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Un carnicero de Zaragoza resuelve un atraco de película en su propio negocio

La labor detectivesca de la víctima y los reflejos de la Policía Local y Nacional han permitido capturar en horas al ladrón de la máscara.

Un fotograma captado por las cámaras de la carnicería en el que aparece el ladrón con la máscara.
Un fotograma captado por las cámaras de la carnicería en el que aparece el ladrón con la máscara.
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De película. Con esta manida pero nunca más acertada expresión definía este lunes un carnicero de Zaragoza el robo del que fue víctima este pasado fin de semana y que un cúmulo de circunstancias y casualidades han permitido resolver en cuestión de horas. Porque al olfato de la Policía y del propio denunciante se suma la torpeza del ladrón, que después de planificar al detalle el golpe y descolgarse con suma habilidad por un altillo de unos tres metros para llegar hasta el botín se le olvidó una regla elemental de la conducción: ante un semáforo en rojo hay que detenerse.

El arresto de Jesús S. G., de 44 años, se produjo sobre las 16.40 del pasado sábado en la calle de Juslibol del Picarral, después de que una patrulla de la Policía Local lo cazara saltándose un semáforo en rojo. Los agentes le dieron el alto y al pedirle la documentación se percataron de que estaba tan nervioso que le temblaban hasta las piernas. La experiencia les hizo sospechar que aquello no era por una simple multa, así que le pidieron que abriera el maletero. Y nada más abrir el portón y ver la carga comprendieron el tembleque.

Las cámaras grabaron al delincuente colándose por un altillo en un céntrico mercado de la capital aragonesa

El infractor llevaba en el coche una sierra radial, un taladro, una máscara de goma con capucha y unas tijeras cortacables. No cabían muchas explicaciones, ya que era evidente que acababa de perpetrar un asalto. Principalmente, porque el ‘pack’ del maletero incluía una caja fuerte que había intentado reventar con más saña que pericia. Pero faltaba por encajar la última pieza del puzzle, de dónde se había llevado el delincuente la caja de caudales, un misterio que se iba a resolver pocas horas después.

Un carnicero convertido en detective

“No entendía cómo habían podido entrar y me pasé toda la tarde y noche del sábado revisando las grabaciones de las tres cámaras que tengo instaladas en la carnicería. Me costó, porque eran horas y horas, pero conseguí resolver el misterio”, explicaba Víctor Salvo, propietario de uno lo puestos más populares del mercado de Gran Vía. “El tío se había escondido en el cuarto donde guardamos la basura, esperó allí hasta el cierre y se coló por el altillo para descolgarse después desde un estrecho ventanuco situado a unos tres metros”, relataba. Y aunque por ahora es el único detenido, los vídeos demuestran que el asaltante no actuó solo.

Lleva más de 30 años detrás del mostrador despachando pedidos, pero Víctor no había sufrido un robo así nunca. “Yo no sé qué dinero esperaban encontrar, pero lo habían preparado todo muy bien. Cómo si fuera el robo del siglo. Sabían hasta dónde guardábamos la llave, porque la cogieron para abrir el cuarto donde estaba la caja fuerte”, explicaba este lunes a varios clientes. “También sabían que teníamos cámaras y lo primero que hicieron fue taparlas con bolsas de plástico. Por eso sabemos que se ocultaban tras una máscara”, apuntaba.

Fue precisamente al dar este último detalle cuando a los especialistas de la Policía Científica de la Jefatura Superior de Aragón se les encendió la bombilla. “¿Llevaban máscara?”, preguntaron al carnicero, al tiempo que le pedían que les mostrase el fragmento de las grabaciones donde aparecían. Al ver las imágenes ataron cabos y relacionaron el robo con la detención de la calle de Juslibol. Y todo, gracias al la inestimable colaboración de un experimentado carnicero que trata buenos chuletones pero también despacha chorizos

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