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Los rebrotes de la pobreza llegan a las calles de Zaragoza

La crisis económica, los temporeros sin trabajo y las limitaciones del albergue provocan que crezca el número de sintecho en Zaragoza, según observan varias organizaciones.

AUMENTO DE SINTECHO EN ZARAGOZA POLICIA LOCAL DE ZARAGOZA / 11-08-2020 / FOTOS: FRANCISCO JIMENEZ [[[FOTOGRAFOS]]]
Una persona sin hogar descansa en un colchón en los porches de los antiguos juzgados de la plaza del Pilar.
Francisco Jiménez

Los rebrotes no son solo de casos de covid. La crisis económica que viene asociada a la pandemia se nota con fuerza y tiene su reflejo en las calles de Zaragoza. Aunque es difícil llevar una contabilidad exacta de las personas sin hogar de la ciudad, la mayoría de los profesionales y voluntarios que trabajan con ellas coinciden en que este verano hay un repunte, y que se están encontrando caras nuevas bajo los puentes o en los porches.

Son varios los factores que lo explican: las dificultades económicas que sufren muchas personas como daño colateral de la crisis del coronavirus, la presencia de trabajadores del campo llegados para recoger fruta que finalmente no encontraron trabajo, la limitación del aforo del albergue... "A los habituales de la calle hay que sumar los temporeros y la gente que se ha quedado sin trabajo durante el estado de alarma", señala Goyo García, técnico de Cáritas.

Según su experiencia atendiendo a estas personas, hay quienes antes sobrevivían con "economía informal (chatarra, pequeños portes…)" que ahora han perdido sus ingresos y, sin capacidad de ahorro, se ven en la calle. También es fácil encontrar temporeros, ya que "en marzo o abril corrió el bulo de que se iba a quedar la fruta en los árboles", por lo que "vino gente que finalmente no ha encontrado trabajo" y que ahora "se ha quedado varada" en la ciudad. Por último, también hay casos de "personas que han huido de otros países" y que, al llegar aquí, se han encontrado con este panorama.

"Cuantificar es complicado, pero tanto nosotros como otras organizaciones que trabajan en la calle tenemos la sensación de que hay más gente sin hogar", confirma García. Además, durante las dos últimas semanas han tenido el problema del albergue municipal, cerrado al detectarse cuatro casos de coronavirus. Este lunes reabrió, pero su aforo está muy limitado por medidas de seguridad y se ha quedado prácticamente con la mitad de capacidad que en una época normal.

"La entrada al albergue se estrecha, lo cual complica las cosas para todos", apunta este técnico de Cáritas. Desde esta instalación municipal también señalaban la semana pasada que habían detectado más ‘presión’ de la calle, y asumían que iban a ser incapaces de absorber a todas las personas que duermen al raso en la ciudad.

En Cruz Roja siguen haciendo sus rondas nocturnas para ayudar a los sintecho. Fuentes de esta institución creen que "no se ha detectado un incremento espectacular de los sintecho", aunque a los servicios de atención diurna sí han llegado varios usuarios nuevos. Continúan con sus salidas de 21.00 a 1.00 para atender a las personas sin hogar, aunque el conteo del número de personas que duermen al raso se hace aproximadamente cada dos años, por lo que todavía no hay datos fiables de la ‘era-covid’.

Pepe Fernández es la voz de muchos sintecho de Zaragoza, con su programa de radio ‘Con la casa en la mochila’. Aunque recientemente ha conseguido un apartamento­, conoce en sus propias carnes el problema, y muchos de sus amigos siguen viviendo en la calle, donde cree que hay "bastante más gente" que antes. "Hay más temporeros, pero está claro que la pandemia ha acentuado el problema", señala. "El refugio está lleno, el albergue está muy limitado, el campo está como está, la gente de la chatarra dejó de trabajar... Al final son muchos los que dan con sus huesos en la calle", lamenta.

"Aquí estamos seguros y arropados"

El desalojo del hotel San Valero dejó en la calle de golpe, y en plena pandemia, a las 22 personas que dormían en el interior de este edificio de la calle Manifestación. Algunos se fueron buscando la vida por su cuenta, pero ocho de ellos han decidido acampar en plena plaza del Pilar. En los porches de los antiguos juzgados, con tiendas de campaña y colchones, tratan de aguantar el paso de la pandemia y el calor del verano

Santi, uno de estos sintecho, pide "un realojo" en algún punto de la ciudad, o una vivienda de alquiler social para los afectados. "Hay miles de pisos vacíos en la ciudad y gente que estamos en la calle; las administraciones tendrían que hacer algo, aunque solo sea por razones de humanidad", comenta señalando a uno de los sintecho, que sufre problemas de corazón.

Piden una solución habitacional para ellos, que sobreviven gracias a las redes de ayuda y a los vecinos de la zona

Según apunta, están sobreviviendo gracias a la red social de apoyo que se ha creado, así como a varios vecinos que les bajan algunos víveres. Para comer, hay quien acude al comedor del Carmen, pero también cuentan con una ‘despensa’ de productos no perecederos para ir tirando. 

En su opinión, el albergue no es una opción, ya que "la gente le ha cogido miedo" tras los positivos detectados. "Aquí estamos seguros, arropados y bien cuidados", apunta. Santi, que critica con dureza el desalojo policial del hotel, cree que la acampada en la plaza del Pilar "va para largo". "Estamos cansados, pero aquí vamos a continuar hasta que nos den una solución", asegura. 

"Cualquiera puede acabar en la calle"

Pedro Casanova es el coordinador en Zaragoza de la asociación Bokatas, una oenegé de jóvenes, estudiantes en su mayoría, que fundamentalmente dan "acompañamiento a las personas que están solas". "Les llevamos un bocata como excusa para empezar una conversación y que se sientan integrados y comprendidos", cuenta.

Aunque hace dos semanas que evitan tener un contacto muy cercano con los sintecho para no ser "un foco de contagio para ellos", siguen haciendo un control semanal de las personas que viven al aire libre. "Cuando empezó el estado de alarma, por las rutas que nosotros hacemos había unas 70-75 personas. Cuando abrió Tenerías (un refuerzo provisional para el albergue) contábamos 40-45, y ahora habrá casi 90", señala. 

Según su experiencia, ha caído a la calle "bastante gente nueva", sobre todo cuando se decretó el estado de alarma, con casos de "parejas que habían perdido el piso", u otras que discutieron y uno de los dos se quedó en la calle. "Algunos preferían ir a su aire y no ir al albergue o a Tenerías para evitar tener un contagio allí", explica.

Casanova apunta que en los cinco años que llevan en Zaragoza han visto "de todo": "Personas que han llegado en patera, gente con una enfermedad degenerativa, con enfermedades mentales, que perdieron a toda su familia en un accidente… Hay situaciones increíbles que le pueden pasar a cualquiera".

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