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Absuelven a la mujer acusada de "destrozar" la casa que le prestó un amigo en Zaragoza

Se enfrentaba a una pena de dos años y medio de cárcel, pero el tribunal aprecia un "cúmulo de contradicciones" que le impiden condenarla.

La acusada, durante el juicio celebrado ayer en la Audiencia Provincial de Zaragoza.
La acusada, durante el juicio celebrado ayer en la Audiencia Provincial de Zaragoza.
HA

La Audiencia de Zaragoza acaba de absolver a M. P. C., una vecina del barrio de Casetas a la que un amigo acusó de destrozarle la vivienda que generosamente le cedió para capear su difícil situación económica y tener un techo bajo el que cobijarse. Denunciante y acusada mantenían una excelente relación de amistad, de ahí que el primero le ofreciera esta casa a coste cero y por un periodo de cinco años. 

Sin embargo, fue mucho menos el tiempo que la mujer pudo alojarse allí, ya que el dueño y hasta entonces amigo la invitó a marcharse antes. De hecho, terminó sentándola en el banquillo de los acusados y se enfrentaba a una petición de cárcel de dos años y medio de prisión, así como al abono de una indemnización de 27.315 euros.

A la hora de pronunciarse, los magistrados de la Sección Primera concluyen que fue tal el «cúmulo de contradicciones» que las partes pusieron de manifiesto durante el juicio que resulta imposible aclarar lo ocurrido. Pero si algo tienen claro es que «no hay base probatoria suficiente» para saber en qué estado se encontraba la vivienda objeto del pleito cuando fue ocupada por la acusada a comienzos de 2018.

Como recuerda el tribunal, M. P. C. manifestó durante la vista que cuando dejó la casa solo se llevó lo que era suyo y que el estado de la misma era mejor que cuando entró a vivir. Una versión diametralmente opuesta a la que ofreció el dueño de la finca, quien aseguró que su hasta entonces amiga «se llevó todo lo que pudo y lo que no lo rompió». De poco sirvieron a la sala los testimonios de la mayoría de los testigos propuestos, primero «por no ser muy precisos en sus respuestas» y segundo porque casi todos habían tenido una relación «sentimental o familiar» con una u otra parte. Razón por la cual, indican en su sentencia, no podían otorgarles «plena fiabilidad».

Para el tribunal, únicamente hubo dos testigos que «carecían de cualquier interés directo o indirecto». Por un lado, la persona que habitaba la casa antes de que se instalara la investigada y por otro, la mujer que se encargó de limpiarla antes de la llegada de esta última. Y mientras uno declaró que la vivienda estaba «perfectamente» cuando se marchó, la otra habló de muebles de la cocina podridos, una nevera muy vieja, un horno muy sucio, mosquiteras rajadas, muebles viejos y falta de bombillas y lámparas. «En definitiva, dos versiones objetivamente imparciales, pero que, siendo tan diferentes, no sirven para conocer la realidad de lo que interesa dilucidad», afirma el tribunal.

Acusaciones veladas

Cuando la Fiscalía preguntó en el juicio a la acusada por los motivos que acabaron con aquella larga amistad y que dieron lugar a esta causa penal, ella no se lo pensó dos veces. «Para mí, el motivo está claro. Cuando yo rompí con mi pareja, él quiso iniciar una relación conmigo, a lo que yo me negué. Las cosas se pusieron muy mal y este señor llegó a acosarme sexualmente. También me dijo que iba a joderme la vida», indicó la mujer, quien nunca interpuso denuncia por el supuesto acoso o las posibles coacciones. El dueño de la vivienda negó de forma tajante todas estas acusaciones. «Ya estamos con eso, por favor», se lamentó.

En el apartado de hechos probados, lo único que dice la sentencia es que un juzgado resolvió el contrato de cesión gratuita de la casa «por necesidad urgente» de la misma por parte de sus legítimos propietarios. También concluye que «no consta que la acusada se apoderara de algún mobiliario que no le perteneciera, ni que causara daños en el interior o exterior de la casa o en el jardín».

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