Teruel

Universidades europeas analizan el ‘milagro’ de Albarracín, donde se abre un hotel por año

Con solo 1.000 vecinos, la localidad ha pasado de cuatro alojamientos turísticos en 1980 a 67 en la actualidad

Profesores y alumnos de universidades europeas posan en uno de los rincones más visitados de Albarracín.
Profesores y alumnos de universidades europeas posan en uno de los rincones más visitados de Albarracín.
Heraldo

Profesores y alumnos de cinco universidades europeas se han desplazado a Albarracín para estudiar el exitoso modelo de desarrollo de esta población. Con apenas 1.000 habitantes y a pesar de estar situada en una escondida comarca de interior, recibe cada año más de 400.000 visitantes, rebosa actividad y tiene que importar trabajadores de otros territorios porque el paro no existe en la localidad.

El municipio, que en los últimos 40 años ha sustituido la explotación forestal por el turismo basado en la huella histórica, ofrece unas cifras de crecimiento espectaculares. A lo largo de estas cuatro décadas se han abierto 63 hoteles, al pasar de cuatro en 1980 a 67 en 2020, lo que arroja un promedio de 1,575 nuevos alojamientos cada año. El número de bares y restaurantes también aumenta, con 34 en la actualidad frente a los 11 que había antes. Hay en Albarracín más plazas para dormir –un total de 1.608– que vecinos.

Una de las sesiones teóricas celebradas en Albarracín para estudiar el modelo de desarrollo de la localidad.
Una de las sesiones teóricas celebradas en Albarracín para estudiar el modelo de desarrollo de la localidad.
Heraldo

Los estudiantes pertenecen a la Universidad Complutense de Madrid, a la Freie Universität Berlín (Alemania), la Uniwersytet Jagiellonski w Krakowie (Polonia), la University of Edinburgh (Escocia) y la UniversitéParís 1 Panthéon-Sorbonne (Francia). Todos realizan doctorados o másteres e investigan el impacto económico y social del turismo en la Sierra de Albarracín y sus repercusiones como motor de desarrollo.

La experiencia forma parte de un campus centrado en el patrimonio cultural, el turismo y el mundo rural y ha sido diseñado por académicos del proyecto Una Europa, una alianza de 11 universidades del Viejo Continente líderes en investigación. En la iniciativa ha colaborado la Fundación Santa María de Albarracín, continuadora de la labor de restauración de la arquitectura tradicional de la localidad que inició en los años 60 el arquitecto Antonio Almagro y su familia.

Una de las profesoras de la Universidad Complutense de Madrid que participa en el proyecto, María García, considera "un orgullo" proyectar en Europa lo que se ha hecho en Albarracín. "Mi impresión es que se trata de un modelo de desarrollo muy interesante, basado en una rigurosa restauración del patrimonio que se ha convertido en un referente", señala. A su juicio, lo ocurrido en la localidad demuestra que dotar de elementos culturales al patrimonio es positivo para la economía.

Turistas, todos los días

García destaca que, pese a la crisis económica reinante, Albarracín recibe turistas constantemente, también en días laborables e incluso cuando llueve, con un incremento de extranjeros "muy llamativo". Todo ello, asegura, ha cambiado el perfil de los negocios, que se han profesionalizado e internacionalizado.

El gerente de la Fundación Santa María de Albarracín, Antonio Jiménez, no duda en calificar la transformación de la localidad como "milagrosa". Explica que tanto la ciudad como los pueblos de la Sierra han cambiado su economía de autoconsumo por otra dirigida a los visitantes, lo que ha impulsado el desarrollo. "Antes, la producción se consumía en las casas, ahora se vende en los comercios", afirma. 

Jiménez menciona la fama que han adquirido los jamones curados en Bronchales, los quesos elaborados en Albarracín y Rodenas, las mermeladas y mieles de Tramacastilla y las conservas de verduras recolectadas en Calomarde.

Más que almojábanas

"Hace unos años, solo se conocían las almojábanas de Albarracín como producto típico, pero ahora hay toda una oferta muy variada de alimentos que se fabrican en la Sierra dirigidos al turismo y que definen a este territorio", afirma el gerente de la Fundación Santa María de Albarracín.

Las actividades de ocio, naturaleza y aventura también están surgiendo. Tramacastilla cuenta con el parque faunístico La Maleza, en Torres de Albarracín hay un circuito de tirolinas y en Moscardón se realizan rutas a caballo con fines científicos.

Ligado a la actividad restauradora de edificios y espacios urbanos, crece el número de albañiles, pintores, electricistas y jardineros. Tampoco faltan sucursales de entidades bancarias. "Ha habido una quiebra de los recursos forestales y hemos puesto en solfa el patrimonio histórico", dice Jiménez.

Falta vivienda

La profesora María García detecta, no obstante, una "disfuncionalidad" en el modelo de desarrollo, como es la falta de vivienda para los trabajadores que vienen de fuera a cubrir los puestos de empleo que quedan vacíos al haber poca población fija. Además, ha intentado que sus alumnos "sean conscientes de las dificultades que encierra emprender en el medio rural, donde las nuevas tecnologías son todavía un reto a alcanzar".

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