Una placa en memoria de los 23 obreros que murieron en el incendio en Tapicerías Bonafonte

Puyalón solicita al Ayuntamiento de Zaragoza que se recuerde a los fallecidos el próximo 11 de diciembre al cumplirse 45 años.

Historias de la tragedia de tapicerías Bonafonte en Heraldo.
Historias de la tragedia de tapicerías Bonafonte en Heraldo.
Heraldo

El próximo 11 de diciembre se cumplirán 45 años de la tragedia del incendio de Tapicerías Bonafonte, en la calle Rodrigo Rebolledo número 45, donde murieron 23 obreros zaragozanos. Para conmemorar esta desgracia y evitar que se olvide, el partido Puyalón ha solicitado al Ayuntamiento de Zaragoza que se coloque una placa en su memoria en el lugar del siniestro, que ahora es un garaje en el barrio de las Fuentes.

"La instalación de la placa memorial será un reconocimiento y, al mismo tiempo, una denuncia de las políticas de empresa que reducen o anulan las medidas de protección y seguridad en el trabajo, actuando únicamente en la lógica de incremento del beneficio económico", argumenta un comunicado de Puyalón.  "Se quiere recordar el ejemplar comportamiento del pueblo zaragozano, de las organizaciones obreras y vecinales solidarizándose con las víctimas y en defensa de unas condiciones laborales dignas para la clase obrera en la mayor manifestación desde la II República".

Aun así, la puerta del garaje situado en la calle Rodrigo Rebolledo número 45, que está en el mismo lugar que Tapicerías Bonafonte, no podría ser ahora una única entrada y salida para los trabajadores, como ocurrió en 1973.  Las ordenanzas municipales empezaron a cambiar después de esa tragedia y acabaron a ponerse en marcha después del incendio del hotel Corona de Aragón, en 1979 (las víctimas tienen una calle).

"Hechos como este deben estar presentes para evitar su repetición y es obligación de los gobiernos progresistas y de izquierdas recordarlos", agregó una nota de prensa de Puyalón. "Vemos como una obligación seguir en este trabajo de rescate del olvido".

Del incendio de Tapicerías Bonanfonte, que empezó a las 8.15 de aquel 11 de diciembre, solo se salvaron cinco obreros y uno de ellos estaba en el interior de la empresa, que se llama Luis Guillén Ibáñez. "Al oír gritos de ¡fuego! ¡fuego! me dirigí a la única salida, pero no pude pasar porque todo estaba en llamas. Respiré de un compresor, bajé al sótano y por eso me salvé, aunque me sacaron de allí a las diez de la mañana como muerto", recordó el superviviente en un reportaje con HERALDO.

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