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Usuaria de la Gota de leche: "Imagínate el alivio que se siente cuando no tienes dónde caerte muerta y te dan de todo"
Los bebés atendidos en la Gota de leche del Refugio se mantienen entorno a los 200 al año mientras que aumenta un 40% la entrega de alimentos a familias en situación de vulnerabilidad.

La subida de los precios de los alimentos y la energía ha tenido como consecuencia un aumento de las personas en situación de vulnerabilidad que se acercan hasta entidades como El Refugio para recibir algún tipo de ayuda que les facilite su día a día.
El servicio de entrega de alimentos de esta institución ha atendido en el primer trimestre de 2023 a 190 familias más, esto supone un incremento del 40% respecto al año pasado. “A partir de la subida de precios, a muchas familias no les llega con lo que están cobrando. Son prestaciones muy bajas y en algunos casos tienen un sueldo, pero dependiendo de cuántos sean en casa no les llega”, dice Santiago Sánchez, Hermano Mayor de la Hermandad del Refugio.
“Nos dicen que si pagan el alquiler de la casa, la luz y el gas les queda muy poco dinero para comprar alimentos o ropa”, añade Sánchez. “Les decimos que paguen eso y el resto, lo que es comida y vestuario, intentamos cubrirlo nosotros”, explica el Hermano Mayor.
Lo hacen mediante el servicio de entrega de alimentos, el ropero y la Gota de leche, que proporciona alimentos específicos para los lactantes de las familias usuarias desde que nacen hasta los 14 meses. “Les damos leche de inicio hasta los 6 meses, después leche de continuación, cereales y potitos. Además de pañales, jabón, colonia, y otros productos de puericultura que nos han donado como cunas o tronas”, enumera Lita Pérez, voluntaria del Refugio y responsable de los servicios de entrega de alimentos y de la Gota de leche.
Más familias monoparentales
La mayoría de las familias que se acercan hasta aquí son de origen extranjero, un 80%, pero también hay españoles. “Son los pobres vergonzantes. Les da más vergüenza pedir pero siguen existiendo”, apunta el Hermano Mayor. Lo que sí que han percibido en los últimos meses es un aumento de las familias monoparentales con niños pequeños que acuden a por alimento.

“Representarán en torno al 40% del total y son en su mayoría mujeres muy jóvenes, de entre 20 y 30 años, que tienen que sacar adelante solas a sus hijos y con la subida de los precios no llegan”, señala Santiago Sánchez. “La mayoría cobran ayudas pero también vienen otras con trabajos eventuales, a tiempo parcial que no llegan a todos los gastos y recurren a nosotros para la alimentación de sus hijos”, añade Sánchez.
Ana María Andema y sus dos hijos de 11 años y 10 meses es una de estas familias. Ella vino de niña a España desde Guinea y aquí ha crecido y cursado sus estudios. En la actualidad está en 2º del grado de Relaciones Laborales en la Universidad de Zaragoza. Una carrera que compagina con un trabajo a media jornada en un almacén textil de la capital aragonesa. Con su sueldo no le llega para todos los gastos. “Pago 500 euros de alquiler de un piso en Torrero y 70 euros, por lo menos, de factura de la luz, más el resto de facturas y la guardería del niño”, señala.

“Acudo a la Gota de leche solo a por alimentación para el bebé porque para mí es un alivio saber que en vez de dos botes de leche tengo que comprar solo uno al mes. Son pequeños gastos pero se notan”, continúa. Para ella este servicio es fundamental. “Imagínate que no tienes dónde caerte muerta, que te ves necesitado y alguien te abre las puertas de su casa y te da de todo, literalmente. Alimentos, leche para los niños, ropa, cunas, trona.. Todo lo que puedas necesitar”, dice, agradecida.
Mohammed tiene 32 años y acude también a la Gota de leche a por alimentos para su única hija. Un bebé de apenas 5 meses. “Hace dos años que estamos en España y yo he trabajado eventualmente desde que llegué. He hecho de todo. He estado en el sector de la construcción, en el de energías renovables, hasta he sido conductor de transporte privado de personas”, enumera. “Pero hace unos meses que no encuentro trabajo y no tengo ninguna prestación. He pedido cita para el Ingreso Mínimo Vital pero mientras tanto necesito ayuda para la alimentación de mi hija”, afirma este usuario.

La ropa donada, más usada
Muchas de estas familias también hacen uso del ropero del Refugio y otras acuden solo a este servicio. Pero también aquí la situación económica ha pasado factura. “Hemos notado que la ropa que nos llega está más aprovechada. Se nota que la gente apura más tiempo antes de desprenderse de ella”, dice Regla Ortega, voluntaria del Refugio. “Antes encontrábamos alguna prenda hasta con la etiqueta puesta y eso ahora no pasa”, confirma. “Pero claro, ahora con la subida de precios, aunque la gente sea muy solidaria, no puede dar más”, lamenta Ortega.
“Hemos notado también que acuden a por ropa muchas personas mayores que viven solas y a las que ahora no les llega para todos los gastos con la pensión”, afirma la voluntaria. “Nos piden sobre todo ropa de abrigo, mantas y batas para casa y no poner la calefacción. Nos dicen que o comen o se calientan pero no pueden hacer las dos cosas”, asevera.

Menos dinero en la cuestación
“Este años las donaciones han disminuido porque, con la subida de los precios, al ciudadano general también le va justo”, añade Santiago Sánchez. “Lo hemos visto en la cuestación de Semana Santa que acabamos de terminar. Hemos recaudado un 15% menos que el año pasado”, constata el Hermano Mayor.
“En las iglesias se ha recaudado menos porque hay menos oficios y a pie de calle hemos tenido que estar 4 días, en lugar de los 2 que estábamos en años anteriores, para recaudar el mismo dinero”, confiesa. “Y eso es porque nos estamos apretando el cinturón todos”, concluye Sánchez.