"Dar una vuelta por este Mercado Medieval siempre es un placer, incluso con calor"

Aunque los termómetros siguen muy por encima de los 30 grados en Zaragoza, la comparación con lo vivido en los dos días precedentes ha supuesto una afluencia mucho mayor este domingo

El alicantino Adrián, de BeFreak, se afana en la construcción de una lámpara de PVC en su puesto del Mercado Medieval.
El alicantino Adrián, de BeFreak, se afana en la construcción de una lámpara de PVC en su puesto del Mercado Medieval.
H.A.

Este domingo 19 de junio concluye la nueva edición del Mercado Medieval de las Tres Culturas de Zaragoza, que ha supuesto el retorno de este joven clásico zaragozano tras dos años de suspensión por la pandemia. El enemigo principal de la iniciativa en 2022 ha sido el calor, rayano en lo insoportable, que ha convertido la visita en un ‘tour de force’ y la resistencia de los tenderos, artistas y organizadores en la decimotercera prueba de Hércules.

“Suena raro decirlo, con el calor que hace, pero al menos hoy el termómetro está dando un respiro -explicaba María en el puesto de la miel pirenaica Oz, mejor miel de Aragón en 2017- y se nota, tanto en el número de visitantes como en las ventas. A ver, no ha ido mal el resto de días, y estamos agradecidos a los valientes que vinieron viernes y sábado, pero hoy mucho mejor. Y el alivio se nota, sobre todo a la sombra”.

El puesto mielero es de Hoz de Jaca: entre el nombre de la miel y su localidad matriz solo hay una hache de diferencia, y aunque sea letra muda, ponerla o quitarla (o probar la fantástica miel) puede conducir a Kansas a quien se atreva por un camino de baldosas amarillas. “Es el negocio de la familia de mi marido, de toda la vida -explica María- y como tenían colmenas, él creció ya acostumbrado a la actividad. Hace 16 años cogimos el relevo, y estamos muy contentos. Además de la miel tenemos propóleos, polen, jalea real, protector labial preparados varios… hemos intentado sacar cosas nuevas”.

¡Hágase la luz!

Justo al lado, el alicantino Adrián -Nano para los colegas- se afanaba en la confección artesana de una lámpara; su marca es un juego de palabras, Be Freak, a medio camino entre la interjección reivindicativa de la libertad y el orgullo de ser diferente. “Empleo el reciclado de tuberías para las lámparas, son de PVC. La temática es variada, tengo desde lámparas inspiradas en la naturaleza a dibujos animados o personajes de películas. Trabajo a la carta, también hago logos y retratos, aquí tienes de todo y si vienes hoy temprano con un encargo, quizá lo tienes en unas horas; si no, te lo mando a casa por correo”.

En el puesto de Plantacar, lleno de ungüentos y esencias para la piel, llama la atención una marca concreta: la Raíz del Traidor. En realidad es una línea completa de productos, cuya estrella es una crema que según el vendedor, es siete veces más potente que la rosa de mosqueta (que también vende) y cuyo elemento fundamental es la alkanna tintoria, una hierba prima hermana de la borraja que se usa también como tinte natural. En Aragón lo vende la tienda borjana Ecogeótica, por cierto. Muy cerca, las rosquillas de Mañeco, firma dulcera procedente de Mallabia (Vizcaya), se vendían como eso mismo, rosquillas; también el pastel vasco, cuyo aroma de limón inundaba el área. La manufactura en directo de los productos parecían motivar de manera especial a los compradores.

Magia bajo el mudéjar

Bajo la cerámica mudéjar rescatada por el aragonés Fernando Malo en la Seo, el puesto de los gerundenses AromArts también atrapaba muchas miradas. Jordi, su responsable, es asiduo en las fiestas zaragozanas. “Venimos desde hace muchos años, también al Pilar y en Navidad. De todo lo que ves aquí, llama mucho la atención la Rosa de Jericó, una planta que impresiona porque absorbe las energías negativas con su propia naturaleza, porque renace desde la muerte aparente cuando la pones en agua. También tenemos palosanto, incienso… y no falta nuestra sección de hadas y dragones, entre otros seres mitológicos. También tengo figuras aragonesas, como los Minairons de la Ribagorza, los Diaples y el Dragón de San Jorge”.

La asistencia a un Mercado Medieval lleva implícita la heterogeneidad del público, y también de las conversaciones cogidas al vuelo. Desde una pareja que confiesa su hastío por el ‘horror vacui’ del arte cristiano a dos chavales que piden a su padre un bar con helados para ver la tele. En esta coyuntura, los personajes caracterizados también juegan su papel en el empeño de unir las tres culturas aludidas (cristiana, musulmana y hebrea) y aventurarse a dar saltos temporales.

Pablo, del grupo de recreación y combate medieval zaragozano La Compañía Exiliada, es una prueba de esta anchura de concepto. “Hoy no estoy del todo medieval: recreo un pirata de la Berberia, del siglo XVI, pero he comprado mojito medieval, así que con el tema pendenciero no voy anacrónico -bromea- y la verdad es que dar una vuelta por este Mercado Medieval siempre es un placer, incluso con calor, resulta muy interesante como herramienta de divulgación histórica y también es una ocasión para vender y comprar pingos, que está muy bien. Con el grupo, que ya lleva seis años, combinamos el esfuerzo de recreación con la disciplina de combate deportivo; trabajamos con eventos HEMA (Historical European Martial Arts) y también hacemos rol en vivo, con personajes fantásticos… somos un hijo impío de todas esas cosas”.

El programa de este domingo marcaba diversas actividades lúdicas y artísticas hasta la caída del sol, y esa mínima concesión de las temperaturas permite aventurar un final en alto para la actividad. Todo sea por las tres culturas y el refrescante matiz contracultural que conlleva montar algo así cuando los imponderables deciden hacerlo todo más difícil de la cuenta.

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