Teruel

Eclosión de nacimientos en Mirambel: "El pueblo se ha llenado de vida y alegría"

Cuatro niños nacieron en la localidad turolense en 2023 y otros dos van en camino. El Ayuntamiento, con menos de 150 vecinos, construye una guardería

En la imagen, las madres de Mirambel que tuvieron a sus bebés el año pasado y las que están embarazadas.
En la imagen, las madres de Mirambel que tuvieron a sus bebés el año pasado y las que están embarazadas. De izquierda a derecha, Elisa Marín, Neus Suller, Rebeca Gil, María del Carmen Soler e Inma Soler .
Heraldo

Con menos de 150 habitantes y la escuela de Primaria cerrada a cal y canto desde hace más de 20 años, la localidad turolense de Mirambel, en el corazón de la comarca del Maestrazgo, registra una explosión de nacimientos como no había vivido desde hace décadas. El año pasado nacieron cuatro niños y ahora otros dos están en camino. El pueblo entero está ilusionado con este torrente de savia nueva que se acerca.

Los nuevos niños están llegando con algo más que un pan debajo del brazo. El repentino aumento de la natalidad ha impulsado al Ayuntamiento de Mirambel a construir una escuela infantil para pequeños de 0 a 3 años, la primera en la historia de este municipio. Las obras están terminadas y el Consistorio confía en poder abrir el centro, que contará con seis plazas al cargo de un maestro, en cuanto pase la Semana Santa, una vez que se hayan realizado los últimos trámites administrativos y el Gobierno aragonés, competente en la materia, dé el visto bueno a la puesta en marcha de esta guardería municipal.

Como explica la alcaldesa de la localidad, María del Carmen Soler, también embarazada, concretamente de su primer hijo, el motivo por el que Mirambel se está llenando de niños es que muchas parejas jóvenes se quedan a vivir allí, cuando antaño lo típico era que quien salía a estudiar fuera ya no regresaba y quien tenía un trabajo, trataba de buscar otro en un municipio más grande y con más servicios.

No solo eso. Soler destaca que otras dos parejas de hijos del pueblo han regresado a Mirambel con la idea de que su familia crezca allí. Esta nueva tendencia está siendo posible por la aparición de empleo en la zona, en concreto, puestos de trabajo generados en las instalaciones de energías renovables implantadas en la vecina comarca castellonense de Els Ports.

"Hay parques eólicos en Morella, Olocau del Rey y Villafranca del Cid, pueblos a un paso del nuestro y con los que estamos bien comunicados. Al menos cuatro parejas de Mirambel tienen allí su empleo", destaca Soler. 

"Los domingos, hay más vecinos por la calle"

“El pueblo se ha llenado de vida y alegría”, añade la alcaldesa. "El bar tiene más gente y lo mismo pasa en la tienda; los domingos hay más vecinos por la calle y en el parque infantil hay niños a todas horas", dice con orgullo María del Carmen Soler, quien reclama a otras administraciones que valoren la importancia de crear servicios allí donde hacen falta porque ha crecido la población.

De hecho, el Ayuntamiento de Mirambel ha solicitado ayuda al Gobierno aragonés para hacer frente a la inversión que ha requerido el acondicionamiento de la nueva escuela infantil, que ha costado en total 60.000 euros. "Es una cuantía muy elevada para un pueblo pequeño cuya recaudación apenas sirve para pagar el sueldo del alguacil", explica la regidora. 

En Mirambel viven otros 12 niños y adolescentes que se desplazan a diario a Cantavieja para ir a la escuela de Primaria o al Instituto de Enseñanza Secundaria. Soler cree que la guardería puede ser el germen de una futura reapertura de la escuela.

"Quiero que mis hijos sean felices"

Andrés Domingo y Neus Suller llegaron a Mirambel hace dos años y medio. Acababa de nacer su hijo Gael y pronto vino al mundo su segundo vástago, Didac. Él es natural de la localidad turolense, pero salió a estudiar fuera y trabajó durante años en la fábrica de coches Ford de Valencia. Sin embargo, en cuanto consiguió un empleo en un parque eólico de un pueblo próximo a Mirambel no lo dudó y, junto con Neus, se instaló en su localidad natal. "Yo quería regresar, fui feliz cuando viví aquí y quiero que mis hijos también lo sean", afirma.

Admite que echa en falta algunos servicios, sobre todo sanitarios, pues el hospital turolense más próximo está a casi 90 kilómetros, en Alcañiz, y para ir al pediatra tiene que desplazarse a Cantavieja, a 13 kilómetros. "Tampoco puedo ir a una piscina climatizada o a un gimnasio", añade. Pero concluye que la tranquilidad, el aire puro y la fácil socialización que encuentra en su pueblo, "compensan" la ausencia de algunas comodidades urbanas. "Aquí somos todos como una familia, mis hijos van a jugar a casa de otros niños y nos conocemos bien los vecinos", explica. "Me encanta no tener estrés y creo, por otro lado, que lo básico existe". "Hay cosas en la vida más importantes que una piscina climatizada", dice

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