Adiós a José Antonio Fernández, fundador del bar El Chaflán de Zaragoza

El hostelero, que abrió el establecimiento en 1985 junto a su mujer, Esperanza Virgos; falleció el pasado 2 de marzo víctima de un cáncer.

José Antonio Fernández, fundador del bar El Chaflán de Zaragoza
José Antonio Fernández, fundador del bar El Chaflán de Zaragoza
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“Nada va a ser lo mismo sin él”. Así expresa su pesar Esperanza Virgos, mujer de José Antonio Fernández, junto a quien fundó el mítico bar El Chaflán de Zaragoza hace 35 años. “Fue nuestra manera de empezar de cero. Nos conocimos, nos enamoramos y creamos este proyecto”, reconoce. Fue en el año 1985 en un local ubicado en el 19 de la calle Juan José Lorente, en la zona de Bretón.

“A mí no me convencía mucho el espacio, me parecía muy pequeño, pero él siempre tuvo muy buen ojo para estas cosas”, reconoce. De hecho, con los años y contra todo pronóstico, El Chaflán se convertiría en una parada obligatoria en la ruta del vermuteo en la capital aragonesa. “Por aquel entonces no había bares especializados en vermú y encurtidos. Preparamos nuestro propio vermú casero, ‘El explosivo’, que se ha convertido en nuestro sello de identidad”, explica.

Su carácter abierto, su peculiar sentido del humor y una manera extravagante de ver la vida, junto a su carisma, hacían que todo aquel que entrase al bar, recordase su visita. “Era una persona muy peculiar que no dejaba a nadie indiferente, o lo amabas o no volvías”, admite Virgos.

Carteles de despedida a José Antonio Fernández, fundador del bar Chaflán de Zaragoza.
Carteles de despedida a José Antonio Fernández, fundador del bar Chaflán de Zaragoza.
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De hecho, tras la noticia de su fallecimiento el pasado 2 de marzo a causa de un cáncer, muchos clientes y amigos han querido rendirle un homenaje colgando algunos carteles y fotografías en la verja del establecimiento, así como a través de las redes sociales. “Es imposible escribir la historia reciente de la hostelería zaragozana sin darle un lugar destacado a José Antonio, por su bondad, idea de negocio y temperamento. Era a la vez un hombre y una leyenda, una caricatura y un personaje. Para muchos un villano y para nosotros nuestro héroe”, reza uno de los carteles.

Gracias por tantos buenos ratos compartidos, por tu buen humor y tu mala leche. Por hacer que el ratico del vermú fuera especial”, dice otro. “La respuesta de la gente ha sido impresionante, aunque él se hubiera enfadado porque odiaba el protagonismo, yo no tengo palabras suficientes para agradecer las muestras de cariño”, resume su compañera.

José Antonio Fernández, su mujer, Esperanza Virgos, en el Chaflán.
José Antonio Fernández, su mujer, Esperanza Virgos, en el Chaflán.
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Natural de Ponferrada, llegó a Zaragoza a los 17 años cuando recomendaron a su padre, minero de profesión, cambiar de clima. Había cumplido los 67 años, pero no se había jubilado todavía pues adoraba su trabajo. También estuvo varios años en Casa Luis, establecimiento que actualmente regenta su hijo, Eduardo. “Vivió toda su vida detrás de una barra y así fue hasta sus últimos días. El mismo día de antes del ingreso trabajó toda la jornada. El Chaflán era su vida”, relata su mujer.

No era el clásico bar de paso. O al menos procuraban no convertirse en eso. Le gustaba cambiar las fotos que plagan las paredes del establecimiento, con referencias al mundo de la música, del cine o una foto del Che Guevara, una de sus favoritas. “Queríamos crear un ambiente muy cálido y sobre todo personalizado. Todo allí tiene un por qué”, reconoce Virgos, quien se dedicó toda su vida al arte y la restauración junto a su padre, por lo que volcaba su creatividad en El Chaflán. “Cambiábamos la decoración a menudo, en Semana Santa y Navidad colgábamos elementos creados por nosotros mismos, algo que valoraba mucho la clientela”, afirma.

José Antonio Fernández, fundador del bar El Chaflán de Zaragoza
José Antonio Fernández, en su bar El Chaflán de Zaragoza
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A pesar de no haber faltado un solo día a su cita con el trabajo, tampoco perdonó un año sus vacaciones, casi siempre para el mes de octubre o noviembre. Le gustaba aprovechar la vida: “Juntos recorrimos medio mundo. Egipto, Grecia, París, Nueva York, El Caribe… decía que España ya la visitaríamos con el IMSERSO”.

Abierto de martes a domingo, el horario de El Chaflán también fue peculiar desde el principio, pues abrían de 12.00 a 15.00 y de 19.00 a 23.00, aunque la pandemia lo había cambiado todo. “Llevábamos meses abriendo solo por las mañanas pues no tenemos mesas en el interior, ni terraza, y no se puede utilizar la barra. No tenía sentido”, añade.

Cartel de despedida del dueño del bar El Chaflán.
Cartel de despedida del dueño del bar El Chaflán.
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El futuro de El Chaflán

Y aunque reconoce que el primero confinamiento lo tomaron como unas vacaciones forzadas, con el paso del tiempo la situación se fue complicando. “Él estaba muy asustado con el coronavirus. De hecho, por eso no quería ir al médico, aunque se encontraba mal desde hacía meses. Sentía una presión en el pecho, pero pensábamos que sería por la ansiedad de todo lo que estábamos viviendo. Nunca dijo nada ni faltó al trabajo un solo día. Era su sitio favorito”, explica Virgos.

También le afectó mucho el cierre del Bar Artigas, otro mítico de la zona, obligado a echar la persiana por la pandemia tras más de 50 años. “Siempre decía que la calle se había quedado vacía sin ellos”, recuerda.

Bar El Chaflán.
Bar El Chaflán.
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Ahora, Virgos se prepara para reabrir el bar, aunque reconoce que faltará la esencia del garito. “Él era el alma de todo esto, pero tengo que seguir adelante, como habría querido. Jamás podríamos haber imaginado nada de esto, pero tendremos que luchar como llevamos haciendo todo este año”, concluye.

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