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"Si me echan de aquí me quitarán a mis hijos y me quedaré en la calle"

Vanesa Escudero, de 19 años, vive sin permiso en un piso de un banco. Dice que lo hace "por necesidad" y que está dispuesta a pagar un alquiler social.

Vanesa Escudero, en el piso que ocupa con su familia en el barrio de San José.
Vanesa Escudero, en el piso que ocupa con su familia en el barrio de San José.
Guillermo Mestre

El frío de la calle apenas se mitiga al entrar en casa de Vanesa Escudero. Esta joven de 19 años vive en Las Delicias con su marido, de 20, y sus dos pequeños, Diego y Pedro, de 3 y 2 años respectivamente. El viejo y deteriorado piso de la calle Caspe es propiedad de una entidad bancaria, pero ella lo ocupa junto a su familia desde que cumplió los 18. Entonces tuvieron que salir de casa de su suegra, donde vivían, y buscarse la vida.

Con sus escasos –casi nulos– ingresos, fue imposible encontrar un alquiler en ningún lado, asegura. "Me iba a quedar en la calle y un chico de Las Fuentes me dijo que tenía un piso. Le pagué 450 euros para poder entrar y luego no supe nada más de él. A las dos semanas el banco me denunció porque me dijo que era suyo", asegura Vanesa.

Vanesa Escudero, zaragozana de 19 años, casada y madre de dos hijos, asegura que un engaño fue la razón por la que entró en el piso en el que actualmente reside con su familia, vivienda propiedad de Unicaja. Una entidad que le ha puesto fecha de salida: el 22 de enero.
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Aunque mantiene que de entrada no sabían que el piso era de un banco, la joven reconoce que han hecho "cosas mal". Pero transmite que está ahí "por necesidad". "No tengo otra cosa y solo pido que me den una oportunidad", señala. Lo dice porque la pasada semana le llegó una carta en la que se fija la fecha de desahucio para el próximo 22 de enero. "Si me echan de aquí, los servicios sociales ya me han avisado de que me quedaré sin mis hijos. Y yo dormiré en la calle, porque no tengo otro sitio al que ir", asume.

"Pagué 450 euros a un chico para entrar aquí y luego no supe nada más de él"

Es la segunda vez que tiene un aviso de desahucio similar. La primera, el pasado mes de junio, consiguió salvarla con la ayuda de Stop Desahucios y la Asociación de Promoción Gitana. Entonces apenas contaba con ingresos. Ahora mantiene que podría hacer frente a un alquiler social gracias a los "730 euros" que percibe del Ingreso Aragonés de Inserción y a los escasos ingresos que logra su marido haciendo mudanzas.

Negociar con el banco

Sin calefacción, el piso en el que residen Vanesa y su marido con los niños es una nevera en algunas habitaciones. Las condiciones de habitabilidad de la vivienda son penosas. Faltan algunas puertas, hay cristales rotos por los que entra el frío de la calle... solo un calefactor permite que el salón coja algo de temperatura. "Nosotros podríamos arreglar cosas si accedieran a alquilarnos el piso", dice la joven.

A diferencia de muchos de los casos similares, no se han enganchado a la luz de forma ilegal, sino que han conseguido un contrato con la compañía eléctrica, pese a no tener un alquiler con la propiedad del piso. "Lo hice por teléfono, porque de forma presencial no me dejaban", señalaba. También se han empadronado en la vivienda. El agua les llega, pero las facturas del suministro no.

Concha Cano, de Stop Desahucios, señala que el objetivo en casos como este es buscar un alquiler social. "No tenemos otra solución. El Ayuntamiento de Zaragoza tenía un plan contra la ocupación, pero lo han suprimido. Y la DGA no afronta estos casos", explica. Según su experiencia, en la actualidad las negociaciones con las entidades bancarias es "muy complicada". "Cada vez más", dice.

Vanesa, por su parte, dice que es consciente de la situación: "Yo entiendo al banco, entiendo que la casa es suya". Pero insiste una y otra vez que está ahí "por necesidad" y pide "poder negociar" antes de que sea demasiado tarde.

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