Acusan al exgerente de un hotel y una cafetería de La Romareda de quedarse con 155.881 €

Luis S. A., en su día gerente del complejo hostelero formado por el hotel Villa-Gomá y la cafetería del mismo nombre, en la calle de Padre Arrupe, está siendo juzgado en la Audiencia Provincial de Zaragoza por quedarse supuestamente 155.831 euros procedentes de las ganancias obtenidas entre enero de 2010 y julio de 2013, que en total ascendieron a 359.347 euros. Junto a él se sienta en el banquillo de los acusados Alejandra G. R., que trabajaba con el gerente llevando la contabilidad.

No obstante, la Fiscalía solo acusa a Luis S. A., para el que pide dos años de cárcel y una multa de 2.160 euros por apropiación indebida. Es la acusación particular, a cargo del letrado Francisco García Belenguer, la que también atribuye el mismo delito a Alejandra R. G. y añade otro de falsedad en documento mercantil. En total solicita penas que suman ocho años y medio de prisión para cada uno de ellos.

Luis S. A. trabajó como gerente de Villa-Gomá Hostelería S. L. desde 2007 a 2013. Para ello contaba con poderes para celebrar y resolver toda clase de contratos, comprar y vender mercancías, pagar y cobrar cualquier cantidad, así como rendir, aprobar e impugnar cuentas.

Durante ese periodo, la recaudación en metálico de la cafetería y el hotel se guardaba en una caja fuerte en la recepción. Por la mañana, Luis S. A. llevaba el dinero al banco y, según las acusaciones, parte se lo quedaba y otra parte lo destinaba a pagar en negro las horas extras de los camareros y otra lo ingresaba en una cuenta de socio.

El acusado negó este jueves haberse quedado "un solo céntimo de euro" y dijo que aunque él era el gerente, actuaba tal y como se lo ordenaba Justo R., administrador único de la sociedad y la persona que luego lo denunció. Relató que durante tres años trabajó como asalariado y que en 2010, por recomendación del administrador, comenzó a prestar los mismos servicios como autónomo. "Desde entonces, el 40% de mi trabajo lo facturaba y el 60% me lo pagaba en B", dijo.

Por su parte, Alejandra R. G. confirmó su versión y dijo que el dinero en metálico de toda la recaudación de la cafetería y el hotel se registraba y se metía en la caja fuerte. "Parte iba al banco y parte, si Justo R. lo necesitaba, se le daba". Aseguró también que a partir de 2010, ante la necesidad de tener dinero en B., se empezó a contabilizar en la una cuenta de socio, desde la que el denunciante desviaba dinero para pagos particulares.

Manifestó, además, que si se hubieran apoderado de esas cantidades –lo que negó– no habrían dejado el "rastro" en la cuenta de socio y del administrador.

Por su parte, el querellante desmintió todo lo dicho por los acusados y explicó que contrató a Luis S. A. porque antes había trabajado durante años para su familia y tenía confianza en él. "Lo contraté y le di poderes para desentenderme de la gestión de este negocio, porque tenía otros que atender", explicó.

Añadió que en 2010 le empezaron a llamar los bancos y entonces se dio cuenta de que el acusado "no servía" para gestionar. "Me enteré de que su trabajo había sido nefasto y que en cuatro años lo tenía prácticamente en quiebra", aseguró.

A partir de ese momento, decidió no tenerlo en nómina, aunque siguió contratándolo como autónomo. "No quería enfrentarme", justificó. Pero tras una auditoría en la que descubrió las "irregularidades contables" decidió despedirles por "ineficientes".

Justo R. rechazó igualmente cualquier pago en negro a los camareros. "No tenía sentido hacer eso porque todos cobraban por encima del convenio. Con la auditoría y cámaras que pusimos en el bar nos dimos cuenta de que todos hacían dinero en negro y robaban y los despedimos", dijo. 

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