La zona vetada a los vehículos contaminantes en Zaragoza comenzará en el Casco y se ampliará por fases

El contrato de los parquímetros, que regulará el área de bajas emisiones, se licitará en verano, lo que retrasa los plazos iniciales.

El primer tramo de la reforma de Predicadores ya está casi terminado.
Imagen de archivo de la calle Predicadores
Ayuntamiento de Zaragoza

El Ayuntamiento de Zaragoza tiene previsto licitar el nuevo contrato de la zona azul de la ciudad este verano, entre junio y julio, según las últimas previsiones del área de Movilidad. El concurso, que acumula meses de retraso por la complejidad de los pliegos, entre otros motivos, es clave para la implantación de la denominada zona de bajas emisiones, ya que será el adjudicatario el encargado de su control.

Se trata de un sistema de restricción del tráfico rodado de los vehículos más contaminantes por el centro de la capital, una medida exigida por la Unión Europea a partir de 2023. Lo que no establece la normativa europea es el tamaño del área afectada, lo que deja libertad a los consistorios. Y a falta de la aprobación definitiva, el gobierno PP-Cs ya traslada que se estrenará en el Casco Histórico, una propuesta de mínimos, con la intención de ir ampliando su extensión por fases.

El objetivo es introducir esta novedad de forma "progresiva" y "no traumática" entre los conductores de Zaragoza, indican desde el servicio de Movilidad. En principio, los responsables municipales están estudiando restringir la circulación de los vehículos con motor gasolina que superen los 21 años de antigüedad y los de diésel de más de 15. Eso sí, la medida no afectaría a los residentes y trabajadores de la zona.

La exclusión de los vehículos menos sostenibles del centro de las ciudades es una herramienta que los ayuntamientos llevan tiempo estudiando, e incluso ya se ha puesto en marcha en grandes capitales como Madrid. En Zaragoza, el Plan de Movilidad Urbana Sostenible (PMUS) del anterior gobierno de ZEC ya planteaba su puesta en marcha, aunque sin plazos ni concreción. Ahora, el Gobierno de España, tras la exigencia de la UE, va a obligar a las localidades de más de 50.000 habitantes a crear zonas de bajas emisiones.

Sistema de cámaras

Para controlar el acceso al área restringida, Zaragoza ha optado por el sistema más extendido en otras grandes ciudades. Una red de cámaras distribuidas por las vías de entrada y salida a la zona de bajas emisiones permitirá leer las matrículas de todos los vehículos que circulen por sus calles. El sistema cotejará las imágenes con una base de datos en la que figurará el censo del parque automovilístico, incluidos los más contaminantes y, por tanto, excluidos. Si se registra el paso de alguno de ellos, el centro de control emitirá una propuesta de sanción a través del Ayuntamiento.

El servicio estará en manos de una empresa, en concreto, la que se haga con la gestión de la zona azul y naranja de la capital aragonesa. El contrato está ya caducado, aunque el Consistorio prorrogó su vigencia ocho meses con la actual concesionaria, Z+M, hasta el mes de agosto, en compensación por las pérdidas sufridas como consecuencia de la crisis sanitaria y de las restricciones que se aplicaron para combatirla.

La intención del gobierno municipal era haber licitado los pliegos mucho antes, pero se ha visto retrasado por la complejidad del contrato. Entre otras novedades, se prevé una notable ampliación del número de plazas de estacionamiento regulado por casi todos los barrios (pasarían de las 6.569 actuales hasta cerca de 24.000), y el uso de nuevas tecnologías para el control de accesos a calles restringidas, la carga y descarga y la citada zona de bajas emisiones.

Además, se ha tenido que incorporar a última hora una propuesta de Vox, que solicitó al gobierno PP-Cs la construcción del primer parquin en altura de la ciudad. Se ubicará en la calle Moncayo y su gestión también estará en manos del concesionario de la zona azul.

Precisamente Vox se ha mostrado especialmente crítico en todo el país con las zonas de bajas de emisiones. Así, el planteamiento de limitarla en Zaragoza a la mínima expresión, al menos de forma inicial, podría encajar en sus planteamientos. Quedaría lejos de apuestas más ambiciosas que en su día barajó el Consistorio, y que pasarían por restringir el primer cinturón de la ciudad, el que dibujan los paseos de Pamplona y María Agustín con Echegaray y Caballero. Un anillo de circunvalación que se alcanzaría en siguientes fases de extensión.

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