacándole hasta conseguir el PIN de su tarjeta de crédito, lo que no le frenó para rematarlo. Acto seguido, marchó a un cajero para sacar dinero. Lo haría varias veces más en las horas posteriores regresando siempre al bar donde siguió tomando cocaína. La última vez tras un largo tiempo sentado en un sofá junto al cadáver “despertó”, según su versión, se dio cuenta de su presencia y decidió acudir a comisaría.

Tanto en el primer día del juicio como en sus últimas palabras el jueves pasado, Gilgado pidió perdón y disculpas a la familia de Valtueña. “Era un buen amigo que no se merecía esto”, afirmó.

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