naturaleza

Los castores también sufren la crecida del Ebro

Un enorme ejemplar fue visto anoche junto al puente del Huerva en su desembocadura con el río..

Podría estar de paso, si bien los ejemplares más jóvenes de esta especie son cada vez más frecuentes en el tramo urbano

Un enorme castor fue avistado anoche junto al puente sobre el río Huerva ya en su desembocadura en el Ebro. La presencia de estos animales se ha normalizado en el río, pero la crecida de estos días -con las aguas desbordadas a su paso por Zaragoza- facilitó la noche del martes que algunos viandantes pudiera ver nadar al castor pasadas las 20.00. Los castores son roedores huidizos, de hábitos nocturnos y no suelen ser fáciles de ver por lo que la mayor parte de las veces se les retrata con cámaras de fototrampeo.

La actual crecida ha sacado algún ejemplar ‘a flote’, si bien anoche con la oscuridad algunos de los vecinos del paseo de Echegaray y Caballero se preguntaban si aquello que se intuía entre las aguas era un siluro o, incluso, algún perro que había caído al río.

Los castores suelen pasar el día recogidos en sus madrigueras, que construyen cerca de las orillas de los ríos, y por la noche es cuando se les puede ver cogiendo ramas y tratando de roer cortezas de árboles, que es su principal afición dado que son animales herbívoros.

Explican los ecologistas que el barro que se acumule en la ribera cuando descienda el nivel de las aguas servirá para escudriñar las huellas de distintos animales y conocer mejor qué especies habitan el río. Afirman que los castores de Centroeuropa se reintrodujeron de forma ilegal a unos años en la zona del Arga y el Aragón y que se han hecho fuertes en el Ebro.

Una pareja de castores ya fue vista el pasado mes de junio en la misma zona del río, si bien entonces los expertos apuntaban que su presencia en la capital era puntual y que podrían encontrarse de paso ya que no es habitual que esta especie habite en los tramos urbanos del río. Ahora parece que estos roedores, que son inofensivos, han decidido establecerse en Zaragoza y hacer de la capital su residencia permanente.

Los expertos piden a los viandantes y curiosos que no se les moleste, que no se les trate de tocar (no dejan de ser animales silvestres) y que se les observe a una distancia prudencial de al menos 10 o 15 metros.

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