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Varias vidas y varios mundos casi reales sin salir de 300 metros cuadrados

En menos de dos semanas, Zero Latency ha atraído a más de 1.200 personas. Ponerse sus gafas es entrar de inmediato en una nueva dimensión. O en varias.

Varios usuarios, esta semana en Zero Latency, el espacio de realidad de Puerto Venecia.

Uno entra en sus instalaciones como una persona más y, un rato después, las abandona con un saldo de 87 zombis matados y un buen puñado de fantásticas aventuras vividas. Zero Latency es un centro de realidad virtual que, en menos de dos semanas, ha atraído a más de 1.200 personas a su local de Puerto Venecia. Ponerse sus gafas es entrar en nuevos mundos y vivir nuevas vidas con una sensación de realidad que de virtual tiene poco.

No es necesario ser un experto en videojuegos. Las experiencias valen para los más fans de estos dispositivos, pero también para quienes se quedaron en el Super Mario Bros de los años 90 o para quienes jamás han cogido un mando. De hecho, sus responsables dicen que el público que entra es "muy diverso", y que abarca tanto a grupos de amigos como a familias enteras.

El negocio, de origen australiano, se ha expandido por todo el mundo. Zaragoza es una de las pocas ciudades de tamaño medio que ha entrado en su mapa de locales, en el que hay urbes como Londres, Munich, Hong Kong, Tokio, Doha, Singapur, Bangkok, Melbourne o Toronto. La clave es que ofrece una experiencia muy realista, en la que el jugador se mueve de verdad por la sala. Las gafas que lleva conectadas a un ordenador-mochila convierten ese espacio diáfano en mundos diversos llenos de aventuras.

En ellas pueden participar hasta ocho personas. De momento, solo se juega en equipo. Todos los participantes trabajan en común para avanzar sin caerse por plataformas que se retuercen, para sobrevivir a un apocalipsis zombi o para buscar a una tripulación perdida en una estación espacial. En marzo, llegará un juego en el que los usuarios podrán competir por equipos entre sí.

"¡Mira, es por ahí! Venga, paso yo primero y me seguís". Marcos guía al resto de sus compañeros por el Engineerium. Es un juego de plataformas que consiste, simplemente, en seguir el camino que se va abriendo ante tus ojos sin caer (virtualmente, claro) al vacío. Quien ve desde fuera a los jugadores se pregunta el por qué de ese andar extraño. Quien tiene calzadas las gafas de Zero Latency sabe la respuesta: el fantástico y sinuoso trayecto que hay que seguir parece tan real que tus pasos se adaptan a las fuertes pendientes y a los caminos que se retuercen, a pesar de que en el fondo sepas que estás andando en un suelo perfectamente plano. Pese a su aparente simplicidad, la sensación es realmente sorprendente.

Desde el minuto uno, el usuario se cree lo que le está pasando. "La respuesta más general es la de sorpresa. Todo el mundo dice que lo que ha vivido ha superado sus expectativas", comenta Ignacio Casaus, coordinador del centro de Zaragoza. Cada partida puede costar entre 15 y 30 euros, dependiendo del tiempo, del juego elegido, de la fecha, etc.

"¡Necesito ayuda, vienen muchos por ahí!". Alfonso alerta al equipo de que un grupo de zombis se acerca por uno de los flancos del área que defiende el equipo. Tratan de aguantar al ataque de decenas de muertos vivientes, con la ayuda de un arma en la que se puede elegir el tipo de disparo. Es el Survival, otro de los cuatro juegos que hay en Zero Latency. Tras la masacre, el juego acaba -"al final el arma pesa", dice alguien- y los jugadores ven su saldo de víctimas. Abandonan el local y vuelven a la vida real, donde todo sigue igual.

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