Los pirómanos reaparecen dos meses después en el Arrabal

Desde el arresto de un vecino a finales de 2017 no se habían registrado fuegos, pero este martes ardieron otros dos contenedores de madrugada y resultaron afectados seis vehículos..

Calle Mariano Turmo, Zaragoza
Calle Mariano Turmo, Zaragoza

Poco ha durado la tranquilidad en el barrio del Arrabal, donde tras una tregua de apenas dos meses volvió a producirse este martes una nueva quema de contenedores. Como en otras tantas ocasiones, el fuego se produjo en plena madrugada en la calle de Mariano Turmo. Según informaron los Bomberos, no hubo que lamentar daños personales, pero las llamas afectaron a seis vehículos que estaban estacionados junto a los depósitos.

La quema ha causado preocupación entre los vecinos del Arrabal, que cansados de la repetición de este tipo de actos vandálicos se echaron a la calle en diciembre para pedir una mayor implicación tanto de la Policía como del propio Ayuntamiento de Zaragoza, al que trasladaron una serie de propuestas. Poco después de aquella movilización, se procedía a la detención de un vecino del barrio como presunto responsable de las quemas.

La Policía no solo atribuyó a H. S. S., de 34 años, los cinco incendios registrados entre el 22 de noviembre y el 20 de diciembre, sino también otros dos ocurridos el 23 de junio y el 14 de febrero de 2017 en la misma zona, así como el que se produjo el 9 de octubre de 2016 y que causó cuantiosos daños materiales. Según explicaron entonces fuentes policiales, los investigadores situaron a este hombre en los lugares y las horas en que se declararon los fuegos apoyándose en las declaraciones de los testigos. Sin embargo, el sospechoso negó la autoría y el juez de guardia decidió dejarlo en libertad.

El magistrado Rafael Lasala dejó clara en su auto la razón por la que decidió no enviar al presunto pirómano a prisión: el indicio más «útil» que existía contra él era la declaración de un testigo que manifestó ante la Policía que el día 24 de diciembre vio cómo tiraba una botella de vidrio a un contenedor de plástico de la calle de García Arista que comenzó a arder poco después.

Para el juez, aquello era suficiente para proceder contra él por el mencionado incendio, pero no de la suficiente entidad para adoptar una medida tan gravosa como la prisión provisional, ya que en el ordenamiento jurídico la regla general ha de ser la libertad del investigado mientras se instruye el proceso penal.

El instructor reconocía ser consciente de que ese incendio se enmarcaba en una sucesión de hechos similares que habían causado gran alarma en los barrios afectados, advirtiendo que estos superaban el ámbito del Arrabal. Pero añadía que de ello no podía derivarse una prisión preventiva para el detenido, como forma de «acallar la presión social sobre investigadores y jueces».

En cualquier caso, el juez instaba a «apurar» la investigación aportando informes sobre el material combustible empleado, grabaciones de cámaras o nuevas declaraciones de testigos.

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