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La Audiencia de Zaragoza dicta sentencia y condena la emboscada con ácido a Kamal

El tribunal impone penas que suman 37 años y medio a los tres principales acusados y absuelve a los otros tres.

Juicio este lunes en la Audiencia de Zaragoza
Juicio este lunes en la Audiencia de Zaragoza
Guillermo Mestre

Los responsables del ataque con ácido sulfúrico que desfiguró al menor Kamal Mouloudi el 3 de mayo de 2019 en Caspe (Zaragoza) ya conocen su castigo. La Audiencia de Zaragoza ha comunicado este miércoles su sentencia y solo tres de los seis acusados que se sentaron en el banquillo han sido condenados. Como únicos responsables de la cruel emboscada, los magistrados de la Sección VI señalan al autor material, Aitor Gordillo Grimal, al que condenan a 12 años de prisión por tentativa de asesinato, y a la cuñada de la víctima, Sara Giménez Clavería, quien pasará de 12 años y nueve meses entre rejas por contratar al sicario y encargarle el trabajo con el único propósito de vengarse de su marido, hermano del chaval de 17 años que sufrió las gravísimas quemaduras en el rostro. El hombre, Yahya Mouloudi, decidió abandonar a su esposa y marcharse Alemania, algo que ella nunca le perdonó. Y para hacerle daño, no se le ocurrió otra cosa que vaciar una botella de ácido sobre el benjamín de la familia Moloudi.

Los magistrados consideran que José Giménez Clavería, tío de Sara y conocido en Caspe como el Recortao, fue otra pieza clave del engranaje. Para el tribunal, en el juicio quedó probado que el acusado no solo conocía las intenciones de su sobrina sino que la ayudó a llevar a cabo su venganza, razón por la que le impone otros 12 años y nueve meses de prisión. En cuanto a los otros tres investigados, Iván Mara, Raúl Cortes y Teresa Parra, la Sala entiende que no ha quedado probada su participación en los hechos y los absuelve.

Además de las penas de cárcel, la Audiencia de Zaragoza impone a los tres condenados una medida de alejamiento y comunicación sobre la víctima que se prolongará durante 15 años. Aitor Gordillo, Sara Giménez y José Giménez habrán de indemnizar a Kamal como 300.850 euros. A los dos hermanos con los que convivía en Caspe y que también sufrieron quemaduras al ayudar a Kamal, los tres responsables de la emboscada les deberán abonar 4.429 y 560 euros, respectivamente.

La condena todavía no es firme y podrá ser recurrida ante el Tribunal Superior de Justicia de Aragón (TSJA), pero la Sección Sexta ya ha decidido prorrogar la prisión provisional de Aitor Gordillo y Sara Giménez para evitar que puedan salir de Zuera y darse a la fuga. El próximo 5 de mayo cumplirán 4 años presos por esta causa, el máximo que permite la ley sin sentencia. Pero ahora los magistrados les prorrogan esta situación por otros seis años.

A la conclusión de una vista que permitió comprobar las terribles consecuencias, físicas y psicológicas, que causó el ataque al joven Kamal, la Fiscalía decidió mantener la acusación contra los seis encausados. Lo hizo convencida de que Sara y su tío El Recortao, patriarca del clan, estaban decididos a castigar a los Moloudi y de que los otros tres investigados les ayudaron a hacerlo. Durante su informe, el Ministerio Público recordó que era tal el empeño de los Giménez Clavería por arrojar ácido sobre el menor que antes de localizar a Aitor Gordillo trataron de reclutar a otros verdugos. El objetivo era vengarse de Yahya a través del más vulnerable de su familia, el benjamín, al que aguardaron a la salida del instituto para infligirle tan abominable y doloroso castigo.

Toca “cerrar esta etapa”

«Ha sido un juicio muy largo, aparte de estos cuatro años, también muy largos para mí, mi familia, mis amigos y mi entorno. Pido que se haga justicia, que no haya sido en vano toda esta espera», manifestaba Kamal Moloudi hace unos días a la conclusión de la vista. Para él, los cinco días que duró el juicio se hicieron especialmente duros. «Ellos (en referencia a los acusados) han jugado sus cartas y es inevitable que a nosotros eso nos duela. El tribunal tiene ahora la última palabra y no queda otra que esperar», decía, haciendo gala de una madurez y entereza impropios de alguien que ha sufrido una experiencia como esta.

Señalaba, no obstante, que el juicio contra los acusados era la espina clavada que le quedaba por sacarse para «cerrar esta etapa». «Por mucho que poco a poco hubiera vuelto a mi vida cotidiana con amigos y relaciones, no podía cerrarla sin que se celebrase este juicio», decía.

Hasta el 3 de mayo de 2019, Kamal era un joven más de Caspe, su ciudad natal, alegre, con buenos amigos, excelente estudiante que estaba a punto de hacer la selectividad e irse de viaje de fin de curso. Junto a un amigo había buscado ya una academia en Zaragoza para prepararse para policía.

Cuando se le pregunta por esa fecha, recuerda: «Salía del instituto, un día cualquiera, cursando 2º de Bachillerato, con expectativas, con futuro, con toda una vida por delante. Me la intentaron truncar y es verdad que durante un tiempo lo consiguieron, pero estoy volviendo a retomarla; he vuelto a mis estudios, estoy cursando otra vez segundo de bachiller para hacer lo que yo realmente quiero que son las oposiciones a Policía y volver a mi vida después de ese fatídico día que a cualquiera le hubiera cambiado la vida».

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