Ascensores con historia

Varios edificios de Zaragoza conservan en funcionamiento elevadores que son auténticas joyas del patrimonio industrial

Ascensores antiguos, un viaje al pasado con parada en cada planta
Ascensores antiguos, un viaje al pasado con parada en cada planta
Raquel Labodía

Subir o bajar en ellos supone realizar un pequeño viaje en el tiempo. En Zaragoza, siguen en activo más de los que a priori se piensa, sobre todo en edificios del centro de la ciudad, y siguen funcionando gracias a la moderna maquinaria que ha sustituido a la original. Al igual que el resto, se someten a las pertinentes inspecciones técnicas cada cierto tiempo.

En la actualidad, la normativa vigente no permitiría colocar este tipo de ascensores antiguos, con cabina de madera. Son modelos fabricados en la primera mitad del siglo XX y las estructuras metálicas que rodean sus huecos han sido reforzadas con el paso del tiempo para mejorar la seguridad.

Estos elevadores son el testimonio vivo de cómo el sector del transporte vertical en Aragón ha llegado a subir tan alto. En la actualidad, 27 empresas ascensoristas operan en la Comunidad, situándola como una de las primeras en el ranquin de facturación de las compañías de ascensores a nivel nacional.

“En Zaragoza hay fabricantes de limitadores de velocidad, de cabinas, de puertas… de todos los componentes. Tenemos mucha suerte porque los instaladores de aquí estamos muy bien servidos pero, además, desde Zaragoza se exporta al resto del mundo”, explica el director comercial de Magaiz, Andrés Lapuente, en la publicación ‘100 años de historia de ascensores en Aragón’ (Almozara, 2018).

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Antes de ser Magaiz, acrónimo de Mariano García Izquierdo, fundador de un taller mecánico -Talleres Lima- en los años 20 del pasado siglo, la primitiva empresa se dedicó a hacer maquinaria para curvar tubos de acero y piezas para montacargas, como paso previo a lo que más tarde sería su principal dedicación: la fabricación de ascensores, que comenzó a partir de 1951

Por otra parte, el industrial aragonés Joaquín Guiral había iniciado en 1913 un negocio de instalaciones eléctricas, adquirido previamente a la empresa Antonio Abián e Hijo. A partir de la década de los 40, la firma pasaría a llamarse Guiral Industrias Eléctricas S. A." (Giesa), la conocida fábrica de ascensores que, ya en los 80, sería adquirida por el grupo Schindler. En esa misma década Magaiz se consolidaría como sociedad anónimo al unir fuerzas con Ascensores Alvar y Electricidad Castillo, y centrando su actividad en la la instalación y el mantenimiento de ascensores.

Los primeros ascensores de Aragón

En España, el primer ascensor -en su concepción moderna, como aparato de elevación dotado de un sistema de frenado automático como el ideado por Elisha Otis en Nueva York, en 1854- se instaló en Madrid en 1874 o 1877, según distintas fuentes. Algunos de aquellos primeros transportes verticales que llegaron a Zaragoza se anunciaban como reclamo de algunos negocios que se publicitaban en la prensa. Así, en 1905, el estudio de fotografía de Enrique Beltrán incluía en un anuncio publicado en Heraldo: “Los domingos abierto todo el día. Hay ascensor”.

Una década más tarde, el número de elevadores seguía aumentando en la ciudad gracias a la construcción de modernos inmuebles situados en el centro urbano, que disponían de modernas instalaciones dotadas de calefacción por vapor y ascensores. Tal es el caso del Casino Mercantil. Manuel Montañés, quien durante años fue director de la zona norte-centro de Zardoya Otis (anteriormente Schneider Otis) cuenta en el libro ‘100 años de historia de ascensores en Aragón’ que “uno de de los primeros ascensores que se montó en la ciudad fue el del antiguo Casino Mercantil, Industrial y Agrícola (1912-1914), una verdadera joya”.

Hacia esas fechas, en 1913, se inauguró la nueva sede de la Caja de Ahorros y Monte de Piedad en la calle de San Jorge, 8-10. En el edificio, se colocaron tres ascensores montadas por la casa Jacobo Schneider de Madrid con maquinaria Stigler de Milan, camarines de caoba y en su interior, originalmente, los asientos estaban forrados de terciopelo.

Estos elevadores todavía funcionan, al igual que el ascensor de Casa de Ganaderos, en su sede de la calle de San Andrés, 8. Dentro de su cabina, figuran las siguientes instrucciones de uso: “1ª Ciérrese la puerta del camarín y la cancela de acceso al piso, tanto a la entrada como a la salida. 2ª En el camarín, empújese el botón correspondiente al piso a que se desea llegar. 3ª Llegado al piso y cerradas la puerta del camarín y la cancela de desembarque, empújese el botón exterior para que baje el ascensor”.

Según la documentación consultada en los archivos de la institución, Armando Serrano, director de la fundación Casa de Ganaderos explica que el ascensor dataría de 1917. “Inocencio Jiménez -uno de los pioneros de la previsión social en España- trabajó como secretario para la Casa de Ganaderos. Llegó a vivir aquí hacia finales de 1915 y le rebajaron el alquiler porque todavía no estaba instalado el ascensor pero en 1917 ya se lo regularizan cuando por fin se colocó”.

En la cabina puede leerse el mismo nombre que en los de la antigua sede de Ibercaja, en la calle de San Jorge: Jacobo Schneider. Del mismo fabricante, que comenzara a instalar elevadores en España a partir de 1888, hay más modelos en otros inmuebles zaragozanos, como el que se encuentra en una casa del paseo de la Independencia, también de  Schneider, instalado allí desde comienzos de los años 30.

En el paseo de Sagasta, o en las calles de Zurita o Don Jaime I, entre otras céntricas vías de la capital aragonesa, se pueden encontrar elevadores de similares características. Uno de los más singulares, y mejor restaurados, también figura en una sede de Ibercaja, en la calle de Sanclemente. Magaiz se encargó de bajarlo a cota cero y vela por su mantenimiento. “La característica principal de este ascensor -construido por Boetticher & Navarro- es que sus puertas son correderas en lugar de batientes”, señala el director comercial de Magaiz. La empresa zaragozana también se encarga de la conservación de otros dos ascensores antiguos mientras continúa con su intensa actividad en el sector. En la actualidad, Magaiz ha instalado alrededor de 3.000 ascensores y -otro de sus fuertes- unas 4.000 puertas peatonales automáticas.

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