Crecida del Ebro

La crecida, menos agresiva de lo previsto, limita sus daños a La Almozara y la margen izquierda

Unos 200 efectivos trabajan para contener una avenida que se queda en 2.100 metros cúbicos por segundo y 5,5 metros. El agua anega alrededor de 3.250 hectáreas de cultivos.

Crecida del Ebro a su paso por Zaragoza.
El agua en la zona de La Almozara se adentró por la ribera hasta cubrir por completo los terrenos del Tiro del Pichón y alcanzar incluso el patio de recreo del centro público Jerónimo Zurita, donde no se pudieron dar clases.
Ayuntamiento de Zaragoza

Parecía que iba a ser una avenida histórica. Las primeras estimaciones decían que la riada a su paso por la capital aragonesa iba a ser más intensa que la de 2015 y había que estar preparados para lo peor. Aunque no sin fuerza, la punta de la crecida llegó este martes a la ciudad a primera hora de la tarde con mucha expectación pero un caudal menor de lo previsto. Según datos de la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE), finalmente se quedó en unos 2.112 metros cúbicos por segundo y 5,5 metros de altura. No obstante, eso no impidió que se registraran afecciones y el agua alcanzó a cubrir alrededor de 3.250 hectáreas de huerta en el término municipal.

Más vale prevenir, y por eso el Ayuntamiento lleva trabajando desde el viernes en el dispositivo de seguridad con el que hacer frente al envite de las aguas. Este martes, en el que hasta el momento ha sido, como dijo el alcalde Jorge Azcón, el día "más importante" de la crecida en la ciudad, se desplegaron unos 200 efectivos de Bomberos, Policía Local y Protección Civil, entre otros servicios municipales, para controlar los puntos clave y garantizar la seguridad.

Para ello, tras la reunión a primera hora de la mañana del Plan de Emergencias, el regidor también llamó a la colaboración ciudadana y recordó la prohibición de traspasar las zonas balizadas. Aún así, el interés que despertó el Ebro, la velocidad a la que atravesaba el centro urbano y la impresionante estampa que dejó a su paso, con mobiliario urbano, cubos de basura y juegos infantiles cubiertos, motivaron a más de uno a ignorar las cintas de prohibición. Pero no fue la tónica general.

Expectación y prudencia

Los voluntarios de Protección Civil se encargaron durante la tarde de recorrer los puntos más críticos, como el parque del Agua, el recinto de Ranillas -donde este miércoles no podrá haber rastro-, Helios o Macanaz para asegurarse de que se respetaban las áreas cerradas al público y recordar a los ciudadanos la necesidad de ser prudentes y el peligro que entraña el río. También comprobaron la señalización y la colocaron más adelante en los casos necesarios.

Cientos de zaragozanos se acercaron al río Ebro cuando llegó la punta de la crecida y aprovecharon para sacar fotografías. En ocasiones se hacía difícil hasta encontrar un hueco en algunas zonas, como en el puente de Santiago -en la imagen- o en el de Piedra.
Cientos de zaragozanos se acercaron al río Ebro cuando llegó la punta de la crecida y aprovecharon para sacar fotografías. En ocasiones se hacía difícil hasta encontrar un hueco en algunas zonas, como en el puente de Santiago -en la imagen- o en el de Piedra.
José Miguel Marco

Tal y como apuntaron desde el Consistorio, la riada generó "mucha expectación". A media mañana cientos de zaragozanos paseaban ya por las zonas cercanas a la ribera mientras trataban de hacerse con la mejor instantánea. La mayor afluencia llegó a primera hora de la tarde, junto a la punta de la crecida, cuando en ocasiones era tarea difícil encontrar un hueco en el puente de Piedra y el de Santiago desde el que observar la bravura de las aguas.

