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Crimen en Calatayud: una hija del lugarteniente del Lute insinúa la posible implicación de su hermano

La segunda sesión del juicio en Zaragoza ha puesto de manifiesto el enfrentamiento entre los tres hermanos, que ni siquiera se ponen de acuerdo sobre si su madre sufría o no malos tratos por parte de su esposo, Raimundo Medrano.

Las dos hermanas acusadas, durante la primera sesión del juicio por el crimen de Raimundo Medrano en Calatayud.
Las dos hermanas acusadas, durante la primera sesión del juicio por el crimen de Raimundo Medrano en Calatayud.
Oliver Duch

El juicio contra Carmen Villa por el asesinato en Calatayud de su marido, Raimundo Medrano, ha continuado hoy en la Audiencia de Zaragoza con la declaración de los tres hijos del matrimonio. La presunta homicida, para la que la Fiscalía pide 25 años de cárcel, aseguró el primer día ante el jurado que “nunca” habló a nadie de los malos tratos que sufrió durante sus más 40 años de matrimonio. La mujer dejó caer que durante la Nochebuena de 2014, solo unos días antes del crimen, perpetrado el 5 de enero de 2015, su marido y Emilio, su único hijo varón, tuvieron una acalorada discusión por este motivo. Sin embargo, este último ha negado este martes cualquier episodio de violencia de género. “Jamás vi que mi padre golpeara a mi madre o la amenazara de muerte. Cómo la iba a maltratar, si era ciego completamente. Entre matrimonios, alguna vez se discute, pero eso es normal”, ha manifestado el hijo.

La acusada explicó también en el juicio que la noche previa al crimen Raimundo Medrano llevó a dos rumanas a casa y a ella le pegó una paliza. Carmen Villa dijo que amenazó a su marido con contárselo a su hijo y dejó entrever que llegó a hacerlo. Pero Emilio también lo ha vuelto a negar. “Mi madre nunca me pidió que hablara con mi difunto padre de los malos tratos, porque nunca los hubo. Tampoco vi jamás que mi padre metiera mujeres en casa”, ha aclarado el hijo de la pareja.

El testigo ha recordado que el 5 de enero por la tarde llamó a su padre por teléfono y le sorprendió mucho que no contestara “porque siempre cogía muy rápido, antes del tercer pitido”. Al final, logró contactar con su madre y esta le contó que Raimundo Medrano había desaparecido. “Preocupado, rápidamente cogí el coche y me fui con mi familia a Calatayud”, ha señalado.

El hijo del matrimonio llegó sobre las once de la noche a la casa cueva del barrio de San Roque. Según Emilio Medrano, nada más entrar notó un extraño olor “a lejía y amoniaco” y vio a su madre “un poco rara”. “Tenía la mirada un poco perdida para cómo era ella. Le empecé a preguntar qué pasaba con padre, pero solo me decía que se había ido con dos rumanas. Fui a buscarlo, pero no lo encontré por ningún sitio. Al final, me confesó que fue ella quien lo mató”, ha contado el testigo.

Confesión de la madre

Pero la confesión no se produjo la noche en que Emilio y su familia llegaron a Calatayud, sino la siguiente. “Habíamos estado todo el día de Reyes buscando a mi padre. Recuerdo que serían sobre las dos de la mañana del 7 de enero cuando mi madre se fue para el baño. Yo me fui tras ella y le volví a preguntar qué pasaba con mi padre. Ella se dio la vuelta y me dijo: ‘Lo he matado’. No se me olvidará en la vida. De lo nervioso que estaba, empecé a dar golpes por toda la casa”, ha explicado Emilio.

Cuando Carmen Villa reveló que había dado muerte a su esposo de un disparo -algo que ahora niega-, en la vivienda familiar estaba también María Pilar Medrano, también hija del matrimonio. De hecho, fue esta mujer quien llamó enseguida a la Policía para dar cuenta de la revelación que había hecho su madre. No tardaron en acudir a la casa varias patrullas, momento que aprovechó Emilio Medrano para salir corriendo por el monte. Según ha explicado hoy este, lo hizo porque sobre él pesaba una orden de detención de un juzgado de Zaragoza y temía que lo detuvieran.

La hija mayor del matrimonio, María Pilar, ha asegurado hoy ante el jurado que tampoco presenció malos tratos de su padre hacia la acusada. Sin embargo, la hermana pequeña, María del Carmen, que no se habla ni con María Pilar ni con Emilio, ha dado una versión muy distinta. “En mi casa lo que hemos vivido han sido malos tratos de mi padre hacia mi madre desde que tenemos uso de razón. Eso nos ha causado traumas. Era un infierno”, ha manifestado. La mujer ha hablado también de una familiar “patriarcal” en la que “los que mandaban eran los hombres”. Y como en su relato ha dejado entrever que su hermano podría haber tenido alguna implicación en el crimen, la Fiscalía le ha preguntado directamente: “¿Insinúa usted que Emilio mató a su padre?”. A lo que la benjamín de la familia ha respondido: “Yo no sé quien ha sido. Porque las mujeres en mi casa nunca hemos podido tocar una pistola, eso es cosa de hombres. Solo sé que mi madre no ha podido ser”.

La defensa cuestiona la investigación policial

El abogado que defiende a Carmen Villa, José María Pedregal, calificó el primer día del juicio de “muy deficiente” la investigación de la Policía Nacional, a la que recriminó que tras saber de la confesión del crimen por parte de la acusada, la diera por buena y no se planteara que esta mujer pudiera estar encubriendo al verdadero asesino. Por ello, el letrado ha aprovechado hoy la declaración de los investigadores ante el jurado para preguntarles, por ejemplo, por qué no sospecharon de la precipitada huida por los montes de Emilio Medrano, hijo del matrimonio.

La defensa cuestiona que una mujer como Carmen Villa pudiera manipular y arrastrar sola por la casa un cadáver de 1,80 metros y unos 100 kilos de peso. “Dado el tiempo transcurrido hasta que llegan los hijos, cabía la posibilidad de que la mujer hubiera recibido auxilio de una tercera persona para manipular el cuerpo. Eso barajábamos en ese momento de la investigación”, ha explicado el instructor del atestado policial.

La Fiscalía ha preguntado al oficial por qué sospecharon de la posible participación en los hechos de María Isabel Villa, hermana de la presunta asesina y para la que la Fiscalía solicita 10 años de prisión como cómplice. El funcionario ha respondido que esta mujer les dijo en un primer momento que no hablaba con la acusada “desde hacía meses” y luego comprobaron que entre el 4 y el 5 de enero contactaron telefónicamente hasta en 14 ocasiones.

Gracias al geoposicionamiento del teléfono de María Isabel, los investigadores confirmaron después que la víspera de Reyes esta se desplazó en taxi desde el pueblo de Guadalajara donde reside hasta Calatayud, de donde se habría marchado esa misma noche. La encausada, a la que asiste el abogado Javier Reguera, negó durante su declaración que ayudara a la homicida a ocultar el cadáver e incluso que pisara la casa de su hermana. Y lo cierto es que allí no se hallaron sus huellas.

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