bajo aragón

Caspe vuelve al siglo XV con el juramento de los compromisarios

La recreación es el preludio de la fiesta que se celebrará a finales de julio.

Un momento de la representación del juramento, que se hizo en el interior de la Colegiata.
Un momento de la representación del juramento, que se hizo en el interior de la Colegiata.
Mª C. Ribó

Con el cierzo como un invitado inesperado, Caspe conmemoró por cuarto año el ‘Juramento de los compromisarios’, recreación histórica de este hecho histórico y anticipo de lo que la población vivirá a finales de junio cuando se conmemore el 607 aniversario del Compromiso. Fue el 17 de abril de 1412 cuando Caspe, una villa medieval de aproximadamente 2.500 habitantes (lo que para la época era ya una villa importante), se convirtió en “el centro histórico del Reino de Aragón”, en palabras de Darío Español, profesor de la Universidad de Zaragoza y director artístico de la recreación.

Fueron siete los compromisarios que realizaron el juramento en lugar de nueve, ya que uno llegó tarde y otro tuvo que ser sustituido por enfermedad. Estos nueve compromisarios debían elegir al nuevo rey de Aragón entre los diferentes pretendientes al trono tras la muerte de Martín I ‘el Humano’, que murió sin descendencia.

La reconstrucción de los hechos es rigurosa desde el punto de vista histórico con asociaciones como Histórica Vestimentum, que trabaja en el estudio y confección de trajes medievales utilizando las técnicas de confección de la época. También –claro está– con los cien actores y figurantes voluntarios que se vuelcan en las diferentes dramatizaciones.

El intenso fin de semana que tuvo como actos previos dos conciertos, uno a cargo del grupo coral Chiavete y el otro de música celta, al aire libre, en los jardines de la Colegiata. A las diez de la mañana comenzaban a citarse las embajadas y mesnadas de los aspirantes al trono, los guardias y autoridades de la villa.

A continuación, y a cubierto, tenía lugar uno de los momentos álgidos de las recreaciones: el que reproduce el momento en que Domingo Ram, obispo de Huesca y uno de los compromisarios, recibe el homenaje de las autoridades y señores feudales al convertirse en señor interino de la villa de Caspe mientras durara la deliberación.

Enclaustramiento

Seguidamente, los diferentes pretendientes explicaban al pueblo Caspe sus derechos. Al final del acto se mostraba al público asistente cómo se vestía y preparaba un rey para la batalla.

En horario vespertino tuvo lugar el acto central del juramento, que se inicia con la llegada de los compromisarios y sus séquitos. Después se presentaban al pueblo y después se procedía a su enclaustramiento. Solo saldrían de este encierro voluntario para colocarse en el lugar en que tendría lugar el juramento de forma solemne, ante el ‘Lignum Crucis’ fragmento de la Cruz –que aún se conserva en Caspe– y los evangelios. En este solemne acto acompañaban a los compromisarios los testigos.

Tras colocarse en sus lugares, se celebró una eucaristía, oficiada por Pere Sagarriga, arzobispo de Tarragona y uno de los compromisarios. Después del solemne juramento en el que se comprometían a actuar “según su conciencia” lo que les habían encomendado sus respectivos parlamentos, tenía lugar la última de las recreaciones, el homenaje feudal que alcalde y capitanes de Caspe hacían a los compromisarios como señores de la villa.

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