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Crimen en Calatayud: la viuda del Quinqui se declara inocente y habla de un asesino 'fantasma'

Un jurado juzga desde este lunes en Zaragoza a Carmen Villa por el crimen de su marido, uno de los delincuentes más buscados durante el franquismo. La mujer, que llegó a confesar la autoría, niega ahora que apretara el gatillo y se niega a identificar al supuesto homicida. 

Las dos hermanas acusadas, durante la primera sesión del juicio por el crimen de Raimundo Medrano en Calatayud.
Carmen Villa, sentada en la sala de vistas delante de su hermana María Isabel, durante la primera sesión del juicio por el crimen de Raimundo Medrano en Calatayud.
Oliver Duch

Un tribunal popular juzga desde este lunes a Carmen Villa Fernández, presunta asesina de su marido, Raimundo Medrano, uno de los criminales más buscados en la década de los 70. La mujer, de 62 años y para la que piden una condena de 25, denunció la desaparición de su esposo el 6 de enero de 2015 en Calatayud, donde ambos vivían en una casa cueva. 

Acorralada por las pruebas, terminó confesando el crimen y lo justificó diciendo que llevaba "toda la vida" soportando malos tratos. Pasado un tiempo, se desdijo, negó la autoría y dio otras dos versiones distintas de los hechos. En la primera sesión del juicio, la mujer volvió a negar que matara de un tiro al Quinqui, como se conocía a la víctima. Pero ahora habla de un asesino ‘fantasma’, al que supuestamente vio pero del que no quiso dar el nombre.

La acusada empezó su declaración anunciando que iba a contestar a todas las preguntas, algo que finalmente no hizo. La presunta homicida eligió con precisión quirúrgica las cuestiones que quería responder, evitando aclarar o resolver muchos de los interrogantes planteados por la Fiscalía. "Usted ha dado ya muchas versiones de lo ocurrido, ¿sabe que esta es la quinta?", le recordó la acusación pública. A lo que Carmen Villa contestó de forma categórica: "Esta es la verdadera".

"Yo no maté a mi marido. Cuando llegué a casa estaba despierto. Después me encontré el cadáver en la cama", manifestó, enigmática, la acusada. "Y si usted no fue, ¿qué pasó en ese intervalo de tiempo? Estaba en casa, tuvo que ver al asesino", replicó la fiscal. "Sobre eso no voy a decir nada", dijo entonces Carmen Villa, en el que sería el primero de su larga lista de silencios. "Escuché el disparo y me quedé paralizada", fue lo máximo que llegó a verbalizar. Respecto al traslado del cadáver, la mujer asegura que fue ella quien lo movió. "Lo saqué a rastras, envuelto en una manta –indicó–. Soy pequeña, pero lo hice sola, se lo digo de corazón. El miedo da mucha fuerza".

La mujer explicó al jurado que la noche anterior el crimen, perpetrado el 5 de enero, tuvo una fuerte discusión con su marido. "Raimundo se trajo a dos rumanas a casa. A mí me pegó una paliza y me echó. A la mañana siguiente me pidió que fuera a por unas recetas. Cuando regresé, estaba enfadado porque me había llamado al móvil y no le había cogido. Se pensó que había estado hablando con mi hijo y me pegó un jetazo. Después, volvió a decirme que cualquier día me mataba de un tiro", declaró. Según esta, cuando el Quinqui le dio la paliza la noche previa, ella le amenazó con contárselo a su hijo Emilio. "A las putas de tus hijas me da igual, pero a tu hijo no se te ocurra decirle nada", asegura ella que le respondió él.

La mujer mantiene que Raimundo la maltrató durante los 40 años que estuvieron casados, pero nunca lo denunció. "Me intenté suicidar tres veces. Y en una ocasión llegué a ponerme de rodillas pidiéndole que me pegara un tiro", manifestó la acusada al hablar de un "calvario" del que supuestamente estaban al corriente sus dos hijas y su hijo. Es más, aseguró que este último discutió con su padre aquella Nochebuena a cuenta del trato que dispensaba a su madre.

La defensa, a cargo del abogado José María Pedregal, llegó a considerar ayer "metafísicamente" imposible que esta mujer matara a su marido. "Ni yo he sido capaz de sacarle la verdad sobre lo ocurrido, pero estoy convencido de que las cosas no sucedieron como mantiene la Fiscalía", dijo, calificando la versión de esta última de "inverosímil". El letrado, que reconoció que no va a cobrar "ni un solo euro" por este caso y que lo asume por su "amor a la Justicia", habla de una investigación "muy deficiente". 

"Cuando esta mujer confesó el crimen, la Policía no investigó a nadie más. Pero después de dar tantas versiones distintas sobre lo ocurrido, ¿nadie ha pensado que la acusada podría tener una razón muy poderosa para mentir o que incluso podría estar encubriendo a una tercera persona?", planteó el letrado. El juicio continúa hoy en la Audiencia.

La hermana: cómplice o encubridora

Pero no fue Carmen Villa la única detenida e investigada por el crimen de quien fuera declarado en los años sesenta y setenta enemigo público número 2, solo por detrás de su ‘jefe’, el histórico Eleuterio Sánchez, más conocido como el Lute. En el banquillo de los acusados se sienta también María Isabel Villa, de 52 años y hermana de la viuda de Raimundo Medrano. La Policía descubrió que en la víspera del asesinato estuvo en contacto con Carmen, y que el día de autos se desplazó desde Guadalajara a la capital bilbilitana. La Fiscalía la acusa de dar cobertura a su hermana y ayudarla a ocultar el cadáver. Pero ella, que pese a enfrentarse a una condena de 10 años de prisión sigue en la calle, asegura que no tuvo nada que ver con lo ocurrido.

El Ministerio Público mantiene que María Isabel sabía del plan preconcebido de su hermana para asesinar a su cuñado e incluso la ayudó a ocultar las pruebas incriminatorias. Sin embargo, su defensa, que corre a cargo de Javier Reguera, intenta acreditar ante el jurado que su clienta nunca supo de las intenciones de Carmen Villa. Y solo admite que trató de ayudarla a posteriori, cuando se trasladó a Calatayud y se enteró de la muerte de Raimundo. Considera que por lo tanto esta acusada no sería cómplice, sino meramente encubridora. Y por ser ambas hermanas, el Código Penal la eximiría de cualquier responsabilidad. 

El matrimonio vivía en una casa nueva del barrio de San Roque de Calatayud.
El matrimonio vivía en una casa nueva del barrio de San Roque de Calatayud.
Macipe

María Isabel Villa ha declarado solo a las preguntas de su abogado, a quien ha reconocido que fue en taxi a Calatayud porque Carmen le llamó para contarle que había desaparecido su marido. "La noté muy nerviosa. Y por eso fui. Pero nunca imaginé que ella hubiera matado a Raimundo, ni tampoco ella me lo confesó", ha señalado la presunta cómplice, quien mantiene que ese día ni siquiera pisó la casa de su hermana.

Además de las dos hermanas acusadas, durante la primera sesión del juicio están citados a declarar el exmarido de María Isabel, los empleados de la ferretería de Calatayud donde la presunta homicida compró plástico de invernadero para esconder el cuerpo, el empleado de la estación de servicio donde adquirió gasolina para quemar el cadáver, varios vecinos del barrio de San Roque y los dos taxistas que llevaron a la supuesta cómplice.

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