Zaragoza

Astérix y el teatro

La importancia de la letra impresa no se aplica solo los libros, lo es también para los tebeos. La recuperación de uno de los tesoros históricos de Zaragoza, se debe a ellos.

Teatro Romano de Zaragoza.
Guillermo Mestre

De todos los libros se aprende algo, aun de los que nos parecen menos sugerentes y atractivos. También, claro está, de los tebeos, que nos enseñan cosas insospechadas. En Zaragoza, sin ir más lejos, la lectura de unos tebeos hizo posible el descubrimiento del teatro romano de la ciudad. Casi nada. Lo contó hace algún tiempo Pablo Ferrer en un magnífico reportaje. En 1972 Jaime González Lóbez tenía 14 años, y una mañana decidió hacer novillos y marcharse por ahí con unos amigos. En la calle de la Verónica, en un solar propiedad de la entonces Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Zaragoza, Aragón y Rioja, estaban en obras. Jaime se subió a la tapia y lo que vio le escamó y llamó su atención: creyó reconocer en aquellas ruinas que emergían de las excavaciones, por su forma semicircular y por la especial colocación de algunas grandes piedras, algo que le recordaba a los teatros romanos que él había visto en los tebeos de Astérix y Obélix. Cuando lo comentó en casa, su hermano Carlos, entonces periodista de Heraldo, se interesó por el asunto, decidió ir a echar una ojeada y acabó comprobando que, efectivamente, aquello podían ser los restos del teatro romano de Zaragoza. Luis Mompel fue a fotografiarlo y el 30 de abril de 1972 se daba en portada la noticia de que por fin el teatro romano de Cesaraugusta, tantos años buscado, podía encontrarse allí. Firmaba el reportaje Carlos González Lóbez, pero en realidad el autor intelectual era su hermano Jaime, de 14 años y lector de Astérix y Obélix. La lectura de unos tebeos había hecho posible el gran descubrimiento de la época.