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Hartazgo en dos comunidades de vecinos del parque Bruil ante la presencia de personas sin hogar: "Tenemos miedo"

Los vecinos de varios inmuebles situados en Pascual Albero Burillo llevan años asumiendo la limpieza de los desperfectos que generan estas personas que pernoctan en sus portales durante todo el año.

Algunas personas sin hogar duermen en los inmuebles próximos al parque Bruil.
Algunas personas sin hogar duermen en los inmuebles próximos al parque Bruil.
Heraldo

Comen, beben, orinan, hablan, discuten y duermen. Decenas de personas sin hogar utilizan los portales de dos comunidades de vecinos cercanas al Parque Bruil desde hace años para pasar las noches, dejan en la zona cartones, vómitos, orines, plásticos, botellas, jeringuillas y preservativos y generan inseguridad entre los vecinos.

Una de las comunidades afectadas está situada en Reina Ester 1-3 y Pascual Albero Burillo 14-16-18 y la otra, en Andador Alberto Albericio Conchán 21 -23-25 y Pascual Albero 20. Ambas cuentan con porches bajo los cuales pernoctan personas sin hogar “durante todo el año” ya que, si bien en invierno el número ronda la docena, en verano llega a haber cerca de 40 personas durmiendo, según ha contabilizado Luis Collados, presidente de una estas fincas.

Los vecinos llevan años denunciando ante diferentes organismos "la presencia de forma continuada de personas indigentes en los porches de estas fincas" con la inseguridad e insalubridad que ello acarrea. Exponen que han tenido “todo tipo de problemas”, desde asistir a conflictos entre ellos hasta una ocasión en la que encendieron una hoguera. “A veces han llegado a dormir en los rellanos de las casas, han tirado pintura y han estropeado parte del mobiliario de la comunidad y toda esa limpieza la asumimos nosotros”, lamenta una de las vecinas.

El administrador de ambas fincas asegura que los vecinos llevan conviviendo con este panorama desde que entraron a vivir en el año 2002 y que están “hartos”. Entre los incidentes relatados, una vecina señala que cuando paseaba a su perro pronto por la mañana, la acompañaban en ocasiones los operarios del servicio de limpieza ante la inseguridad que generaba la presencia de tantos hombres que dormían al aire libre.

La zona de soportales se convierte en improvisado dormitorio en invierno y en verano.
Algunas de las imágenes que llevan años recopilando los vecinos..
Heraldo

Otra mujer explica que sale a trabajar temprano y bordea el edificio por temor y que una vez, uno de los hombres que dormía en los soportales le pidió un cigarro y al contestarle ella que no fumaba y no disponía de tabaco, él comenzó a increparla. Otra asegura que su marido “pasa miedo al ir a trabajar” de madrugada. “Hasta la fecha no ha pasado nada grave, pero estamos hartos y nos da mucho miedo que pueda pasar algo serio”, expone Collados. "No es una zona segura para que jueguen los niños, y los que tienen hijos adolescentes están preocupados", afirma el administrador.

“Para entender bien el miedo que tenemos hay que tener hijas”, apunta un vecino y relata que, volviendo una noche a casa, su hija se vio una vez interpelada de forma obscena por un hombre de los que allí pernoctaban y que en ese momento se encontraba orinando. También sostiene que “estas personas tienen la vida destrozada, muchos están mal física y psicológicamente y como no tienen miedo a nada, no les importa increparte o hablarte mal y nos preocupa que algún día esto derive en un conflicto serio”.

Añaden que a los vecinos les ha tocado más de una vez sufrir “las euforias y las broncas producidas por las drogas y el alcohol”.

Respecto a la policía, Collados asegura que cuando vienen se suele calmar la situación “pero una vez se van, es cuestión de unos minutos que vuelvan a dormir aquí".

Fuentes de la Policía Local de Zaragoza aseguran que el cuerpo actúa “con carácter humano” ante situaciones de personas sin hogar y cumplen con una doble función: por un lado, les informan de todos los recursos municipales de los que disponen y, por otro lado, informan al ayuntamiento de los casos más delicados que encuentran.

“Si hay un incidente, intervenimos y lo solventamos, y si han cometido infracciones son sancionados como cualquier otro ciudadano”, explican. “Por el mero hecho de estar en la calle, no podemos hacer nada más que poner en su conocimiento los recursos que tienen a su disposición e invitarles a acudir”, explican.

Algunos sin techo dejan sus enseres y colchones en los alrededores de los garajes y en las zonas comunitarias.
Algunos sintecho dejan sus enseres y colchones en los alrededores de los garajes y en las zonas comunitarias.
Heraldo

Suciedad y mal olor

Estas dos fincas son relativamente nuevas y, sin embargo, no están en las mejores condiciones. La limpieza de todos los desperfectos que generan las personas sin hogar las asumen las propias comunidades y lamentan que “huele fatal” y que “hay zonas por donde no se puede pasar de lo mucho que apesta”. Lamentan además que “hay algunos rincones donde han orinado tantas veces que nunca quedan del todo limpios, las manchas se quedan para siempre” y “esto es un problema de salud pública”.

No muy lejos de allí: entre la propia calle Pascual Albero Burillo y Vicente López Abadía hay una zona peatonal privada de uso público junto a la Escuela Infantil Municipal Parque Bruil. Los vecinos manifiestan que estos transeúntes utilizan esta zona para “hacer sus necesidades” cada día. Además, los respiraderos del garaje son empleados “como armarios donde guardan sus enseres”, señala Collados. De hecho, se pueden ver colchones, mantas, cartones y cajas todos los días.

“Estamos hartos y cansados, llevamos 20 años asumiendo la limpieza de lo que ellos ensucian, cumplimos con nuestras obligaciones y tenemos los mismos derechos que los vecinos de cualquier otro barrio a tener nuestras calles limpias”, apunta una de las vecinas.

Como solución, han elaborado un proyecto para proceder al cerramiento de la comunidad. Consideran que esta medida serviría “para evitar que esto sea un dormitorio y mejorar los problemas de salubridad”. De hecho, se ha presentado ya el proyecto al Ayuntamiento de Zaragoza y se encuentra en la asesoría jurídica pendiente de informe desde verano de 2020.

"Nosotros respetamos y somos limpios, no ensuciamos y a veces hemos tenido problemas por culpa de terceros que vienen de vez en cuando y no respetan nada"

En una de las zonas de estas fincas más guarecidas del viento está C. Quílez, una mujer sin techo que contesta a HERALDO desde su cama improvisada, junto a tres hombres que, como ella, se disponen a pasar la noche a salvo del frío que ya se ha adueñado de las noches zaragozanas. Ella afirma que lleva “varios años” viviendo en la calle y acudiendo a dormir a este lugar en concreto, tantos años que “estamos casi empadronados aquí”, bromea. Uno de los hombres relata que hasta 2019 trabajó vendimiando, pero desde que no tiene trabajo no tiene a dónde ir. J. hace memoria y asegura llevar “unos siente años en la calle” de un lado a otro.

C. Quílez asevera no tener miedo de estar en la calle siendo mujer porque “estamos en familia”. Los cuatro vienen de cenar en el albergue municipal, a donde valoran ir a dormir cuando lleguen las bajas temperaturas. Agradecen también que haya entidades sociales que se acercan de vez en cuando a llevarles comida.

Ella hace hincapié en que son personas “respetuosas”, que procuran no ensuciar nada y recoger por la mañana cualquier rastro que puedan dejar. “Nosotros respetamos y somos limpios, no ensuciamos y a veces hemos tenido problemas por culpa de terceros que vienen de vez en cuando y no respetan nada”. Esta joven insiste en que “hay que respetar” a la comunidad de vecinos y asegura que ellos no buscan problemas.

Dispositivos por bajas temperaturas y recursos adaptados

Uno de los vecinos que conversa con este diario hace hincapié en que les preocupa la situación de estas personas que duermen en sus portales: “Alguien se tiene que preocupar por ellos y ayudarles a que su situación mejore”.

Desde Acción Social y Familia del Ayuntamiento de Zaragoza apuntan que el consistorio dispone de servicios y recursos “más que suficientes” para alojar a las personas sin hogar. Se trata de recursos adaptados a diferentes perfiles. Además, se hacen visitas en colaboración con Cruz Roja para informar a las personas sintecho de a dónde pueden acudir.

Pero, más allá de poner todos estos recursos a su disposición y dárselos a conocer, desde el Ayuntamiento reconocen que no hay mucho más que puedan hacer y recuerdan que “por mucho que los servicios municipales insistan a estas personas para que recurran al albergue o ayuda de servicios sociales, hay una parte de esta población se niega a hacer uso de estos recursos”.

Precisamente esta pasada noche, el ayuntamiento ha activado el dispositivo de emergencia por frío que contempla más plazas, así como la apertura de dos pabellones de frío con 16 camas cada uno. Hoy, además, se presentará un dispositivo histórico que incluirá, entre otros aspectos, la recuperación del aforo del albergue municipal al 100% de su capacidad.

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