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El entrenador de Zaragoza que grababa a niños en el vestuario no logra que anulen su condena

El pedófilo, que tenía en su casa casi 5.000 archivos con fotos y vídeos de menores, fue presidente de la asociación Ciempiés.

El acusado, en los pasillos de la Audiencia de Zaragoza.
El acusado, en los pasillos de la Audiencia de Zaragoza.
José Miguel Marco

Tres años de prisión: dos por difundir pornografía infantil a través de varias plataformas de internet y otro por un delito contra la intimidad. Esa fue la pena que la Audiencia de Zaragoza impuso a Javier de la Fuente, un entrenador deportivo al que la Policía Nacional intervino casi 5.000 fotografías y vídeos pedófilos en 2018. Algunos de ellos, tomados por él mismo en baños y vestuarios aprovechándose de su condición de presidente de la Agrupación Deportiva Ciempiés, encargada de organizar actividades con menores. Y aunque la defensa recurrió el fallo, el Tribunal Superior de Justicia de Aragón acaba de confirmarlo en su integridad, por lo que solo el Supremo podría impedir ya su ingreso en la cárcel de Zuera.

«Los guardo porque me gustan», alegó el acusado cuando la Fiscalía le preguntó en el juicio por qué tenía semejante cantidad de archivos guardados en su vivienda. No tuvo ningún problema en admitir la posesión de las imágenes, pero negó en todo momento que las compartiera. «No he enviado estos archivos ni por correo electrónico ni por Whatsapp», declaró ante el tribunal de la Sección Tercera. Sin embargo, un informe pericial del Grupo de Delitos Tecnológicos de la Jefatura Superior acreditó lo contrario. Según los especialistas, al menos 153 archivos fueron compartidos a través de la plataforma ‘Emule’.

Con su recurso ante el TSJA, el abogado de este entrenador de 57 años intentaba probar que si efectivamente compartió archivos, «no tuvo conciencia de que con las descargas en su ordenador desde el programa ‘Emule’ facilitaba la difusión de sus propios vídeos». Sostenía, en definitiva, que todo el material que le fue intervenido era para su uso personal.

El argumento no ha calado en el tribunal, que recuerda en su sentencia que el acusado subió a una red, primero, tres archivos de fotografías de menores «exhibiendo sus órganos sexuales». Para compartir, después, 153 archivos a través de ‘Emule’. «Y los programas no toman otra información del ordenador del usuario que aquélla que es proporcionada por él», precisa.

En cuanto al delito contra la intimidad, alegaba el condenado que no cabía considerar pornográficas las imágenes obtenidas en el gimnasio donde los menores se cambiaban. Pero no hace falta que lo sean, dicen los magistrados, sino simplemente que grabara sin permiso en un lugar como ese.

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