MOVILIDAD

La eterna espera del puente de Piedra de Zaragoza

Valencia planea peatonalizar sus dos puentes históricos. En la capital aragonesa, el paso sobre el Ebro más icónico de la ciudad sigue soportando a diario el paso de cientos de vehículos.

Por el puente de Piedra cruzan cuatro líneas de autobuses, así como taxis y vehículos de emergencia.
Por el puente de Piedra cruzan cuatro líneas de autobuses, así como taxis y vehículos de emergencia.
Oliver Duch

Las peatonalizaciones se cuelan cada vez con más soltura en los planes de reforma de las ciudades. En Zaragoza, aunque aún con timidez, la tendencia también es la de retirar carriles de circulación para dejar más espacio al peatón y a las bicicletas. Sin embargo, el puente de Piedra sigue a la espera. Este monumental paso sobre el Ebro ha centrado el debate en innumerables ocasiones, pero el Ayuntamiento de Zaragoza nunca se ha atrevido a dar el paso.

La pasada semana se conoció que Valencia planea peatonalizar dos de sus puentes históricos sobre el Turia, el del Real y el de la Trinidad. De momento, en Zaragoza no hay planes similares, al menos a corto plazo. La medida sí aparece recogida en forma de propuesta dentro del Plan de Comercio aprobado este mismo año, como una de las propuestas para mejorar y dinamizar el barrio del Arrabal. Sin embargo, esta iniciativa no se ha explorado, y no parece que vaya a impulsarse próximamente.

El puente de Piedra, por tanto, seguirá esperando y soportando el paso diario de cientos de autobuses, taxis y vehículos de servicios y emergencias. El debate no es nuevo. Desde hace décadas se habla de esta posibilidad, con unas posiciones encontradas y difíciles de encajar por los diversos intereses de protección en materia de patrimonio, medio ambiente, transporte, comercio, etc. Aunque muchos coinciden en que la peatonalización de este espacio es “inevitable”, de momento ningún gobierno municipal se ha atrevido a cerrar este Bien de Interés Cultural (BIC) al tráfico rodado.

Desde el punto de vista de la movilidad, hay un escollo importante: el paso de los autobuses. El puente de Piedra es el segundo paso sobre el Ebro que suporta la circulación de más líneas de bus urbano, solo por detrás del puente de Hierro. La 28, la 35, la 36 y la 39 usan esta vieja calzada para pasar desde la margen izquierda hasta la derecha. En caso de cerrarlo al tráfico, deberían buscar un trayecto alternativo.

Rafael Tejedor, presidente de la asociación de vecinos Tío Jorge-Arrabal, dice que los vecinos no tienen “una cerrazón absoluta” en contra de la peatonalización, pero apunta que son necesarias “unas buenas alternativas para no exagerar los tiempos de recorrido y los posibles atascos en otras zonas”. Según señala, cuando se corta el puente de forma puntual -como cuando se instala el mercado medieval-, los autobuses no llegan a la calle Sobrarbe, por lo que hay vecinos -especialmente los que viven más cerca de la arboleda de Macanaz- que “tienen que andar un kilómetro hasta la parada”.

“Hay alternativas, pero tiene que haber voluntad política”, señala. Además, Tejedor añade otro punto en contra a la peatonalización: “Hay vecinos que dicen que la circulación de vehículos les da seguridad para regresar a casa por las noches, porque entonces hay poca gente andando”.

En caso de cierre al tráfico, los autobuses deberían dar un rodeo… y los taxis también. Mariano Morón, presidente de la asociación provincial de Autotaxi Zaragoza, apunta que para el sector “sería un trastorno muy grande”, porque habría que rodear por el puente de Hierro o el de Santiago, lo que “alargaría el tiempo de las carreras y el precio de los trayectos”.

Sin embargo, otros creen que la peatonalización tendría un innegable beneficio para uno de los iconos arquitectónicos de la ciudad. El puente de Piedra, con el Ebro y la plaza del Pilar de fondo, es uno de los puntos más emblemáticos de la ciudad, pero pierde encanto cuando lo cruza un autobús articulado. Belén Boloqui, de la Asociación de Acción Pública para la Defensa del Patrimonio Aragonés (Apudepa), señala que se trata de un puente “excepcional”, y que “toda la protección que se le pueda dar es buena”. “Es un BIC, y que encima está ubicado en el entorno del Palacio Episcopal, en pleno paisaje cultural de Zaragoza”, resalta.

Además, como vecina y paseante de la ciudad, observa que es “una evidencia” que las ciudades “van a tender a la peatonalización”, y más en lugares emblemáticos como este. “Es una cosa de sentido común, una cuestión de conocimiento”, apunta. Boloqui reflexiona que “la calle es un lugar de encuentro”, una especie de “la extensión de la vivienda que favorece la sociabilidad”, por lo que las peatonalizaciones “son el camino al que se dirigen todas las ciudades”.

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