zaragoza

La nostalgia del bonobús: cuando se pagaba con "tarjetitas de cartón"

Funcionaron entre 1983 y 2006 y solían coleccionarse por las imágenes de Goya o Gargallo que los decoraban. Llegaron a venderse 111 millones de unidades y hoy se recuerdan en las redes.

Hace 40 años se puso en marcha el sistema de pago con bonobuses.
Hace 40 años se puso en marcha el sistema de pago con bonobuses.
Heraldo

Se doblaban, se coleccionaban, había fundas para guardarlos, hay quienes los chupaban un poco para que la validadora los leyera si estaban arrugados… Los bonobuses de cartón forman parte del imaginario colectivo de quienes ya peinan canas, pero -dado que hace más de 17 años de su extinción- son perfectos desconocidos para los 'millennials'. Avanza ha invitado esta semana a través de Twitter a compartir imágenes de los bonobuses que los zaragozanos aún conservan y las redes han despertado la nostalgia sobre unos títulos de viaje que en 1983 fueron revolucionarios pero que en 2006 quedaron engullidos por la tarjeta bus.

Cuentan que el nacimiento del bonobús fue polémico desde el inicio. Por un lado, porque aquel 15 de febrero de 1983 se aprovechó también para aumentar las tarifas del bus y, por otro, porque el Ayuntamiento de Zaragoza propuso que los conductores (además de los comercios y establecimientos fijos) también vendieran los tiques. Los trabajadores de la concesionaria, entonces Tuzsa, se negaron desde un principio, ya que argumentaban que deberían llevar mucho dinero encima, se tendrían que responsabilizar de los boletos al finalizar la jornada y que perderían mucho tiempo en la venta. Incluso, amenazaron con ir a la huelga.

El primer bonobús era de color azul, aunque luego cambió a rojo. El precio de cada viaje se reducía a 20 pesetas (el cartoncito costaba 200), lo que era cinco pesetas menos que el billete sencillo. Explican desde Avanza que el llamamiento hecho en redes no responde a que tengan planeado hacer ninguna exposición, sino simplemente a que el público compartiera los muchos bonobuses que aún se deben guardar por casa. En las propias instalaciones de la concesionaria tienen una pequeña colección en las que se aprecia la evolución de estos títulos de viaje. "En los más antiguos, los de los años 1983 y 1984 se puede leer la hora en la que se picaba. La A o la P es si era por la mañana o por la tarde, es decir, AM o PM", explican. Los números que para los usuarios eran un tanto misteriosos también tienen explicación: "El siguiente número que aparece es el día y, después, en números romanos en cursiva, el mes del año. Las últimas cifras corresponden a la validadora en la que se introducía el bonobús".

HERALDO llevó a portada el 11 de febrero de 1983 la incorporación del sistema.
HERALDO llevó a portada el 11 de febrero de 1983 la incorporación del sistema.
Heraldo
El billete sencillo subió 5 pesetas el día en el que entró en funcionamiento el bonobús.
El billete sencillo subió 5 pesetas el día en el que entró en funcionamiento el bonobús.
Heraldo

Cuentan las crónicas de HERALDO de 1983 que hubo problemas los primeros días de uso. Los cartones se doblaban y la canceladora no funcionaba bien del todo. El Consistorio optó, entonces, por la cancelación manual si había algún fallo y por la distribución de fundas de plástico para guardar el bonobús.

En el primer bonobús que se puso en funcionamiento en Zaragoza aparecía la imagen de la catedral de la Seo. Con el paso del tiempo, Tuzsa fue descubriendo que la circulación de los tiques era tan exitosa que podía servir como soporte publicitario o como reclamo divulgativo. Así, surgieron las series con la intención de que los zaragozanos los coleccionasen. De hecho, se promovieron álbumes y cuadernos donde poder pegarlos, así como los concursos y sorteos de abonos anuales para quienes los completaran. "Las colecciones más recordadas fueron las dedicadas a Goya con motivo del 250 aniversario de su nacimiento en 1996, o la del año siguiente, que protagonizaron las obras del escultor Pablo Gargallo y con las que se invitaba a los zaragozanos a visitar su museo". 

Algunos de los ejemplares que actualmente se venden en Todocolección.
Algunos de los ejemplares que actualmente se venden en Todocolección.
Heraldo
Las canceladoras o validadoras estaban situadas junto a la cabina del conductor.
Las canceladoras o validadoras estaban situadas junto a la cabina del conductor.
Heraldo

Con el lema 'El bus te acerca al arte' se exploraron también en 1999 los fondos de la desconocida colección de tapices de la Seo, con estampas que simbolizaban los meses del año. Hubo otras series que algunos aún recordarán dedicadas a los Sitios de Zaragoza o a los doce monumentos más representativos de la ciudad. 

En estos años los bonobuses se llenaron de "arte y de color" -titulaba HERALDO en diciembre de 1996- con la aparición de doce imágenes distintas de obras del Museo de Zaragoza que habían sido previamente seleccionadas por Miguel Beltrán. Obras de Grañén, Zuloaga, Ciria o Duce fueron reproducidas en cuatricomía los cartones. Dicen que Tuzsa fue pionera en este tipo de iniciativas y entonces el Consistorio calculó que habría unas 5.000 colecciones domésticas de estos tiques, que aún hoy deben asomar por no pocos trasteros.

Colección completa de la serie que en 2001 se dedicó a los puentes de Zaragoza.
Colección completa de la serie que en 2001 se dedicó a los puentes de Zaragoza.
Heraldo

También lo hacen por internet y por las web de subastas, pujas y coleccionistas como Todocolección, donde pueden hallarse bonobuses sueltos (obviamente picados y gastados) por un euro o conjuntos enteros de cuatro y cinco años con sus “carpetas oficiales” que ascienden a los 75 euros. Algunos usuarios de las redes han recordado estos días cómo en ocasiones las filas eran kilométricas en las casetas que Tuzsa tenía entonces en la plaza de España, a las puertas de la DPZ, aunque también existían oficinas en la calle de Miguel Servet 199. 

Hay quienes aseguran que "parecía que los bonobuses cundían más que ahora las tarjetas", pero en realidad la gran ventaja actual, y con la que se promovió el cambio en 2006, es que estas permiten hacer trasbordos sin volver a pagar el billete, algo que no sucedía con el bonobús, dado que tenía que picarse en cada vehículo. Había quien los llevaba cogidos con una goma (como los cromos), quienes los guardaban en los monederos (XXL) para que no se doblaran y quienes aún hoy conservan alguno perdido y lo utilizan como marcapáginas.

Y, por cierto, ¿recuerdan los bonomeses? En Avanza también ha rescatado algunas de estas tarjetas que no se picaban pero se presentaban al conductor con un carné con foto. El diseño de las series eran similares y complementarias a las artísticas, pero también decayeron con el pragmatismo de las tarjetas bus, que tiene la ventaja de poder validarse más rápido y de que el usuario recargue el dinero que le apetece en función de lo que viaja.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión