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Un masaje de pies a una amiga acaba en un juicio por violación en Zaragoza

El hombre, para el que piden 12 años de cárcel, niega ante el tribunal que se aprovechara de la mujer al quedarse dormida. 

El acusado, durante el juicio celebrado ayer en la Audiencia de Zaragoza.
El acusado, durante el juicio celebrado ayer en la Audiencia de Zaragoza.
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Un masaje de pies de un hombre a una amiga con la que llevaba unos tres meses manteniendo una relación ­–parece que más de carácter sexual que sentimental– acabó ayer en un juicio por violación en la Audiencia de Zaragoza, ya que ella mantiene que él se aprovechó de la situación para introducirle los dedos en el ano sin su consentimiento. El procesado, Francisco I. P. niega cualquier agresión sexual, aunque admite que también masajeó las piernas y los glúteos a la denunciante. De hecho, cree que el fuerte dolor que ella dice que sufrió podría obedecer a «algún giro extraño» de sus manos.

La Fiscalía, pese a apreciar «ciertas imprecisiones» en el relato de la denunciante, considera más creíble su versión. Por ello, tras escuchar la declaración de ambos, decidió mantener la petición de 7 años de prisión para el acusado. La abogada de la mujer, que ejerce la acusación particular, está convencida de que se produjo la violación, pero entiende además que concurren las circunstancias agravantes de superioridad –porque supuestamente la víctima estaba dormida cuando ocurrieron los hechos– y la de parentesco –pese a que nunca existió una convivencia entre la pareja–, por lo que propone un castigo mayor: 12 años de cárcel.

Denunció ocho días después

La defensa, a cargo del letrado Alejandro Soteras, cree que no existe prueba de cargo «de ningún tipo» para condenar a su cliente. Durante su informe, consideró poco comprensible que alguien que mantiene de forma tan vehemente haber sido víctima de una violación se quede después de forma voluntaria a dormir en casa de su agresor. Tampoco entiende esta parte por qué la mujer tardó ocho días en acudir al hospital e interponer la denuncia, «si es que tanto dolor tenía». «¿Qué agresor sexual acompaña a la víctima a denunciar?», llegó a preguntarse el letrado, recordando que Francisco I. P. se ofreció a acudir a comisaría con su amiga para aclarar lo sucedido.

Los hechos enjuiciados se remontan a la noche del 14 de junio de 2022, cuando acusado y denunciante quedaron a cenar en la terraza del primero. Los dos explicaron ayer que mantenían una  estrecha amistad desde su juventud, pero sus vidas se separaron y no volvieron a unirse años después. Ni el investigado ni la mujer se atrevieron a definir la suya como una relación «sentimental», aunque lo cierto es que el caso terminó instruyéndose como    si fueran pareja en un juzgado de violencia sobre la mujer.

«¿Por qué me denunció ocho días después? Sinceramente, no lo sé, pero si a Pilar –nombre ficticio­– no le pides perdón por algo que ella cree que tú le has hecho, va a muerte contigo. Tiene un carácter muy bruto, pero yo no le    voy a pedir perdón por algo que no he hecho», declaró el procesado ante el tribunal de la Sección Primera. Por su parte, la denunciante insistió en que lo que «más daño» le había hecho es que algo así le sucediera con una persona en la que tenía «una enorme confianza». «Aún no entiendo por qué lo hizo. Pero si me hubiera perdón hoy no estaríamos aquí», aseguró.

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