Pero más allá de la espectacularidad de la riada muchos vecinos se vieron obligados a sufrir sus efectos negativos. Pese a que finalmente fue menos fuerte de lo que se esperaba, el río acabó por cubrir buena parte de las riberas, tanto en La Almozara como en varios barrios de la margen izquierda, entre otros, Actur, Arrabal y Valdefierro. En este último, las aguas llegaron a extenderse hasta el Tercer Cinturón a la altura de la calle de Alfonso Zapater Cerdán, hacia el puente de Giménez Abad. Cubrieron dos de los tres carriles de circulación pero los vehículos pudieron seguir circulando por el izquierdo y la Policía Local, que por seguridad ya vigilaba este punto desde el día anterior, se encargó de regular el tráfico.

"Tranquilos" ante los daños

Con todo, la jornada transcurrió con más calma de lo esperado. Tanto para los efectivos municipales, que tuvieron que atender pocas incidencias, como para los vecinos y propietarios de los negocios ribereños que, aunque no en todos los casos, sufrieron menos daños que en otras ocasiones. En el Club Náutico, por ejemplo, aseguraban estar "tranquilos".

El agua entró en el Club Náutico con el paso de las horas, pero nada comparado con la riada de 2015, por lo que desde la entidad se mostraban «tranquilos" ante los posibles daños. El río incluso llegó a cubrir parte de las ventanas de su planta baja, donde se podía observar la avenida desde un perspectiva privilegiada.
El agua entró en el Club Náutico con el paso de las horas, pero nada comparado con la riada de 2015, por lo que desde la entidad se mostraban «tranquilos" ante los posibles daños. El río incluso llegó a cubrir parte de las ventanas de su planta baja, donde se podía observar la avenida desde un perspectiva privilegiada.
José Miguel Marco
"Ha llegado a haber el doble que ahora. Vamos utilizando una bomba de achique"

El agua se fue colando con el paso de las horas en la planta baja de las instalaciones, que incluso tenía alrededor de un palmo de sus ventanas bajo el agua. Pero, según aseguró el presidente de la entidad deportiva, José Manuel Larroy, no fue nada comparado con la que entró en 2015. "Ha llegado a haber el doble que ahora. Vamos utilizando una bomba de achique", dijo. De igual forma se expresó el propietario de la zona de restauración, Alberto Campuzano. Ya daba por perdido el césped artificial, que habrá que cambiarlo, pero todos los objetos de valor se pusieron a resguardo fuera del sótano y el agua, de momento, no alcanzó el ascensor, que era su mayor preocupación.

En el caso del restaurante Aura, como contó su propietario, Iván Acedo, la zona del jardín quedó completamente inundada ya a mediodía y entonces la incógnita era si la riada se colaría o no por los tabiques de protección que habían colocado en los accesos. Y no era una diferencia menor porque, según su experiencia en riadas anteriores, el coste para reparar los desperfectos varía entre 100.000 y 150.000 en función de si se daña o no el interior. Finalmente, las medidas de prevención parece que dieron sus frutos y por la noche el agua no había llegado dentro.

Las aguas del Ebro también se extendieron por los terrenos del Club Deportivo Helios y del Tiro del Pichón, donde ya temían el día anterior un importante "roto" por la paralización de la actividad deportiva, que se extenderá más allá de los días de crecida porque las pistas de tierra tardarán semanas en recuperarse. Tan lejos llegó el agua en estos terrenos de La Almozara que se coló también en los patios de recreo del colegio situado justo detrás, el Jerónimo Zurita, que quedaron impracticables y cubrió casi por completo el parque de la Cruz Roja.

Además, el nivel freático de río provocó que el agua acabase colándose en numerosos sótanos y garajes de las zonas más cercanas a la ribera, como pasó, aunque en poca cantidad, las últimas plantas de los aparcamientos de la plaza del Pilar y el pabellón Siglo XXI. Eso sí, no fue algo inesperado, por lo que lo que, en casi todos los casos, aquellos que se llenaron de forma más considerable no tenían ningún vehículo. De hecho, los bomberos únicamente recibieron tres avisos de estas características.

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