SUCESOS

Un preso ataca a otro con la prótesis de su rodilla en su celda de Zuera

Uno de los lesionados está cumpliendo una condena de 25 años por quemar viva a su pareja junto al hijo que tenían en común.

La cárcel de Zuera en la entrada vigilada por la Guardia Civil
La cárcel de Zuera en la entrada vigilada por la Guardia Civil
Toni Galán

La convivencia no es sencilla y si ésta se desarrolla dentro de los reducidos espacios y márgenes que ofrece una cárcel aún se complica más. Una discusión que fue subiendo de tono en el Centro Penitenciario de Zuera acabó con los dos protagonistas heridos y con el peor parado incluso necesitando puntos de sutura después de recibir varios golpes con la prótesis que porta su asaltante en una rodilla. Ocurrió en la noche del 29 de junio de 2021 dentro de la celda número 12 del módulo cuatro que compartían Sergio Segura Requena y Carlos Peña Flores para los que la Fiscalía solicita un año y medio de prisión en el caso del primero por un delito de lesiones y una multa de dos meses a razón de ocho euros diarios, 480 euros en total, para el segundo por un delito leve de lesiones.

A consecuencia de la pelea, Peña, que ya no se encuentra en el centro de Zuera y cuya defensa corre en este caso a cargo de María Luisa García Peñafiel, tuvo que ser atendido por dos heridas de unos dos centímetros cada una en la cabeza que le han dejado cicatriz, múltiples erosiones en los brazos y contusiones en los dos codos. También, sufrió daños en la nariz y en la espalda. Por su parte, Segura, al que representa Cristina Navarro, que sirvió en el Ejercito y tiene conocimientos de artes marciales, tuvo lesiones en el pecho y en la región lumbar.

El más conocido de los dos es Peña, condenado en 2019 a 25 años y ocho meses de prisión por asesinato, incendio con peligro para la vida de las personas y lesiones en el ámbito familiar después de que tres años antes quemase viva a la que fue era su pareja y con la que tenía un hijo en común de 22 meses. Tras una discusión él marchó del domicilio en el que vivían en la localidad mallorquina de Alcudia para regresar a la mañana siguiente con un litro de gasolina. Entró tras golpear con fuerza la puerta y fue directo al dormitorio principal donde se encontraban su pareja y el pequeño. Le roció con la gasolina y le prendió fuego.

Ella aún pudo coger al niño, saltar por una ventana y marchar en coche hasta una vivienda de su familia. Sufrió quemaduras de segundo grado en el 80% de su cuerpo y a pesar de ser evacuada al hospital de la Vall d’Hebron en Barcelona, acabo falleciendo poco más de un mes después. Su hijo también tuvo quemaduras, en su caso de primer grado en la mejilla y la pierna izquierda. Tardó un mes en recuperarse.

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