Juzgado un hombre de 27 años por agredir sexualmente a una chica de 15 en una peña en Borja

El acusado alega que la relación fue consentida y que no sabía que era menor. La adolescente estaba influenciada por las pastillas y el alcohol que tomó.

Un momento del juicio celebrado este jueves en la Audiencia Provincial de Zaragoza
Un momento del juicio celebrado este jueves en la Audiencia Provincial de Zaragoza
Rubén Losada

"En esos momentos me sentía como si me pudieran manejar a su antojo. No podía decir nada. No dije nada. Iba mareada, mal y no sabía lo que estaba haciendo". Las palabras son las de una adolescente que en enero de 2022 fue agredida sexualmente en una peña de Borja por un menor de edad (condenado por estos hechos) y por un adulto, de 27, que ayer se sentó en el banquillo de los acusados de la Audiencia. Por estos hechos ya estuvo en prisión preventiva y los vecinos de Borja se manifestaron a favor de la joven. 

La joven, muy afectada y con dificultades para explicarse ante el tribunal, contó que ese día de enero salió de casa con un blíster de pastillas de lorazepam, medicamento que tenía prescrito para dormir, y se tomó al menos dos, que mezcló con cerveza. Primero quedó con dos amigas y cuando machacó una pastilla para esnifársela, una de ellas se la tiró al suelo para impedírselo. También le quitó el blíster de ansiolíticos , aunque más tarde se lo devolvió.

Tras este incidente, acudieron al bar que frecuentan normalmente y la joven fue a saludar a dos conocidos, Andrés A. R., de 27 años, y uno de 16, vecino de Borja. El adulto la invitó a dos cervezas, charlaron y en un momento dado hicieron un comentario de que se iban a ir a Tarazona "de putas". El acusado declaró ayer que luego decidieron ir a una peña, cercana al bar, para coger una bicicleta que el menor guardaba en ella y que la chica fue con ellos.

"Yo no noté que estuviera mareada ni mal. Tampoco dijo que estaba en tratamiento con pastillas", aseguró. Según su versión, al llegar a la peña, en vez de recoger la bicicleta, el menor propuso escuchar música y subieron a la estancia de la primera planta. No encendieron las luces y se alumbraron con las linternas de los móviles. Andrés A. R. afirmó que mientras el menor buscaba el interruptor de la luz (que esa noche nunca llegó a encontrar), la joven se le sentó encima –"me quedé muy sorprendido", dijo– y luego, "voluntariamente", empezó a hacerle una felación.

 "Antes nos había propuesto hacer un trío (lo que la chica desmintió) pero a mí no me atraía y a los tres minutos me fui", aseguró. Lo hizo sin tener la "sensación de haber hecho "nada malo". "Ella quiso tener relaciones y estaba en su derecho", insistió. Después, el menor la violó, por lo que fue condenado a tres años de internamiento.

Mientras todo esto ocurría, la madre de la joven la estaba buscando pues debería haber llegado ya a casa. Cuando las amigas le dijeron que se había ido a la peña se acercó y en ese momento vio a su hija en la puerta. "Estaba de pie, paralizada, aturdida. La llamé y no se movía. Tuve que bajarme y meterla en el coche. No me reconocía. Me pidió fuego  y se puso a fumar compulsivamente. No hablaba", recordó. Cuando contó a sus padres "algo" de lo ocurrido, la llevaron al médico y de ahí terminaron en el hospital.

El testimonio prestado por los dos guardias civiles que hablaron con ella fue esclarecedor: "Se sentía muy violenta. No quería decir quiénes eran los autores, ni denunciar ni revivir lo ocurrido. Me costó 45 minutos que empezara a soltarse. Tenía un gran sentimiento de culpa por no haber hecho nada para evitar lo sucedido", dijo uno. "Estaba muy retraída. A mí no me hizo dudar de que no había consentido, pero se sentía culpable de lo que había pasado, de no haberse sabido zafar de la situación", relató otro.

Los forenses apuntaron que las cantidades de lorazepam halladas en el cuerpo de la adolescente, con rasgos de vulnerabilidad personal, no eran altas. "Eran dosis terapéuticas. Aunque mezcladas con alcohol y esnifadas hace que se amplíe el efecto. Provoca que se valore menos el riesgo", ilustraron.

En el juicio se pudo escuchar un angustioso mensaje de audio que la chica envió a sus amigas para contarles lo que le había pasado, en el que se culpaba constantemente y se reprochaba haber confiado en los dos varones y no haber podido actuar por miedo.

El fiscal y la acusación particular piden 9 años de cárcel para el acusado mientras que la defensa, a cargo del abogado Alejandro Sarasa, solicita la absolución. 

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