Plan de Primera Oportunidad

De dormir en un coche a dar de comer a 400 comensales en Zaragoza

Marifé Torres forma parte del Plan de Primera Oportunidad, que ha ayudado a 68 personas a encontrar empleo en tres años.

Marifé Torres, en la cocina del Centro Joaquín Roncal, donde imparte clases.
Marifé Torres, en la cocina del Centro Joaquín Roncal, donde imparte clases.
Francisco Jiménez

Que Marifé Torres tenga especial afinidad con la mitológica ave Fénix no es casual. Tampoco que haya elegido para la asociación que ahora preside el nombre de Gambaru, un término japonés que literalmente significa mantenerse firme y que tiene que ver con el esfuerzo, la superación y la tenacidad a la hora de perseguir un objetivo. Ella forma parte del Plan de Primera Oportunidad, impulsado por el Ayuntamiento de Zaragoza, que ha ayudado a encontrar empleo a 68 personas en sus tres años de funcionamiento.

Sabe bien lo que es perderlo prácticamente todo y lo extremadamente complicado que resulta recuperarlo. Es la demostración de que el problema del sinhogarismo y la exclusión social no debería resultarle ajeno a nadie. Cualquiera puede estar en riesgo. A ella la despidieron poco antes de la pandemia y acabó perdiendo también la casa en la que vivía de alquiler.

Tuvo que recurrir a dormir en su coche. Fue muy duro no tener una vivienda, pero mucho más lo fue lidiar con el dolor y la culpa que le generó verse de buenas a primeras en esa situación. "Más que miedo a lo que me pudiera pasar, sentía muchísima vergüenza, por mis prejuicios. Por lo que pensarían mis padres si me vieran como una mendiga", explica, tratando de contener la emoción.

Cuenta su historia desde el Centro Joaquín Roncal, donde ahora imparte todas las semanas cursos de cocina a alumnos en la misma situación. Su paso por el albergue hizo que rompiera las barreras de lo preconcebido. Asegura que cambió "el chip", aprendió a verlo de otra forma y se dio cuenta de las necesidades de sus compañeros. Empujó para que se crearan los talleres del Plan de Primera Oportunidad y creó una asociación formada por personas sin hogar. Ahora, ganan dinero con los ágapes que preparan y cada vez les llaman de más entidades públicas y privadas. Una comida de 400 personas fue la prueba de fuego. Y a partir de ahí, el renacer.

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