patrimonio

Así era el convento de Jerusalén de Zaragoza: el edificio que vibró entre los goles de La Romareda y la paz del huerto

Las madres franciscanas llegaron a la capital aragonesa en 1484​ y casi cinco siglos más tarde se trasladaron a este conjunto del paseo de Isabel la Católica.

Patio del antiguo convento de Jerusalén, en el paseo Isabel la Católica de Zaragoza.
Patio del antiguo convento de Jerusalén, en el paseo Isabel la Católica de Zaragoza.
José Miguel Marco

Siete meses después de que Justicia diera luz verde para su derribo, el antiguo Convento de Santa María de Jerusalén ya casi es historia. Este miércoles han entrado las máquinas para comenzar las labores en este conjunto que fuera morada de las madres franciscanas, situado en el paseo de Isabel la Católica de Zaragoza.

La congregación llegó a la capital aragonesa en 1484. En la Gran Enciclopedia Aragonesa se concreta que el monasterio fue fundado por don Juan de Coloma, quien fuera secretario de los Reyes Católicos, bajo el permiso de Inocencio VIII. El convento sito en el paseo de la Independencia de esta orden fue proyectado por Antonio de Lesarri en 1852, tal y como señaló Jesús Martínez Verón en 'Arquitectura y urbanismo en Zaragoza 1813-1936', una exposición organizada en el Centro de Historia de la capital aragonesa.

Casi cinco siglos más tarde, en 1947, se mudaron al nuevo enclave, al número 10 del paseo de Isabel la Católica. No obstante, según el catastro inmobiliario, el edificio data de 1936. Las religiosas fueron testigo del crecimiento de su barrio, tanto con los novedosos edificios -muchos de ellos en la década de los años 60- como del estadio de La Romareda. De hecho, las fechas y fotografías antiguas delatan que fueron de las primeras en llegar a la zona.

"Habrá también misa vespertina a la salida del partido Zaragoza-Celta en la iglesia del Convento de Santa María de Jerusalén"

En las páginas de los periódicos se publicaron datos curiosos, como que se oficiaba misa tras los partidos: "Como el domingo anterior y en vista de la excelente acogida que el público dispensó a la primera misa vespertina celebrada en Jerusalén, habrá también misa vespertina a la salida del partido Zaragoza-Celta en la iglesia del Convento de Santa María de Jerusalén, contiguo, como se sabe, al campo de La Romareda". Esta tradición comenzó en 1957.

De su interior, apenas se conocen datos. A vista de pájaro, gracias a los medios satélite, se puede observar que es un edificio con forma de L, rodeado por la huerta, en la que se pincelan varias palmeras de gran tamaño. En total se calcula que consta de 9.296 metros cuadrados.

A la iglesia se accedía a través del jardín, como todavía queda grabado en el recuerdo de algunos zaragozanos. Desde allí se puede disfrutar del óculo que remata la fachada. Francesc Llop i Bayo, experto en la tradición campanera de Aragón, documenta que en los años 70 había unas campanas "con yugos de la fundición Averly, con un tirante central que pasaba por la cabeza de la campana, el eje, el contrapeso y la parte superior del yugo". Con el tiempo fueron sustituidos por otros metálicos.

Llop i Bayo concreta en su proyecto Campaners que hubo varias campanas, "una en la cabecera del templo, apenas es visible, y la otra en el tejado del edificio monástico". Cada una de ellas guardaba una advocación: "La campana de menor tamaño tiene advocación dedicada a María Francisca Clara, fundida en 1831, sin marca de fábrica. La mayor es dedicada a Santa Francisca de Paula y Santa Clara, fundida en 1891 en los talleres de Antonio Averly en Zaragoza".

Estas campanas de bandeo, que se usaban en los toques litúrgicos de la comunidad, se descolgaron en 2015 –con el cierre del convento- y se llevaron a Valencia, informa este experto que hace unas décadas recorrió gran parte de Aragón para registrar sus toques e historia.

Hubo piezas religiosas de relevante valor, como una cruz guía del Cristo de Jerusalén que fue donada por las madres y que se porta en las salidas procesionales de la Hermandad del Cristo Despojado de sus Vestiduras y Compasión de Nuestra Señora de Zaragoza. La antigüedad de esta talla, que suele llevar uno de los hermanos al inicio de sus procesiones de Semana Santa, no está documentada, pero hubo quien dató su origen en el siglo XV.

En 2011, a propósito de las obras del tranvía, se quedaron sin agua en la acequia que abastecía a su huerto. Entonces aseguraron que del convento salían "muy poquito". Gracias a esa vía de agua, la conocida como 'El Viñedo Viejo', las madres franciscanas clarisas regaban –con ayuda de algunos hortelanos- sus tierras.

Antaño, cuando en el convento vivían jóvenes novicias, se cultivaban los terrenos en verano e invierno, pero en la última etapa –como referencian las noticias de la hemeroteca- solo lo explotaban durante los meses de primavera. En algunos reportajes contaron que plantaban tomates, pepinos, melón o alcachofas, además del cuidado de los árboles frutales. En cualquier caso, para consumo interno de las religiosas.

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