Operación maquillaje para el alcalde Santisteve

En busca de la popularidad perdida, nada se le resiste ni se le pone en medio.

Después de la tempestad, no hay margen para la calma. Sin prisas, pero sin pausas, el alcalde de Zaragoza, Pedro Santisteve, se ha echado a la calle y se ha lanzado a una operación maquillaje de esas que los asesores políticos y mediáticos diseñan en momentos críticos, convencidos de recuperar el prestigio y el tiempo perdidos. Estamos a año y medio de las elecciones municipales y hay que acelerar.

Nada nuevo bajo el sol, pues hace poco más de un mes el presidente y líder de los socialistas aragoneses, Javier Lambán, puso en marcha su propia gira orbital para afrontar unas primarias que se presentaban comprometidas. Su antecesora, Luisa Fernanda  Rudi, también se despidió de la DGA y de la política autonómica pisando territorio como nunca antes lo había hecho. Quería dejar huella y durante meses su caravana presidencial hizo kilómetros sin límite.  Pueblo a pueblo, comarca a comarca, pisó hasta el último rincón de Aragón.

La campaña de imagen fabricada en el alambique electoral de Zaragoza en Común es evidente estos días. Particularmente, tras unas fiestas del Pilar que Santisteve difícilmente podrá borrar de su memoria. Para el recuerdo personal y colectivo quedan esas imágenes de la gran pitada el día del pregón y los abucheos en los actos del día de la Guardia Civil. El alcalde  venía de proyectar Zaragoza como ciudad de acogida a los llamados gobiernos del cambio que reivindican el derecho a decidir para Cataluña, primer conato del fuego que estaba por prender. Llegó luego el mar de banderas en la plaza del Pilar para homenajear a la Guardia Civil y, finalmente, la gran pitada a vista de alcalde desde el balcón consistorial. Como todos sus antecesores, pero la mayor de la democracia.

La fiesta se hizo hueco, atemperó tensiones y dejó correr el calendario… hasta hoy. El alcalde, que comenzó el curso político lejos de su ciudad y saltando el charco, como si su figura y su cargo fueran prescindibles, se ha hecho ahora omnipresente en las calles y en la sociedad zaragozanas. No hay acto ni lugar donde no comparezca, con una agenda estirada de sol a sol, casi agotadora.  Lo mismo inaugura un potrero con los vecinos de Arcosur, que pelotea con las gemelas Alayeto, nuestras reinas del pádel (deporte que también ha reportado algún abucheo colectivo al concejal Pablo Híjar).

Como demuestran las imágenes, Santisteve se multiplica. Comparece para arropar a sus vecinos y denunciar que no deberían ser los paganos del ICA, presenta unas jornadas de vivienda social, recibe al embajador de Sudáfrica, se traslada al instituto Ramón y Cajal,  asiste después al  acto de promoción turística “Zaragoza tiene genio” y remata la jornada en el congreso nacional de asesores fiscales. Acaba el día, se levanta e inaugura los encuentros de periodismo sobre la Transición organizados por la Fundación Labordeta, y esta mañana, el rastrillo de Ozanam… En busca de la popularidad perdida, nada se le resiste ni se le pone en medio. La operación de  imagen sigue su curso.

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