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Un turismo desbocado amenaza la integridad de la muralla de Albarracín y su entorno

La Fundación Santa María alerta de que los visitantes escalan sin control por la ladera dañando el suelo en el que se asientan los sillares

Alumnos del Curso sobre Paisajes Culturas visitan la muralla en busca de soluciones a su deterioro.
Alumnos del Curso sobre Paisajes Culturas visitan la muralla en busca de soluciones a su deterioro.
Heraldo

La imagen de Albarracín que permanece en la retina de todo el mundo, la de la ciudad abrazada por su muralla con almenas a la entrada del casco urbano, peligra. Un turismo descontrolado surgido en los últimos años está deteriorando el suelo de la ladera sobre la que se asienta el monumento, el cual, si bien conserva todavía su característico perfil, ya presenta algunos sillares sueltos.

Ha sido la Fundación Santa María de Albarracín, experta en restauración del patrimonio, la que ha alertado de la amenaza que se cierne sobre la muralla, considerada el primer monumento de la ciudad. La construcción, que se visita de forma libre y gratuita, soporta una gran densidad de turistas a diario. Desde lo alto, se disfruta de una de las mejores panorámicas de la ciudad y el público accede hasta allí sin ninguna vigilancia.

"La gente sube por donde le viene bien, a sus anchas, abriendo mil senderos nuevos, erosionando el terreno y destruyendo la cubierta vegetal hasta el punto de que están quedando desenterrados los conductos que llevan dentro los cables eléctricos de la iluminación del monumento", advierte el gerente de la fundación, Antonio Jiménez. "Los turistas ascienden por allí hasta con carritos de bebé para hacerse fotos", subraya.

Una de las imágenes más conocidas de Albarracín es la que ofrece la muralla abrazando a la ciudad.
Una de las imágenes más conocidas de Albarracín es la que ofrece la muralla abrazando a la ciudad.
Heraldo

El problema se ha puesto sobre la mesa en el Curso aplicado sobre Paisajes Culturales que se ha desarrollado en los últimos días en Albarracín dirigido por la arquitecta Ana Almagro y organizado por la Fundación Santa María. Tanto es así, que en el transcurso de estas jornadas se ha diseñado una batería de medidas para proteger la muralla que serán estudiadas en colaboración con el Ayuntamiento para su puesta en marcha.

Un circuito fotográfico

Una de las profesoras que ha impartido el curso, Patricia Hernández, propone elaborar un estudio que determine la presión turística que es capaz de soportar la muralla y, en base a los resultados, controlar el acceso al monumento. Descartada por ahora una limitación del aforo, se plantea como solución trazar un circuito que conduzca al visitante por los puntos de mayor interés fotográfico evitando aglomeraciones y perjuicios al entorno.

Este recorrido organizado por la muralla podría estar delimitado por barreras vegetales mientras que el resto de la ladera debería ser revegetado. Además, habría que mejorar el acceso desde el casco urbano.

Para Ana Almagro, la situación de la muralla de Albarracín se debe a una falta de gestión del turismo. "Sin llegar a poner números clausus, hay que aplicar medidas y poner en marcha las recomendaciones de los expertos", sostiene la arquitecta. "Debemos saber transmitir Albarracín tal y como lo hemos recibido", subraya Almagro, para quien la ciudad está siendo pionera en abordar la restauración de un monumento de forma conjunta con su entorno paisajístico.

La directora del Curso sobre Paisajes Culturales califica a Albarracín como un lugar "excepcional" debido a la "simbiosis entre el paisaje natural y el que ha hecho el hombre". "Esto despierta un interés turístico que puede afectar a la conservación del patrimonio", añade.

Expansión urbanística

No solo el turismo en masa amenaza el encanto de Albarracín. El gerente de la Fundación Santa María apunta a las edificaciones discordantes con el casco histórico, así como a la dispersión de las construcciones en la parte nueva de la ciudad, como otros de los peligros que restan atractivo a la localidad. Jiménez menciona el pabellón polideportivo, que corta una montaña, o el depósito de agua, levantado sobre capas geológicas de yesos, como ejemplos de construcciones inadecuadas.

Jiménez destaca que el problema que plantea la expansión urbanística de Albarracín es que los nuevos edificios, no siempre acordes con el casco histórico, son visibles desde los puntos más altos de la localidad, distorsionando la armonía de la parte antigua. "A veces, uno mismo tiene dudas de encontrarse en uno de los conjuntos más bellos del país", advierte el director de la Fundación Santa María.

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