La recreación de los Idus de Marzo vuelve a Mara tras dos ediciones de parón por la covid

El antiguo cambio de año hasta que Segeda forzó a Roma a modificar el calendario se honró con talleres, rituales y música.

Alberto Gutiérrez durante la exhibición de aves.
Alberto Gutiérrez durante la exhibición de aves.
Macipe

La localidad de Mara, en la comarca Comunidad de Calatayud, acogió este sábado la decimosexta edición de su recreación sobre los Idus de Marzo tras dos años de parón por la pandemia del coronavirus. Se trata de la antigua fecha que servía para marcar el cambio de año hasta que en el año 154 antes de Cristo la ciudad celtíbera de Segeda -hoy yacimiento repartido entre los términos de este municipio y el vecino de Belmonte de Gracián- obligase a que Roma adelantase a enero el nombramiento de sus cónsules para asediar el enclave habitado por los belos. Una modificación que sigue rigiendo en la mayor parte del planeta.

«Esta jornada es un revulsivo para la zona, pero también sirve para recuperar nuestra historia y reivindicar el valor de los restos arqueológicos que tenemos, que están un poco olvidados y se están deteriorando poco a poco», recordaba Ana Belén Domínguez, secretaria de la Asociación Mara Celtibérica, entidad que organiza las actividades. «En 2020 lo teníamos todo preparado y tuvimos que cancelarlo en el último momento -apuntó-. Queremos decirle al mundo, recordárselo, que nos comemos las uvas el 31 de diciembre debido a que la muralla de Segeda fue motivo para que Roma le declarase la guerra y adelantase su calendario».

Así, entre las propuestas del día hubo talleres infantiles, una degustación de cerveza artesana, una charla sobre los cascos celtibéricos de Aratis, los habituales rituales del renacer y la llamada hoguera de la vid, donde se quemó el denominado gigante de Segeda y del árbol de los deseos. En primer lugar, la actividad que abrió el día fue una exhibición de aves rapaces. Por último, el punto final lo puso un concierto del grupo bilbilitano Os Fillos d’o Sobrarbe. Para Reyes, que acudió con su hija y su marido, es «importante venir, porque hace un par de años que no se hacía». «Así la niña puede ver las representaciones y las actividades, que es algo diferente que se hace en la ribera», añadió.

Sesión de vuelos

Beatriz Lozano, técnico veterinario, y Alberto Gutiérrez, técnico ambiental, fueron los encargados de desarrollar la sesión de vuelos y muestra de tres tipos de rapaces: diurnas, nocturnas y necrófagas. Ambos, de la Asociación Cultural Mi Rosa de los Vientos de Zuera, estuvieron acompañados, entre otras, de un águila real, un cernícalo, un halcón peregrino, águilas de Harris y un buitre. «Lo que hacemos es explicar y transmitir a la gente conocimientos sobre ellas, su manejo y para lo que nos ayudan en la sociedad», subrayaba Gutiérrez.

«Estas actividades, con la ley de bienestar animal, si se aprueba como está, desaparecerán. No se podrá hacer uso ni de tipo cultural ni medioambiental: ni en mercados medievales ni para seguridad en aeropuertos ni para control de fauna», lamentó la veterinaria. En este sentido, Lozano considera que esta normativa puede ser contraproducente. «El desconocimiento de su valor es lo peor que puede pasar. Nosotros estamos de acuerdo en que haya una regulación. De ahí a la prohibición no tiene sentido», dijo. Por su parte, Gutiérrez recordó durante el espectáculo que el vínculo entre aves y humanos, para actividades de control de ganado y caza, se remonta miles de años.

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